24 de junio 2025 - 12:10

Las tensiones globales suman nuevos desafíos a la economía uruguaya

Los cambios políticos mundiales abren nuevos interrogantes para Uruguay. No será fácil navegar en estas aguas turbulentas.

La tensión en Medio Oriente desencaddenó una alta volatilidad en los mercados.

La tensión en Medio Oriente desencaddenó una alta volatilidad en los mercados.

Foto: Reuters

Si algún elemento de incertidumbre faltaba en el escenario mundial, el comportamiento del precio del petróleo en el arranque de esta semana lo ha aportado. Contra lo esperado, luego del ataque de Estados Unidos a Irán y la respuesta iraní contra la base estadounidense en Qatar, el precio del petróleo se desplomó casi 9%. ¿Qué pasó?

Las explicaciones -con los datos a la vista- se multiplican, si bien hay que tener cautela porque el mercado petrolero puede cambiar de orientación en segundos. El argumento más plausible es que el mercado anticipó riesgos y subió durante la semana pasada; al informarse que la respuesta iraní fue moderada (el presidente Donald Trump dijo que Irán avisó previamente a EEUU) el precio bajó, y de manera contundente: el barril Brent quedó levemente arriba de 70 dólares, muy cerca del nivel previo al ataque de Israel a Irán.

Más allá de este dato, la tensión en Medio Oriente sigue y -si bien es posible que haya una tregua entre Israel (con EEUU) e Irán- hay que ver qué acciones toman el resto de las potencias luego de esta acción combinada de EEUU e Israel. En especial, hay que ver la actitud de Rusia y China con Irán; los iraníes son proveedores clave de petróleo a China y aquí hay otro argumento posible para explicar que el gobierno iraní no obstruya el estrecho de Ormuz (la puerta de salida del Golfo Pérsico), incluso cuando el Parlamento iraní así lo pidió.

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Una lectura adicional de la peripecia del petróleo de estos días es que, aún en dificultades, la globalización quedó bien atada: ya no es tan viable una crisis petrolera en Medio Oriente que complique todo el comercio mundial, en especial a China y el Sudeste Asiático, que son demandantes clave del petróleo del Golfo Pérsico. Da la sensación que eso también lo saben Estados Unidos e Israel. Por otra parte, la posición del resto de los países árabes parece estar más cerca de Estados Unidos que de Irán en este conflicto.

Consecuencias

En este escenario complejo, hay una tendencia que se afirma y es a un mayor gasto militar en casi todos los países, empezando por los miembros de la OTAN. La necesidad de más inversión en defensa está condicionando a Europa y cuando la lógica militar se impone, queda poco espacio (en especial en lo presupuestal) para otras cuestiones. Esto tensiona la discusión política y social. Y cabe preguntarse qué espacio queda para la discusión comercial: la Unión Europea (UE) tiene pendiente la aprobación del acuerdo con el Mercosur, pero está mirando otras prioridades.

Más complejo es el escenario cuando el principal integrante del Mercosur, está manifiestamente asociado al BRICS. Brasil será sede de la próxima reunión de este bloque, donde mandan China, India y Rusia, con una retórica de contraposición con EEUU y la UE. Los norteños quieren avanzar en su perfil como jugador global, no solo regional. El programa del gobernante Frente Amplio (FA) plantea, a su vez, acercarse al BRICS. Mientras, el otro socio clave del Mercosur, Argentina, manifiesta explícitamente que sus “únicos aliados” son EEUU e Israel. Con este panorama, hay obvia expectativa en la gira del presidente Yamandú Orsi, que estará en pocos días en la Cumbre del Mercosur en Buenos Aires, y luego en la reunión del BRICS en Brasil.

En cualquier caso, con este Mercosur dividido al medio es difícil fundamentar una perspectiva alentadora en el terreno comercial y eso tiene un serio costo para Uruguay. Contrariamente a la situación de Argentina y Brasil, que tienen peso propio, en este mundo de multilateralismo en declive los países chicos tienen poco para ganar. No en vano desde Cancillería se transmite la necesidad de no generar falsas expectativas y trabajar “mercado a mercado”, para aprovechar nichos, recovecos, rendijas donde avanzar con productos y servicios uruguayos. Pero lejos de los grandes cambios y beneficios que podrían traer acuerdos de libre comercio que -al menos hoy- no están sobre la mesa.

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Nuestro país tuvo oportunidades, durante todo el periodo de avance de la globalización, para concretar algunos acuerdos comerciales. Pero no hubo mayorías políticas para eso y no se quiso abandonar el Mercosur. De tal manera que en términos comerciales, después de la apertura de los 70 y del ingreso al Mercosur en los 90, no hubo avances sustanciales en el plano comercial.

Por supuesto, Uruguay se vio beneficiado por la gran expansión del consumo de los países asiáticos desde principios de este siglo, especialmente de China, con impacto directo en nuestras exportaciones y también indirecto, a través de una mayor dinámica en Argentina y Brasil. Pero el proceso estuvo sujeto a las pautas que la demanda china planteaba, sin las posibilidades más amplias de un acuerdo comercial. Aquellas decisiones -o mejor dicho, indecisiones- que se tomaron hace ya varios años, pueden comenzar a pagarse caro hoy, en un mundo que empieza a cambiar de manera radical y se pone a la defensiva, literalmente.

Mientras, los efectos de la guerra comercial siguen presentes. Si bien hay treguas y negociaciones por los aranceles, EEUU no ha dado muestras de revisar sus intenciones y el comercio mundial cambió. Tal vez esta sea, también, parte de la explicación de porqué el petróleo, luego de la volatilidad de los últimos días, ha bajado a niveles pre-conflicto.

Con las trabas y dificultades del comercio de bienes, Uruguay puede tener más oportunidades en servicios. Las Tecnologías de la Información (TI) siguen con un buen dinamismo, y con Estados Unidos mercado clave de exportación; a no olvidar que, sumando bienes y servicios, EEUU encabeza la lista de destinos de exportación del Uruguay. Asimismo, la mejora que está esbozando Argentina (la temporada fue mucho mejor) alientan una moderada expectativa positiva, aunque esto dependerá mucho de las relaciones cambiarias.

Así las cosas, el escenario externo para nuestro país luce complejo y con la necesidad de adaptarse permanentemente, ante la aparente falta de una estrategia propia, explícita y definida. Condicionado por el Mercosur y sin un consenso estratégico interno claro de mediano y largo plazo, Uruguay corre el riesgo de seguir navegando las movidas aguas globales con sus propias velas, pero con vientos que soplan otros.

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