20 de septiembre 2024 - 12:47

La fascinante historia del castillo construido sobre la montaña más sagrada de CDMX

Se trata de uno de los lugares más emblemáticos del país, único en su tipo en todo el continente. Conoce cómo se construyó y cómo llegó a ser el Museo Nacional de Historia.

El Castillo de Chaultepec es actualmente el Museo Nacional de Historia.

El Castillo de Chaultepec es actualmente el Museo Nacional de Historia.

El Castillo de Chaultepec no solo tiene una de las vistas más bellas de la Ciudad de México (CDMX), sino también tiene el privilegio de estar construida en la cima del "Cerro del Chapulín", considerada desde cientos de años como sagrada y la cual resguarda historias valiosas de México.

Este edificio, único en su tipo en todo América, ha resistido a invasiones y cambios políticos, convirtiéndose en un símbolo de la historia nacional y en el actual Museo Nacional de Historia (MNH), el cual resguarda cada momento de la formación y desarrolla de la nación.

Por qué Chapultepec es considerado sagrado

El cerro de Chapultepec ha tenido una relevancia vital en los últimos tres milenios: en la época prehispánica, los mexicas lo consideraban un centro religioso, ya que desde su altura podían observar tanto los astros como la propia ciudad.

Su ubicación estratégica facilitó el desarrollo de Tenochtitlán y el aprovechamiento de agua dulce que brotaba de la zona. Este manantial fue esencial para los mexicas, quienes estaban rodeados de lagunas contaminadas. Nezahualcóyotl, tlatoani de Texcoco, utilizó este recurso para crear un sistema de acueductos que abasteció de agua potable a la gran Tenochtitlán, clave para el corazón del imperio.

El misticismo que rodea a Chapultepec está relacionado con el tolteca Huémac y la cueva de Cincalco, situada en el lindero del bosque. Según la leyenda, tras vencer a los tlaloques en un juego de pelota, Huémac despreció su ofrenda, lo que provocó la ira de los sacerdotes de Tláloc.

Como castigo, su pueblo sufrió cuatro años de sequía. Huémac, arrepentido, regresó a Chapultepec, entró en la cueva, un portal al inframundo, y nunca más se le volvió a ver. Esta cueva se convirtió más tarde en la morada de Tláloc y Chalchiuhtlicue, deidades del agua.

MUSEO NACIONAL HISTORIA.webp

La evolución del castillo de Chapultepec

Con la llegada de los españoles y la caída del imperio mexica, el emperador Carlos V declaró Chapultepec como propiedad de la capital. En este contexto, se construyó una “mansión de recreo” destinada a los virreyes y la élite novohispana.

Sin embargo, dos siglos después, el virrey Bernardo de Gálvez supervisó la edificación de un edificio más grande, que se convertiría en el Castillo de Chapultepec. Aunque Gálvez no llegó a ver su culminación, este proyecto marcó el inicio de la historia moderna del castillo.

En 1833, recuerda National Geographic en una nota publicada esta semana, el Castillo se transformó en la sede del Colegio Militar, lo que le otorgó un carácter más militar. Solo 14 años después, durante la invasión estadounidense, el castillo fue escenario de la Batalla de Chapultepec, donde surgió la famosa leyenda de los Niños Héroes. Este evento, a menudo idealizado, se ha grabado en la memoria nacional como un símbolo de valentía y patriotismo.

La historia del castillo no se detuvo ahí; en el Segundo Imperio Mexicano, Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota lo convirtieron en su residencia. Renombrado como “Palacio Imperial de Chapultepec y Miravalle”, los emperadores realizaron lujosas remodelaciones, transformando el edificio en un palacio al estilo europeo. Sin embargo, su estancia fue breve, ya que Maximiliano fue fusilado tres años después de asumir el poder.

El Castillo de Chapultepec también fue utilizado por el gobierno de Porfirio Díaz, quien lo destinó a varios fines, incluyendo el Observatorio Astronómico Nacional y el Colegio Militar. Durante su mandato, Díaz lo convirtió en su “casa de verano”, añadiendo elevadores y un boliche. En 1896, este emblemático sitio fue escenario de la proyección de la primera película en México. Tras la Revolución, el castillo fue morada de presidentes hasta 1939, cuando Lázaro Cárdenas lo transformó en sede del Museo Nacional de Historia.

Dejá tu comentario

Te puede interesar