En lo alto del Cerro El Fortín, a unos pasos del corazón de Oaxaca, se alza una residencia que es mucho más que una casa: es el universo íntimo y artístico de Lila Downs, una de las voces más potentes y respetadas de la música mexicana. Quienes forman parte de su círculo cercano la describen como una anfitriona generosa, amante de los detalles y profundamente comprometida con sus raíces. Su hogar, donde se mezclan tradición, historia familiar y creatividad, es un testimonio vivo de lo que representa ser artista en el sentido más completo.
Así es la mansión de Lila Downs en Oaxaca: misticismo, huipiles y un temazcal privado
Millonarios como Lila Downs viven entre tradición, arte y hospitalidad; su casa en Oaxaca es un reflejo profundo de raíces, música y diseño artesanal.
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Así es la mansión de Lila Downs en Oaxaca: misticismo, huipiles y un temazcal privado
Esta mansión no nació de planos ambiciosos ni de decoradores costosos. Fue construida con paciencia, saber popular y una sensibilidad estética que Lila desarrolló desde niña en Tlaxiaco, rodeada de textiles, piezas prehispánicas, fotografías antiguas y barro. Tras vivir varios años en Nueva York y Ciudad de México, decidió junto a su esposo, el músico Paul Cohen (fallecido en 2022), volver a Oaxaca para echar raíces y construir un espacio para vivir, crear y compartir.
El resultado es una residencia barroca, artesanal y profundamente mexicana. Hay escaleras talladas a mano con figuras de serpientes, techos abovedados, temazcal tradicional y una paleta de colores inspirada en el algodón coyuchi, esa fibra de tono coyote que da nombre al alma visual de la casa. Aquí, cada objeto tiene historia y cada rincón, propósito.
Así es la mansión de Lila Downs en Oaxaca: arte, tradición y hospitalidad
El proyecto arquitectónico, realizado junto a Guillermo De la Cajiga, se centró en ampliar una estructura preexistente para convertirla en un hogar creativo. Hoy, la casa cuenta con ocho habitaciones destinadas a hospedar músicos, amigos o colaboradores. “Queríamos un espacio donde se pudiera componer, convivir y disfrutar de la vida en comunidad”, ha dicho Lila sobre este refugio que también es taller musical.
Inspirados por la convivencia y el intercambio artístico, ella y Paul imaginaron un lugar que combinara lo hogareño con lo funcional. Desde mosaicos diseñados por Francisco Toledo hasta electrodomésticos modernos integrados en una cocina típica oaxaqueña, la fusión entre pasado y presente se palpa en cada detalle.
A ello se suma un temazcal en el patio, elemento heredado de su madre, Anita Sánchez, artista plástica que también ha dejado su huella en la casa con murales y piezas de barro. Los canastos de San Juan Guelavía, los textiles triquis y los huipiles que cuelgan en las paredes no son decoración: son testimonio de sus raíces y de una vida dedicada a la cultura.
Así es la mansión de Lila Downs en Oaxaca: la casa que se convirtió en restaurante y foro cultural
Sin buscarlo, Lila se adentró en el mundo de la hospitalidad. En plena gira internacional, comenzó a alquilar su casa por Airbnb y la demanda fue tal que decidió llevar su amor por la cocina oaxaqueña a un nuevo nivel. Así nació Humito, su restaurante familiar ubicado a pocos metros de su hogar, y 8 Temblor, un foro artístico que rinde homenaje a la cultura mixteca y que ofrece conciertos íntimos con músicos regionales.
Ambos espacios están decorados con los mismos principios que su casa: cerámica local, textiles autóctonos, y una visión cálida y espiritual de la vida. La cocina está enfocada en ingredientes tradicionales, tragos con mezcal, y recetas que celebran la tierra y sus sabores. “Este espacio me ha dado tantas alegrías”, dice Lila, quien hoy considera que este puede ser su nuevo centro de vida.
La mansión de Lila Downs no es una casa lujosa en el sentido tradicional: no hay mármol ni albercas descomunales. Su lujo está en la historia, la espiritualidad y la autenticidad. Cada objeto, cada planta y cada color tiene un significado. Es el hogar de una mujer que ha llevado Oaxaca al mundo y que ahora ha hecho de su hogar una embajada viva de sus valores, su música y su gente.
En tiempos donde los millonarios suelen optar por ostentación, Lila Downs construye desde la raíz. Y en esa casa llena de canciones, memorias y mezcal, se celebra todos los días lo que realmente importa: la conexión con la tierra y con quienes la habitan.
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