Argentina le puso la frutilla al postre

Todos abrazan a Marcelo Gallardo que acaba de convertir el empate

Qué importaban en este caso los pergaminos, el peso de la historia. Si había algo para destacar era precisamente lo contrario: el momento en que se jugaba este partido por eliminatorias. Para la Argentina, era la hora de «vengarse» del rival que le había infligido su única derrota (sin otra connotación especial), pero Brasil, en cambio, llegaba con la obligación de lograr una victoria para zamarrearse los fantasmas que lo aquejaban de quedarse, por primera vez, afuera de un mundial.

Se podría presuponer -conociendo a Bielsa y a «Felipao» Scolari-que se iba a plantear un juego de estrategias. Si se quiere, de respeto mutuo en aquello «de no regalar nada». Brasil, contrariando su historia, pensando más en su defensa que en su ataque. Tratando de escalonar por el medio para llegar a Rivaldo o sorprender por sus marcadores de punta. Dos fundamentos futbolísticos que se sustentan (desde siempre) en Cafú y en Roberto Carlos, pero que suele darle a Scolari muchos dolores de cabeza, porque ambos dejan sus espaldas descubiertas.

Se sabía de antemano que la Argentina tenía mayores variantes. Tal vez, la principal incógnita estaba en las ausencias. No es el mismo equipo con Verón o sin él, tampoco sin las posibilidades que podía darle el esquema que utilizó en los siete primeros partidos, antes de que Sorín se hiciera tan potente como insustituible.

El fútbol siempre presenta contingencias difíciles de prever. Nadie podía suponer que a los 2 minutos de juego -con la complicidad de Ayala y de Burgos-, la Argentina estuviese perdiendo 1 a 0. Sin embargo, era mucho el camino por recorrer y también mucho el tiempo para poder revertir la historia.

No obstante, todo el equipo argentino sintió el impacto como un golpe de nocaut. Comenzaron los gritos de Bielsa a Placente para que evite la salida de Cafú, a Simeone para que tome a Rivaldo y a Vivas para que se adelante a cada pelota que le llegaba cerca a Roberto Carlos.

La Argentina era todo confusión, tanto es así que si bien pudo haber llegado al empate, también la diferencia para Brasil pudo haber sido mayor, de no ser por una salida -esta vez, acertada-de Burgos.

El panorama cambió con la entrada de Ortega (por Placente). Roberto Carlos ya comenzaba a tener problemas en la marca del endiablado jugador de River. Además, Bielsa tuvo otro acierto al hacer ingresar a Gallardo por Aimar.

Brasil se quedó expectante, con una defensa que era un tembladeral y que revoleaba cuanta pelota incursionaba cerca de su área. El equipo de Scolari quedó «partido en dos», porque primero Elber y después Euller estaban demasiado aislados del resto del equipo.

Ahí apareció la gran figura de la cancha: un Zanetti en toda su dimensión, metiendo pelotas, apilando gente e imponiendo presión a toda un área brasileña que lo único que atinaba era a que pasaran los minutos para ver si se llevaban tres puntos «de regalo». Pero todo llega; primero fue Gallardo, quien metió la cabeza en una gran jugada de Ortega, y 10 minutos después, Cris venció su propio arco tras un centro del «Piojo» López.

Se podría decir que ahí el partido estaba terminado, que Argentina había logrado su propósito y que Brasil ahora debe seguir peneando para lograr esta clasificación que le es bastante esquiva.

Argentina: Burgos; Vivas, R. Ayala y Samuel; Zanetti, Simeone y Placente; Aimar y C. González; C. López y Crespo. DT: Bielsa.

Brasil: Marcos; Lucio, Cris y Roque Junior; Cafú, Mauro Silva, Eduardo Costa y Roberto Carlos; Marcelinho Paraíba; Elber y Rivaldo. DT: Scolari.

Goles: PT 2m Ayala (A), en contra; ST 32m Gallardo (A); 39m Cris (B), en contra.

Cambios: ST Ortega por Placente (A); 20m Gallardo por Aimar (A); 20m Euller por Elber (B); 25m Vampeta por Mauro Silva (B); 41m Almeyda por C. López (A); 43m Denilson por Eduardo Costa (B).

Estadio: River.

Arbitro: Urs Meier (Suiza).

Recaudación: $ 1.501.495.