Entre los grandes conglomerados industriales millonarios, pocas historias reflejan con tanta fuerza los altibajos del mercado como la de Vehículos Automotores Mexicanos (VAM). Esta automotriz nacional, que nació con fuerza en la posguerra y llegó a ser un símbolo de innovación en el sector, terminó por desaparecer tras enfrentar un colapso financiero que cambió para siempre su destino.
El imperio automotriz de México que colapsó, fue vendido a Renault y desapareció para siempre
La automotriz mexicana VAM colapsó en los 80, fue vendida a Renault y desapareció, dejando atrás un legado único en la industria nacional.
-
Este es el ambicioso plan de Carlos Slim Helú para aprovechar las lluvias por la tormenta negra en CDMX
-
De cuánto es la fortuna de Juan Manuel Márquez en 2025, uno de los mejores boxeadores mexicanos de la historia

El imperio automotriz de México que colapsó, fue vendido a Renault y desapareció para siempre
Lo que en un inicio fue Willys Mexicana, una compañía que trajo al país la producción de los legendarios Jeeps y posteriormente de modelos de American Motors, terminó consolidándose como VAM en 1963, cuando el gobierno mexicano tomó el control mayoritario de la empresa. Con plantas modernas y el respaldo de licencias extranjeras, la automotriz parecía destinada a consolidarse como una joya de la industria nacional.
Sin embargo, la crisis económica de los años 80, marcada por devaluaciones y recesión, puso a prueba la resistencia de muchas compañías mexicanas. VAM no logró sobrevivir: el gobierno vendió sus acciones a Renault en medio de deudas millonarias, y el gigante francés terminó liquidando la compañía. Así desapareció una de las marcas que alguna vez representó el sueño de una industria automotriz nacional competitiva.
La historia de VAM
Los orígenes de VAM se remontan a 1946, cuando la Sociedad Mexicana de Crédito Industrial fundó Willys Mexicana S.A., dedicada a importar y ensamblar los modelos de Willys-Overland. Dos años más tarde, comenzó la fabricación en México del icónico Jeep CJ-2A, el primer vehículo producido localmente.
En 1960, la compañía firmó un acuerdo con American Motors Corporation (AMC) para ensamblar sus vehículos en territorio mexicano. Tres años más tarde, tras una reestructuración impulsada por el gobierno, nació oficialmente Vehículos Automotores Mexicanos (VAM). El Estado tomó el 60 % de la propiedad, mientras que AMC y Kaiser-Jeep mantuvieron el 40 % restante.
VAM instaló su planta de motores en Lerma, Estado de México, convirtiéndose en un referente de la industria. Durante dos décadas, la empresa logró expandirse y consolidarse como la automotriz mexicana más relevante, produciendo automóviles con identidad propia, aunque basados en plataformas estadounidenses.
Los productos de VAM
La producción de VAM combinó licencias internacionales con desarrollos adaptados al mercado nacional. Entre sus modelos más recordados destacan:
-
Rambler American y Rambler Classic, que en México tuvieron versiones exclusivas.
Javelin y Gremlin, que se comercializaron bajo el sello VAM con modificaciones mecánicas y estéticas.
American Rally, una versión deportiva del AMC Hornet que ganó gran popularidad en los años 70.
Classic AMX y Classic Brougham, variantes del Matador Coupe, con un enfoque deportivo y de lujo.
VAM Lerma, un modelo único creado en México, resultado de combinar la carrocería del AMC Concord con partes del Spirit.
Un aspecto clave fue la adaptación de los motores. Todos eran diseños de AMC, pero ensamblados en México con modificaciones especiales para responder al bajo octanaje de la gasolina local y a la altitud de ciudades como Ciudad de México. Incluso se desarrolló un motor exclusivo de seis cilindros y 282 pulgadas cúbicas, inexistente en Estados Unidos.
VAM llegó a producir más de 272,000 unidades entre 1946 y 1986, consolidando un catálogo que mezclaba tradición, innovación y un toque de identidad mexicana.
El fin de VAM
La década de 1980 marcó el principio del fin. La recesión, la devaluación del peso y la crisis de deuda de 1982 golpearon con fuerza a Somex, el conglomerado estatal al que pertenecía VAM. La compañía entró en suspensión de pagos, arrastrando a la automotriz al borde del colapso.
En 1983, el gobierno mexicano decidió vender la empresa a Renault, que continuó la producción de algunos modelos hasta 1984, año en que se comercializaron las últimas unidades con el sello VAM. Para 1987, el Estado pagó 200 millones de dólares a Renault para que asumiera la deuda y liquidara definitivamente la compañía.
El nombre y la marca VAM quedaron en manos del gobierno mexicano, pero nunca volvieron a usarse en la industria. Con su desaparición, se cerró un capítulo de la historia automotriz nacional que todavía despierta nostalgia entre coleccionistas y entusiastas.
Hoy, VAM es recordada como un proyecto que intentó consolidar un imperio automotriz mexicano, que dio vida a modelos únicos y motores exclusivos, pero que finalmente sucumbió ante las presiones económicas globales y las decisiones políticas de su tiempo.
- Temas
- Millonarios
Dejá tu comentario