Son semanas de mucho trabajo, expectativas y -por supuesto- preocupación, entre los jerarcas de los equipos económicos de los países de la región. Si bien la guerra comercial parecería -al menos por ahora- no tener su mayor impacto en América Latina, la incertidumbre es grande. En las reuniones de primavera del FMI en Washington, estuvieron especialmente activos.
Charlas de quincho: internas de internas en el Frente Amplio, ansiedad empresaria y un Luis Caputo del futuro
El equipo económico evalúa los frutos de su gira por Washington, pero la impaciencia por la concreción de medidas estorba la luna de miel.
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Gabriel Oddone indicó que "no hay espacio para aumentar impuestos", aunque no descartó cambios
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El gobierno enfrenta el desafío de atraer inversiones en un clima de negocios pesimista

El ministro Oddone y el presidente del BUC, Guillermo Tolosa, en Washington.
Si hay un país de la región con influencia hace tiempo en el FMI, ese es Chile. Y los uruguayos bien lo sabemos: en tiempos de la salida de la crisis de 2002, cuando el gobierno oriental buscaba hacer pie y necesitaba el imprescindible apoyo del FMI, los chilenos se pusieron particularmente duros; se recuerda la figura de Eduardo Aninat, el economista trasandino que abogaba por el default de Uruguay y la quita en las deudas, desde su poderoso cargo de subdirector del organismo.
Pero, la verdad sea dicha, en estos días en el FMI, la Argentina ha tomado lógico protagonismo. Y cuando a los vecinos les llega la hora, saben aprovechar ese protagonismo. En una de las reuniones cerradas de los jerarcas de Economía de los países de la región con los cuadros del FMI, el ministro Luis Caputo centró la atención, por lo que se considera -al menos por ahora- una exitosa conducción de la economía argentina, con el apoyo del propio organismo. Y agarró viento en la camiseta: dijo en la reunión “venimos del futuro”, jactándose de los logros en los que -es cierto- pocos creían, con el proceso de normalización económica en el que prevé un gran crecimiento.
Pero los chilenos no pudieron contenerse: el ministro de Hacienda trasandino, Mario Marcel, le enmendó la plana a Caputo. Un poco en broma, un poco en serio, dijo: “en realidad vienen del pasado, porque nosotros hicimos esto hace varias décadas”, lanzó. Algunas risas incómodas, rumores y siguieron con otro tema. Chile 1 Argentina 0.
Internas de internas
La interna del Frente Amplio ha quedado bastante movida después de los episodios de Cecilia Cairo y -en menor medida- de Rodrigo Arim. En el MPP todavía están zurciendo la herida que generó la salida de una de sus ministras clave, mientras están a la expectativa de cómo decanta la interna luego de la elección departamental.
“Si no fuera por el MPP, Mario (Bergara) estaría peleando sacar un edil”, dijo -ácido- un militante del cerno del aparato frentista. “Era parte del acuerdo con Bergara -continuó-. Vamos a ver cómo se establece esto luego de la elección. Me parece que Mario va a ser mejor intendente que candidato”, agregó en tono más positivo.
Las elecciones departamentales le ponen una presión especial a la posición del Partido Colorado, cuya base electoral se ha achicado y -ahora- están peleando por mantener votos, aun sabiendo que tienen pocas o ninguna chance en las intendencias. “En varios pagos los colorados están muy resentidos con los blancos, principalmente porque se opusieron a hacer coaliciòn… y van a militar simplemente para impedir que los blancos ganen”, opinó un politólogo que conoce en detalle el mapa político, departamento por departamento. Sin ir más lejos, se lo vio al expresidente Julio María Sanguinetti en Río Negro, movilizando a los colorados, donde todo indica que el FA ganará, por el simple hecho de que blancos y colorados reparten los votos coalicionistas, cada uno con su lema tradicional. En Salto, por el contrario, los colorados y blancos van juntos en coalición y tienen el doble estímulo de ganarle al FA y ganar la interna a su rival tradicional.
Hablando de internas, hay otro asunto que no ha tenido tanta repercusión pública, pero es de gran preocupación en la interna del Partido Comunista. Es el caso de corrupción en el Fondo Social de la Construcción, donde se han denunciado desvíos; se están cruzando acusaciones y la situación viene bastante complicada, con cuestionamientos a Andrade (ex Secretario General del SUNCA) y tensiones. Esto justo cuando, además, se viene el decimoquinto congreso del PIT-CNT, donde el Partido tiene una fuerte influencia, pero donde la puja por el liderazgo de los gremios con otros sectores del FA es tan silente como intensa. Aparentemente los comunistas podrían alcanzar la mayoría en algunos gremios importantes donde hoy están en segundo plano.
Ansiedad
No faltaba nadie en la celebración del Día de Europa, en el Edificio Mercosur. Una muy buena organización y exquisito servicio. Y entre los asistentes, había varios ejecutivos y profesionales vinculados al sistema financiero, que -entre tragos y quesos- manifestaban común preocupación por la falta de concreciones del nuevo gobierno. “El caso del proyecto Arazatí -que el gobierno tiene frenado- preocupa en sí mismo, pero también como señal… La economía necesita crecer a mayor ritmo y no parece que este año se concrete mucha cosa”, opinó un jerarca de un banco internacional, que hace años opera en Uruguay.
Un abogado con roce político, lo tranquilizó: “el gobierno y el propio Orsi actúan con cautela. Todavía falta discutir el Presupuesto, donde el FA deberá moderar las expectativas de su gente, porque no hay ‘espacio fiscal’ para gastar, más bien al contrario”, comentó con énfasis. “Pero la gira de Gabriel Oddone por Estados Unidos, acompañado de Guillermo Tolosa y Hernán Kamil, fue muy buena y Uruguay está bien posicionado afuera. No hay que ponerse ansioso, los negocios van a aparecer”, expresó confiado. El banquero lo escuchaba atento, intentando incorporar parte de ese optimismo. Además de nuevas inversiones, los banqueros y tomadores de decisiones en general, esperan con ansiedad la primera emisión de deuda importante del gobierno.
En los majestuosos salones del edificio, ubicado en la Rambla, una cierta frustración similar expresaban nuevos jerarcas del propio gobierno. “Esto es del Estado… es como remar en dulce de leche”, comentó una jerarca a la que no le falta experiencia política, quejándose de la lentitud de la burocracia estatal en resolver hasta cosas muy básicas. “Hay que tener paciencia”, busco consolarla una amiga empresaria. “El Estado tiene una burocracia inevitable, porque así funciona, pero se van a ir concretando las iniciativas”, dijo, no muy convencida.
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