22 de noviembre 2024 - 08:20

Balotaje 2024: empate técnico, indecisos y apatía con la política

El reñido balotaje entre Orsi y Delgado pone sobre la mesa el peculiar momento que vive la experiencia política y cívica del Uruguay.

Un alto nivel de indecisos y un empate técnico entre Yamandú Orsi y Álvaro Delgado caracterizan las últimas horas antes del balotaje 2024.

Un alto nivel de indecisos y un empate técnico entre Yamandú Orsi y Álvaro Delgado caracterizan las últimas horas antes del balotaje 2024.

La definición entre Yamandú Orsi, del Frente Amplio (FA) y Álvaro Delgado, del Partido Nacional (PN) y líder de la Coalición Republicana, será voto a voto según los últimos sondeos de intención de voto difundidos en la víspera. Y aunque algunos dan una leve ventaja al candidato frenteamplista, esa diferencia se encuentra dentro del margen de error.

La paridad entre los dos rivales a la Presidencia confirma la polarización electoral del país entre una mayoría que se inclina por el FA y la mitad restante. Se trata de una polarización que no se traslada a la vida cotidiana. Hay que mencionarlo, la grieta sigue siendo argentina, pese que al inicio de este ciclo electoral hubo intentos de fogonear ese demonio en tierra charrúa. Fueron infructiferos.

El empate técnico entre Orsi y Delgado también es muestra del continuismo político. Lo dijeron los titulares de todas las consultoras desde el periodo de elecciones internas: domina en el electorado la idea del mantenimiento de rumbo, aún cuando gane el candidato opositor.

Desde el equipo de tercero en discordia durante la primera vuelta, Andrés Ojeda, evaluaban esa homogeneidad como potencial. “Podés leer propuestas de uno u otro lado sin saber quién las dice y te aseguro que algunas que creías del Partido Nacional eran del FA o viceversa”, comentaban, apostando a un mensaje disruptivo que colocara al abogado en esta instancia de balotaje. Algo que finalmente no ocurrió.

A la segunda vuelta más reñida del siglo XXI se llega, además, con un importante nivel de indecisos. Casi un 8% en las encuestas que mayor proporción registraron.

Los antecedentes marcan que el grueso de ese segmento, unos 218.168 si se proyecta al total de electores habilitados, define su voto en los dos días previos al comicio. Para la primera vuelta de octubre, con 11 candidatos en liza, ese movimiento comenzó antes y se llegó al 27 de octubre con una buena parte de esos votantes ya decididos.

La persistencia del porcentaje de indecisos a lo largo de las cuatro semanas que transcurrieron entre la primera vuelta y el balotaje merece atención. Orsi y Delgado les hablaron frecuentemente a ellos, por el momento sin mayor éxito. Resta, claro está, la definición real en las urnas.

El trasfondo de apatía con la política es inevitable de mencionar. Comenzamos este ciclo electoral con otro hecho histórico: la participación electoral más baja en elecciones internas desde el regreso de la democracia (36%).

Muchos observadores han adjudicado el poco entusiasmo a lo extenso del proceso electoral en Uruguay: ocho meses desde el inicio de la campaña por las primarias (y todavía faltan las departamentales de mayo próximo, estimado lector).

Lo que persiste en el ciudadano promedio es la sensación de que su vida y sus problemas seguirán allí el 1 de marzo, sea quien sea el que asuma la Presidencia, han reflexionado, palabras más, palabras menos, desde los principales partidos políticos.

Esa distancia entre el mundo de la política y la ciudadanía, lejos de normalizarse, deberá ser abordada por la clase dirigencial. Habrán cinco años para intentar reconstruir el entusiasmo.

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