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Charlas de Quincho
Quinchos sabrosos y, en su mayor parte, sureños. En las bellezas naturales de los glaciares, el huésped Hugo Chávez tuvo su momento de gloria y su suplicio a la vez: demostró sus insólitas habilidades como conductor de catamarán (rasgo que lo hermana extrañamente con Carlos Menem), pero a la vez no pudo transmitir su programa «Aló, presidente». Otro quincho inquieta más: ¿por qué la Policía no acudió ante el pedido de la jueza Servini de Cubría? Y otro, más aún, se refiere a la espada de Damocles que pende sobre Mauricio Macri, quien espera un fallo de la Corte sobre los depósitos en el Banco Ciudad. También le contamos qué pasa en Santa Cruz, donde la Policía marcha desarmada, y por qué Felipe Solá reniega del dicho que más fama le dio: «Para ganar en política, hay que hacerse el boludo». Veamos:

1- Hugo Chávez llevó a sus hijas y nietos a conocer El Calafate (Santa Cruz). Lo recibieron Cristina de Kirchner y el canciller Jorge Taiana. 2 - El embajador Jorge Hugo Herrera Vegas llegó en moto hasta la Embajada de Brasil. Con casco más bélico que motoquero, el diplomático llevó a su hija Carmelita y justificó su presencia en dos ruedas por el complicado tránsito porteño.
Llegó temprano el embajador Jorge Hugo Herrera Vegas, casi irreconocible hasta que se quitó un casco rojo. Pero allí estaba el diplomático, montado en una Honda un tanto pasada de moda y disfrutando del ronronear, con una bellísima rubia de pelo largo abrazada a su cintura: su hija Carmelita. Junto con Torcuato Di Tella, fueron los primeros en llegar al vernissage que organizó el embajador de Brasil, Mauro Vieira, quien tanto disfruta del arte que abrió en la residencia una sala de exposiciones que ocupa las antiguas oficinas de la casona Pereda, espacio que hace unos meses, cuando colgaron las imágenes del fotógrafo Sebastián Salgado, inauguró el presidente Lula da Silva. Esa muestra actual es un reflejo de la política de integración regional a la que aspira Vieira: organizada por una porteña y un paulista, la mitad de los artistas son brasileños y la otra mitad argentinos. Como se trata de arte contemporáneo y efímero, es decir, de obras que dejarán de existir cuando termine la exhibición, la carioca Sandra Cinto atacó las paredes de una sala con sus alegres dibujos ornamentales, mientras el argentino Tomás Espina pintó con fuego el techo del lobby de ingreso, que quedó de un «artístico» (para algunos) color quemado bastante uniforme. Y casualmente, acaso sin saberlo, casi logró el mismo tono de los frescos que decoran los techos de la recepción de la embajada, pintados en 1932 por el catalán José María Sert, el artista que contrataron para que cubriera, en el Rockefeller Center, el mural de Diego Rivera, que había osado pintar el retrato de Lenin junto al de Lincoln y otros estadounidenses que él consideraba de la misma estatura moral. Pocos conocen esta historia, que se ocultó pudorosamente. Sert, con sus linduras, cubrió una obra maestra del arte y se asemejó, salvando las distancias, al «Braguettone», apodo que se ganó el que cubrió las zonas pudendas del Juicio Final de Miguel Ángel. En la embajada estaban las operadoras culturales Julia Converti, Maia Güemes y Majo Oliva Vélez, además de Carmelita, por supuesto, quienes ocuparon gran parte de la velada. Se dijo que para ver las obras con calma, casi en soledad, hay que asistir al primer vernissage del día jueves al mediodía. Pero en realidad, el Private Viewing del Citi el miércoles por la tarde es el primerísimo y privadísimo cóctel de la sucesión que culmina casi a fin de mes, cuando acabe la feria. Pero la rivalidad entre los ex funcionarios de Cultura de Ibarra, y los de Macri, cruzó su fuego sobre el sensible artista Eduardo Stupía; los temas: el Colón y el Museo de Arte Moderno, que no se abre pero tampoco presta las obras que le piden otros museos del país y el exterior.
El público de estas reuniones suele mirar con gracia a algunos candidatos, como es el caso de Carlos Reutemann, que la semana anterior recibió reproches por la exagerada acusación de «maniobras hitlerianas» al Gobierno de Hermes Binner. El Lole santafesino llamó enojado al editor de algún medio nacional, pero pocas horas más tarde admitió, en un programa de televisión por cable, que «se le había salido la cadena» al decir eso y que esas declaraciones las había hecho en un momento de enojo. Trató de esa manera Reutemann de mejorar su imagen ante muchos sectores, entre ellos la comunidad judeo-argentina, que se enojó con ese exabrupto ahora enmendado. Entre gente tan enfiestada, pero informada, fue inevitable que se deslizasen enigmas que pocos pueden develar:
1) Qué hay detrás del asalto al juzgado de María Servini de Cubría, a quien le llevaron papeles intrascendentes (tenía copia) pero que señalan a negocios por lo común sumidos en la oscuridad, como el juego. Lo más notable es que la jueza despegó al Gobierno de los empresarios del sector por esa intrusión en una de las sedes más poderosas del poder político como es su despacho, que administra las elecciones en la Argentina, justo antes de los comicios. Hay un dato que ella se cuidó de ocultar pero que más la preocupó: cuando hizo la denuncia, la Policía no envió a nadie, ni un patrullero, ni se inició en las primeras horas de conocido el hecho ninguna pesquisa en la escena del crimen.
2) ¿Qué vianda les llevaron a los miembros del directorio del Banco Hipotecario en la sesión de debut de Amado (Aimée, según sus íntimos) Boudou, que apareció con ánimo de jarana? Al punto que festejó en la reunión del miércoles la boutade de uno de los accionistas de la institución, que propuso un nuevo directorio integrado por Luis D'Elía, Miguel Ángel Pichetto, Rafael Bielsa, un abogado llamado Rafael Resnnick Brenner, y Mario Blejer. «Como estamos de acuerdo con el proyecto de Cristina, queremos presentar esta lista de candidatos», señaló el letrado León Spoliansky frente un auditorio atestado de accionistas, el director del Hipotecario, Eduardo Elsztain, todo el directorio de la entidad, Boudou, Sergio Chodos, titular de la Superintendencia de las AFJP residuales y lugarteniente del anterior, y Edgardo Fornero, integrante de la comisión gremial interna. Lejos de provocar rechazo, Boudou pareció festejar la propuesta que, claro, fue pasada a comisión luego de pedirles a los proponentes que presentasen en 48 horas las cartas de aceptación de todos los candidatos -quienes no estaban ni enterados de la nómina-. Spoliansky, explicaron en los pasillos, tiene hace años un juicio abierto contra el banco y, cansado de esperar los tiempos de la Justicia, decidió tomar cartas en el asunto comprando 5 mil acciones de la entidad. Un free pass a 50 centavos la acción que le permite entrar y hablar en todas las reuniones de accionistas.
El 17° aniversario de una empresa petrolera, Transpetrol Sur, en Cañadón Seco, provincia de Santa Cruz, fue el acontecimiento del fin de semana y permitió conocer algunas intimidades y anécdotas del Gobierno, como las bromas pesadas que gusta gastar Néstor Kirchner. En la comida, una de las sorpresas fue la presentación del «Blues de hombres y mujeres del viento y del petróleo», que compuso Alvaro Cañada por encargo de la empresa, que quería homenajear a sus trabajadores. Asistieron personajes destacados de la provincia. Algunos, allegados al matrimonio Kirchner, vinieron de Río Gallegos y de El Calafate invitados por Mario Segura, presidente de Transpetrol. Ellos traían distintas anécdotas y novedades pocos conocidas por Buenos Aires. Entre los asistentes estaba Carlos Guardo, un integrante del Partido Justicialista que trabajó diez años con Julio De Vido y mantiene comunicación frecuente con el ministro. Hoy es un hombre importante en la comunicación con los medios de Santa Cruz. También asistió un personaje poco conocido, pero es el que más tiempo permanece hoy al lado de Néstor Kirchner. Se trata de Miguel Carmona, quien lo sigue con su cámara a todas partes. Registra cada segundo del ex presidente en campaña. Los santacruceños están preocupados porque le advierten algunos flancos débiles que le pueden costar votos, pero él les resta importancia. Otro referente clave, del sector petrolero, de perfil bajo, que estuvo en la reunión es «Chiqui» Maldonado, también operador del sindicalismo de la rama de Comercio, quien durante gran parte de la comida conversó con el legislador K de la provincia, Néstor Méndez, de reconocida influencia y que también cultiva el bajo perfil. Para el que no conoce las intimidades del poder, estas reuniones en Santa Cruz son sorprendentes.
Claudio Dalle Mura, comisionado de Cañadón Seco y ex ministro de Acevedo, el anterior gobernador de Santa Cruz, relataba que se le hace más difícil contar con fondos por como decayó la actividad petrolera. En la bonanza, con los impuestos y contribuciones, asfaltó todas las calles del lugar y adoquinó 30 cuadras, recuperó la pileta de natación cubierta, el teatro, el gimnasio, el club y reequipó el cuartel de bomberos. Pero ahora la realidad de la zona es distinta. Hay 300 trabajadores petroleros de Cañadón Seco y Caleta Olivia, casi todos del sector perforación, que cobran un sueldo básico, como si trabajaran 8 horas, de $ 5.000 más un subsidio de $ 350. Parece mucho dinero, pero no lo es. Alquilar un departamento de dos dormitorios en Caleta Olivia cuesta $ 2.500 y todos los artículos valen el doble que en Buenos Aires. Un par de medias de mujer sale $ 50, una pila «AA», $ 3, un anotador pequeño $ 12 y uno grande, $ 20. Un kilo de asado supera los $ 30. Esa gente, cuando había actividad extractiva, trabajaba 12 horas diarias y tenía ingresos de $ 22 mil mensuales promedio. Hoy están atrapados por las deudas de las tarjetas de crédito. Por eso no llaman la atención las carpas de desocupados cada vez más pobladas frente al gigantesco monumento al trabajador petrolero que se levanta a la entrada de Caleta Olivia. En El Gorosito, como se bautizó a esta gigantesca escultura, los desocupados no están solos. Se sumaron los maestros que han reiniciado sus huelgas y se suman a crecientes conflictos en Santa Cruz. Los mineros de Perito Moreno esta semana cortaron la Ruta 3 porque sus afiliados que conducen camiones quieren pasarse al gremio de Hugo Moyano, que tiene los mejores convenios del país. Esta sangría hacia el sindicato de Moyano la sufren distintos gremios y está provocando fuertes divisiones, porque a los conductores los nuclean delegados de base que se alzan contra su sindicato.
En tanto, Mariano Ferrari, director para el área del Golfo de San Jorge de YPF, estaba esperanzado con el repunte de los precios del petróleo y arriesgaba que lo peor de la crisis estaba pasando. Y algún movimiento se ve, porque el principal hotel de Caleta Olivia, el «Patagonia», está trabajando a pleno. El fin de semana, además de los políticos y empresarios invitados por Transpetrol, se vio gente que está preparando nuevos proyectos. Nadie quiere arriesgar nada, se limitan a decir que los planes de inversiones están atados a lo que haga el Gobierno con las retenciones petroleras. En la fiesta, donde Alvaro Cañada cantó blues y rock de los 60, 70 y 80 acompañado por Aquiles Roggero y «Alambre» González (alguna vez acompañó a B.B. King y Santana), con los coros de Ana Naón y Malena Di Bello, se notó cierta resignación en algunos kirchneristas. Comentaban el magro acto del viernes cuando se lanzó la campaña del PJ en Caleta Olivia. Asistieron poco más de un centenar de personas. «Eran todos candidatos, ningún afiliado», deslizó uno de los comensales con ironía. Otro, ferviente defensor del Gobierno, dijo que si Néstor gana por un puñado de votos en la provincia de Buenos Aires va a demostrar que es un ganador nato. La afirmación fue exagerada, pero a los que aman a «Lupo» -que es como llaman al ex presidente sus amigos- no les interesa escuchar razones acerca de los legisladores que van a perder. Ellos quieren que Néstor gane, sea como fuere.
Lo que más indignación causa en este momento en Santa Cruz es lo que está sucediendo en General Las Heras, una ciudad a pocos kilómetros de Cañadón Seco, más conocida por el conflicto petrolero donde mataron al policía Sayago y nunca se encontró al culpable. Este lugar, que ha crecido en forma desproporcionada por la actividad petrolera, tiene graves problemas de inseguridad que aumentaron con la llegada del juez de Instrucción Eduardo Quelín. El magistrado hace dos semanas detuvo y acusó de homicidio calificado a Luis Perea, el segundo jefe de la comisaría del lugar. El oficial había reprimido con orden judicial a un delincuente acusado de robos e intentos de homicidio. «Popeye» Vargas se resistió a la detención en su casa. Al pedido de la Policía de que se entregue respondió con disparos. Dos balazos pegaron en el chaleco antibalas de Perea, que respondió con municiones de goma. El delincuente fue alcanzado por dos perdigones en la pierna, lo que demuestra que no hubo intenciones de matarlo, pero uno le abrió la arteria femoral. Se desangró, pero no dejó que lo atendieran y siguió disparando. Cada vez que se acercaban los policías amenazaba con volar la manzana con unas garrafas que tenía a su alrededor. Finalmente se desvaneció y murió en el hospital. La detención del policía consiguió el milagro de unir al Gobierno de Santa Cruz y a la gente contra el juez. Todos los integrantes de la Policía de General Las Heras entregaron sus armas porque no quieren portarlas después de este incidente. «Al que mató a Sayago no lo detuvieron y sí al policía que mata a un delincuente», es el comentario más generalizado.
Como parte de su aniversario, Transpetrol invitó a la periodista Silvia Fernández Barrio, ahora dedicada a su fundación AEPSO para la atención de enfermos de psoriasis. Como parte del programa de responsabilidad empresarial, Fernández Barrio habló ante médicos porque abundan los casos de psoriasis en la Patagonia ya que tiene menos días de sol que otras partes del país. Entre los comentarios que se hicieron cuando terminó la reunión, una de las médicas dio un detalle estadístico poco conocido. Desde que apareció el Viagra, a la estadística de enfermos de sida se incorporó el sector de hombres de entre 50 y 70 años.
Vamos a terminar con un chiste idiosincrásico:
Un porteño, en el aeropuerto de Seattle, mientras espera la llegada de un vuelo de Aerolíneas, ve pasar a Bill Gates. Temeroso, duda en acercársele y hablarle, pero al fin reúne coraje y lo hace:
-Mister Gates -le dice-, qué sorpresa y honor encontrarlo aquí. Me llamo Jorge y soy de Buenos Aires, Argentina.
Y juntando más valor agrega:
-Quisiera pedirle un pequeño favor... En unos minutos tengo una reunión de negocios en esa salita, importantísima para mí. ¿Le molestaría mucho saludarme al pasar? Usted entiende cómo son estas cosas...
Gates, sonriendo, le responde que lo hará con mucho gusto. Quince minutos más tarde, el porteño, ya reunido con sus clientes de Buenos Aires, a través de las paredes-vidrieras de la sala ve venir a Gates, quien llega, abre la puerta, se asoma y dice:
-¡Hi Jorge! ¿Cómo estás?
Y el hombre le responde:
-Che, Bill, ¿siempre interrumpís así? ¿No ves que estoy en una reunión?
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