El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) atraviesa sus horas más críticas mientras el bloque regional prepara la contrapropuesta, con la postura de Brasil respecto de las exigencias medioambientales haciendo cada vez más complicado el entendimiento entre los organismos multilaterales, mientras en Uruguay crece la inquietud al respecto.
Brasil buscaría alternativas al acuerdo Mercosur-UE, ¿buenas o malas noticias para Uruguay?
Para el gobierno brasileño, las exigencias medioambientales de la UE son una "exageración", y no descartan nuevas aperturas de mercados. China, una opción.
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El panorama uruguayo en términos de mercados internacionales no parece ser el más auspicioso: el acuerdo Mercosur-UE, una de las últimas esperanzas del país para lograr destrabar las negociaciones del Tratado de Libre Comercio (TLC) con China —en tanto el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva es un actor fundamental en ambas conversaciones—, cada vez es una posibilidad más lejana.
Esto se debe a que el ministro de Agricultura brasileño, Carlos Fávaro, afirmó en rueda de prensa que las exigencias ambientales de la UE para firmar el acuerdo comercial con el Mercosur —las cuales incluyen la posibilidad de sanciones para productos que provengan de áreas deforestadas— son una “exageración” y apostó por la apertura de otros mercados si el bloque persiste en sus demandas.
“Si la exageración de la UE permanece, estamos trabajando en nuevas aperturas (de mercados) en un nuevo escenario mundial”, declaró Fávaro, en referencia a los BRICS, el grupo de economías emergentes del que Brasil forma parte junto a Rusia, India, China y Sudáfrica.
“El acuerdo no tiene ni una palabra sobre inclusión social, solo tiene obligaciones ambientales”, criticó el ministro brasileño, en línea con la postura que sostiene el presidente del país, que además sostiene las exigencias de la UE como contrarias a las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
¿Buenas o malas noticias para Uruguay?
Brasil no solo es la economía líder en la región y la que más se vería afectada por las disposiciones medioambientales que la UE pretende imponer en el comercio entre los bloques, sino que, además, detenta la presidencia pro témpore del Mercosur, por lo que es el encargado de proponer a los otros miembros del bloque una respuesta a las nuevas exigencias ambientales que todavía tiene que ser enviada a la UE.
En ese sentido, el país gobernado por Lula da Silva buscará introducir el aumento de las cuotas de exportación a la UE o de reducción de las cuotas de los productos europeos vendidos al Mercosur, a cambio de las garantías medioambientales que sumó el bloque europeo en 2019 al acuerdo. También podría intentar incorporar nuevas excepciones a la apertura de las compras gubernamentales para las empresas extranjeras en la industria de la salud, la construcción del sector público y la tecnología verde.
El mayor problema es que la Unión Europea ya advirtió que no se debe intentar renegociar partes del acuerdo comercial en la contrapropuesta, algo que desde Brasil entienden no estar haciendo —en tanto se trata de ajustar concesiones y cuotas—, pero que en Europa ven difícil de hacer sin reabrir capítulos que paralicen las negociaciones. De momento, ninguna de las partes parece estar dispuesta a ceder, a pesar de haberse comprometido a firmar el acuerdo antes de fin de año.
Para Uruguay se suma otra dificultad: el hecho de que sin acuerdo Mercosur-UE, difícilmente se pueda avanzar en las conversaciones con China, trabadas en el plano bilateral hasta que el país asiático pueda dialogar a nivel de bloque regional. Esto se debe a que Brasil, principal interlocutor con el gobierno chino —y apoyo fundamental a la postura uruguaya de apertura comercial— tiene como prioridad cerrar el acuerdo con los europeos antes de embarcarse en nuevas negociaciones.
Sin embargo, los dichos del ministro de Agricultura brasileño abren una ventana de esperanza: en caso de que realmente Brasil apueste por nuevas aperturas de mercados en un escenario mundial liderado por las economías emergentes, China se posicionaría como un aliado mucho más probable —sobre todo, considerando la pertenencia de ambos países a los BRICS—; y, en ese escenario, Uruguay tendría más posibilidades de avanzar con quien fuera su principal socio comercial hasta apenas unos meses atrás.
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