28 de agosto 2024 - 11:49

USDA aprobó el trigo transgénico argentino, que lleva años esperando autorización en Uruguay

El organismo, de referencia mundial, determinó que no presenta un riesgo en comparación con el trigo convencional.

Estados Unidos produce anualmente hast 45 millones de toneladas de trigo.

Estados Unidos produce anualmente hast 45 millones de toneladas de trigo.

Foto: MGAP

Así, Estados Unidos se convirtió en el cuarto mercado después de Argentina, Brasil y Paraguay (países que representan más del 90% de la superficie cultivada con trigo de Sudamérica) que otorga la autorización total para producir y comercializar el trigo de la firma nacional Bioceres, desarrollado junto a investigadores del CONICET y la Universidad Nacional del Litoral.

La decisión representa el aval de la principal potencia global que, además, es el principal productor de granos del mundo. Anualmente, Estados Unidos produce 45 millones de toneladas de trigo anuales.

El Servicio de Inspección Sanitaria de Plantas y Animales (APHIS) evaluó al trigo HB4, un desarrollo transgénico que transfiere la tolerancia a sequía del girasol a otros cultivos, y tras un exhaustivo estudio determinó que no presenta un riesgo en comparación con el trigo convencional.

"El Trigo HB4, así como cualquier progenie derivada de él, puede ser cultivado en Estados Unidos sin restricciones. Esta autorización también se aplica a cualquier cruza del Trigo HB4 con plantas no modificadas o con otras plantas modificadas que no estén sujetas a estas regulaciones", informó Bioceres.

Esto ocurre dos años después de que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó el Trigo HB4 para consumo en junio de 2022.

El HB4 ya fue aprobado para consumo humano y animal en otros siete países: Australia, Colombia, Indonesia, Nueva Zelanda, Nigeria, Sudáfrica y Tailandia, mientras que en Uruguay se presentaron, hace años, las solicitudes para consumo humano y animal, y cultivo.

El trigo transgénico enfrenta resistencia en varios sectores locales, desde productores agropecuarios hasta organizaciones de activistas en contra de productos modificados genéticamente.

Sus defensores sostienen que no solo mejora la producción en áreas afectadas por la escasez de agua, sino que también contribuye a la sostenibilidad agrícola al reducir la huella hídrica y de carbono.

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