Mejor la actuación que las reflexiones

Claudio Tolcachir dirige a la actriz en un unipersonal cuyo mayor acierto es la frescura y naturalidad con la que rememora su infancia y adolescencia.

PARADOJA. Morán resulta más auténtica y convincente cuanto deja de lado sus comentarios y reflexiones y se entrega a la representación.

En la plenitud de su madurez, Mercedes Morán protagoniza un unipersonal de su autoría cuyo mayor acierto reside en ese vivo retrato de infancia y adolescencia que la actriz despliega en escena con gran sentido del humor.

La vida en un pequeño pueblo puntano (Concarán) se adivina opresiva bajo el control de una madre muy religiosa; aunque también parece ofrecer un sinfín de aventuras a una niña rebelde, traviesa y dueña de un hedonismo precoz.

Dirigida por Claudio Tolcachir (ya trabajaron juntos en dos obras anteriores: "Agosto (Condado de Osage)" y "Buena gente"), Morán revive con frescura y credibilidad su relación con la naturaleza, los juegos y peleas entre hermanos y la figura ejemplar de un padre con sensibilidad social. También celebra y se ríe de su marcada curiosidad por el sexo. Un rasgo que, según sus dichos, la ha acompañado desde su más tierna infancia, cuando en su afán de descubrir los atributos viriles decidió espiar a su hermano mayor.

De esa fuerza libidinal parece provenir también el tesón con que la actriz fue superando errores y obstáculos hasta llegar a este presente de gran disfrute vital, tal como lo afirma en la segunda parte del espectáculo. Allí ofrece un rápido resumen de su vida adulta y casi sin hacer referencia a su espléndida trayectoria actoral en teatro, cine y televisión (de la que seguramente atesora valiosas anécdotas), se lanza a hablar de la menopausia, el paso veloz de los años y el sexo después de los 50 con actitud ganadora, espíritu bromista y unos cuantos clichés.

Paradójicamente, la intérprete resulta más auténtica y convincente cuanto deja de lado sus comentarios y reflexiones y se entrega de lleno a la representación. Más allá de imitar las voces de su madre, tía, hermana con una gracia irresistible (y de recrear ella sola una escena de varios personajes) también ha logrado hacer visible la tragicómica dinámica de los vínculos familiares.