Desde que se desató la pandemia la economía uruguaya ha corrido una carrera con obstáculos, todos distintos y -en mayor o menor medida- todos difíciles. La propia pandemia fue un dramático shock global, que pegó especialmente fuerte en los sectores más vulnerables de la población. Cuando se estaba saliendo, irrumpió un empuje inflacionario (también global) que postergó la recuperación salarial y de ingresos reales.
Más crecimiento económico, nuevos desafíos
Superadas la pandemia, la sequía y la crisis cambiaria argentina, Uruguay crecerá más este año. Pero enfrenta un escenario externo de incertidumbres, con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
-
Alertan que el gobierno de Donald Trump afectará a Uruguay en su rol agroexportador
-
La Reserva Federal recortó las tasas y Jerome Powell advierte que la victoria de Donald Trump "no tendrá efecto a corto plazo"
Cuando finalmente ambas cuestiones parecían irse superando, irrumpió una sequía histórica que derrumbó la producción de granos y afectó seriamente a otros sectores del agro, además de complicar la generación de energía. Como si esto no fuera suficiente, Argentina comenzó a entrar en una crisis terminal del modelo populista y ya sobre mediados del año pasado el dólar paralelo se disparaba, motivando una brecha de precios con Uruguay como no se había visto antes. Los uruguayos con cierta capacidad de consumo (miles) salieron masivamente hacia Argentina, una y varias veces. Hubo un duro impacto en el comercio local.
Circunstancias negativas aparecen casi siempre en los contextos de todas las economías, pero la secuencia descripta ha sido particularmente difícil. Este año esos trances se han superado y eso se refleja en las propias cifras de la actividad. El PIB crecería cerca de 3,5% este año y también el próximo, según las nuevas proyecciones del BCU. Esto porque el desvío de consumo a Argentina ya no tiene la dimensión de 2023, se superó la sequía con buenas cosechas y más generación de energía hidráulica, y -además- está andando la nueva planta de UPM y comenzó a operar nuevamente la refinería, lo que incidirá en los números de la industria. Para el año próximo el impulso principal sería el consumo local.
Pero el escenario externo no viene sencillo. Luego de combatir con éxito el empuje inflacionario post pandemia, el panorama de los principales bloques de la economía mundial preocupa. China no logra afirmarse y su crecimiento es relativamente débil; Europa crece muy poco y tiene dificultades por el conflicto con Rusia y problemas políticos internos (inmigración, avance de la derecha, etc.). EEUU es el que aparece relativamente mejor, pero la elección de Trump para la próxima presidencia genera más incertidumbres que certezas.
Hipótesis difíciles
A nivel internacional se multiplican los análisis y especulaciones sobre cómo será la próxima presidencia de Trump y, en particular, su gestión de la economía. A juzgar por los antecedentes y por lo planteado en la campaña, insistirá -y seguramente profundizará- su política proteccionista, con el objetivo de revitalizar la industria estadounidense. Hay dudas fundamentadas de que eso sea posible. En las últimas décadas la economía de EEUU ha tenido una sinergia muy profunda con la economía china, de mutua conveniencia.
Ese proceso pareció agotarse en la primera presidencia de Trump, pero lejos estuvo de desandarse totalmente. Por otra parte, la mano de obra inmigrante ha sido clave para la economía norteamericana y una mayor restricción a la inmigración no es fácil, por más que la nueva administración de EEUU haga énfasis en que su combate es la inmigración ilegal. En cualquier caso, si estas políticas se efectivizan y profundizan, pueden generar restricciones en la economía que compliquen el crecimiento y generen inflación, con consecuencias sobre las tasas y las finanzas internacionales.
¿Y Uruguay? Un primer punto a atender, y muy concreto, es el impacto del retorno de Trump en la región. En Argentina el presidente Milei esperaba con ansia un triunfo de Trump para tener oxígeno financiero, en particular en los compromisos con el FMI. La expectativa es que la elección de Trump ayude a Argentina en este punto, pero habrá que aguardar. Con el Brasil de Lula la situación sería más tensa y el actual fortalecimiento del dólar a nivel global por la elección de Trump, ya le está dando dolores de cabeza al equipo económico norteño.
Uruguay es un pequeño país y si se afirma un mayor proteccionismo, pierde. En realidad, más que un impacto negativo serio (que no hay que descartar) continuarían las restricciones para avanzar en acuerdos comerciales que posibiliten nuevas oportunidades de crecimiento. Este panorama el país ya lo tiene incorporado; y el regreso de Trump no permite vislumbrar, en principio, que algo cambie.
Dos dinámicas podrían alterar esta presunción. Por un lado, un cambio en el enfoque de EEUU para la región. Pero eso depende mucho del vínculo con México y otros países mayores del continente; y de quién sea el Secretario de Estado. La designación de Marco Rubio en dicho puesto abriría algo más el margen de expectativas, pero no hay certezas.
Lo segundo es algo menos épico, pero podría ser más efectivo. Si la Argentina de Milei toma impulso con ayuda de Trump, el Mercosur podría entrar en una etapa de mayor flexibilidad (¿crisis?) que le abra espacio comercial a Uruguay para avanzar. Una suerte de efecto dominó en el que, de todas formas, Brasil tendrá algo que decir. Todo esto cruzado con la propia definición política en Uruguay, con un Frente Amplio más afín a la visión internacional de Brasil, y una coalición oficialista que ha cuestionado una y otra vez al Mercosur. Ninguno de los dos tendrá un panorama sencillo.
- Temas
- Uruguay
- economía
- Estados Unidos
Dejá tu comentario