¿Cómo impactará la suba del petróleo en la economía uruguaya?

El escenario de alta incertidumbre en el mercado del crudo pondrá a prueba el nuevo sistema de fijación del precio del combustible.

Uruguay consume en torno a 15 millones de barriles por año.

Hace no mucho tiempo se llegó a titular en la prensa local que Uruguay había encontrado petróleo, pero todo indica que -al menos hasta ahora- eso es una expresión de deseos. Uruguay es un neto importador de crudo y Ancap, la empresa monopólica, es la que gestiona las compras de petróleo en el exterior; el crudo llega a la terminal de José Ignacio para luego ser bombeado a la refinería.

Uruguay hace entre 15 y 16 compras anuales de crudo, un proceso que Ancap detalla con transparencia en su sitio web. En general, cada embarque es por alrededor de 1 millón de barriles: Uruguay consume en torno a 15 millones de barriles por año, aunque esto puede variar según las cosechas, la propia actividad de la economía y -por supuesto- si hay paradas de la refinería, como sucedió el año pasado.

Se toma como precio de referencia la cotización del crudo Brent y Ancap fija el precio a través de dos alternativas: o tomando el precio promedio del mes de arribo, o tomando el del día posterior a la adjudicación. Las compras se hacen con una anticipación de unos 3 meses antes del embarque y cuando el crudo llega, se cierra el precio.

Haciendo una aproximación muy general, puede decirse -por lo tanto- que con un petróleo Brent a 70 dólares el barril, Uruguay hace importaciones por unos u$s 1.050 millones anuales. Con esa base, una suba de 5 dólares puede implicar (en un año) un gasto adicional por importaciones de unos u$s 75 millones.

El enfrentamiento entre Israel e Irán ha motivado una fuerte suba del petróleo, que pasó de unos 68 dólares el barril a más de 76 dólares. Sin embargo, esta cotización no es excepcional: en febrero-marzo de este año el crudo ya había alcanzado valores similares e, incluso superiores, con la volatilidad habitual del mercado petrolero.

El gobierno presentó hace pocos días un nuevo método de ajuste de los precios de los combustibles y enfrenta ahora un escenario de alta incertidumbre en el mercado del crudo, que lo pondrá a prueba. De todas maneras, al menos hasta ahora no parece ser el extremo que enfrentó el gobierno anterior, con la metodología establecida en la LUC, que enfrentó -a los pocos días- sacudones inauditos del crudo, que pasó de 40 a 80 dólares el barril en pocos meses; luego llegó la guerra en Ucrania y se fue a 120. No es lo que está sucediendo, al menos por ahora.

Dependiendo de cómo se traslade el aumento del crudo a la tarifa, habrá cierto impacto en la inflación. Esto puede demorar el objetivo del Banco Central del Uruguay (BCU) de llevar la tasa de inflación anual al 4,5%, pero no a desviarlo: la autoridad monetaria se muestra muy determinada en cumplirlo.

El conflicto y el aumento del petróleo, juntos y por separado, también pueden tener incidencia en los mercados internacionales de otros productos, como los granos. Hubo cierta suba en los granos vinculados a biocombustibles (mercado asociado al petróleo), pero no fue destacada. Por otra parte, el aumento en el petróleo mejora los ingresos de los países petroleros, que lo pueden aprovechar (si es que no están metidos en el conflicto). Hay varios países africanos petroleros que suelen ser compradores de granos y lácteos, que tendrán más poder adquisitivo.

En cualquier caso, otra vez, no parecen ser cambios drásticos, como otrora sí sucedía cuando Medio Oriente entraba en crisis, el petróleo se disparaba y había episodios de escasez en Estados Unidos o Europa. Algo así podría suceder si Irán corta el tránsito en el Estrecho de Ormuz, extremo que no se ha dado. Lo que sí se va consolidando es un mundo más conflictivo e impredecible, en donde se imponen los más fuertes. Para un país como Uruguay, que necesita ampliar el comercio y las inversiones, es una mala noticia.