5 de diciembre 2003 - 00:00

Peter Weir: "El público quiere volver a la épica"

Peter Weir
Peter Weir
M odesta pero brillante, tremendamente eficaz, la filmografía del australiano Peter Weir está a medio camino del cine comercial y el cine artístico. El autor de «La sociedad de los poetas muertos», «La última ola» y «The Truman Show» estrena ahora una película épica basada en novelas de Patrick O'Brien, « Master & Camander», que trata de ser el equivalente marítimo de lo que fue dos años atrás «Gladiador». Como ésta, el protagonista vuelve a ser Russell Crowe. Weir dialogó en Los Angeles con El Mundo.

Periodista:
Muchos de sus films son un examen de personajes que mantienen una distancia con la realidad. Por ejemplo, los amish de «Testigo en peligro» o el protagonista de «The Truman Show». En este film, la tripulación vive aislada de la vida normal durante meses.
¿Usted busca algo así?

P.W.: No. Sin embargo, con tanta evidencia es difícil que alguien me crea. Creo que en mi caso se debe a que en los años 50 en Australia estaba tremendamente interesado en quiénes éramos y cómo llegamos allí. En la escuela me quedó claro que la mayoría veníamos de Europa. Le pregunté a mi padre y dijo que de Escocia. ¿Qué ciudad? Le pregunté. «Eso lo sabrá tu abuelo», me dijo. Mi abuelo tampoco sabía nada y dijo que el único que podía aclarar mis dudas era mi tatarabuelo, que estaba muerto. Me di cuenta de que, a diferencia de los norteamericanos, los que emigraron a Australia -excepto los presos que fueron enviados allí abandonaron sus tierras de origen para siempre. En esa época era común no hablar de donde venía uno. Para mí esto era fascinante y extraño al mismo tiempo. Nos encontrábamos en Asia y nadie sabía de dónde había venido. Entonces hice un viaje en barco hasta Europa por el Canal de Suez. Fueron cinco semanas. De hecho nunca más he vuelto a casa desde ese viaje a Europa. Imagino que lo que asoma en esas películas mías es ese descubrimiento en mi infancia de que éramos de alguna forma huérfanos culturales.


P.:
¿Ha investigado sus orígenes desde entonces?

P.W.: Lo he intentado pero no llegué muy lejos. En Escocia, cerca de la frontera con Inglaterra, hay una ciudad llamada Dumfries. Mi tatarabuelo viene de allí. Sin embargo, en esa época había un impuesto a la hora de sacar tu partida de nacimiento, por lo que durante una época no hay registro de ningún tipo en las parroquias. La gente quería ahorrar esos seis peniques. Me quedé con las ganas de saber más.


P.:
¿Cuál fue el mayor desafío de dirigir esta película?

P. W.: Al ser una mezcla de los 20 libros de Patrick O'Brian, el guión ofrecía varios. El primero era la posibilidad de elegir lo que quisiera de las veinte novelas. Tuve que distanciarme de O'Brian para poder cambiar la trama a mi gusto. Pero al mismo tiempo no podíamos salirnos mucho de las acciones narradas en sus novelas. Así que con John Colle, el coguionista, empezamos basándonos en «El otro lado del mundo». Pero no funcionaba ya que no había una batalla final y en el libro se quedaban en las islas Galápagos.Al final incluímos un poco de «Master & Commander» además de añadir algo de nuestra cosecha, siempre manteniendo el tono que O'Brian utiliza en sus libros. Después de mucho pensar llegamos a la conclusión de que Patrick O'Brian no será recordado por sus argumentos sino por su prosa, sus personajes y sus escenarios.


P.:
Durante el rodaje, ¿qué fue lo que más le costó?

P.W.: Que el barco pareciera que estaba navegando. Rodamos mucho material en un tanque de agua utilizando muchos trucos para hacer ver que el barco estaba en el mar. Tenía que hacer creer que el barco iba de Brasil a las islas Galápagos. Tenía que mostrar cambios de luz, cambios de clima. De los 100 días de rodaje estuvimos unos 10 en el mar para captar imágenes suficientes que aportaran ese realismo.


P.:
No hay muchas películas épicas e históricas últimamente. ¿A qué cree que se debe eso?

P.W.: Creo que hay varias respuestas. Pienso que hasta que no llegó «Gladiador», la gente no se dio cuenta de que las películas históricas podían funcionar. También el hecho de que las mejoras tecnológicas en el apartado de los efectos especiales facilita mucho embarcarse en proyectos de esta magnitud. Hoy en día si tienes el dinero, con las computadoras puedes hacer prácticamente lo que quieras. Además existe esa noción de que a través de personajes del pasado examinamos nuestro presente. Vemos cualidades en esos hombres y mujeres de antes y de forma nostálgica deseamos haber aprendido algo de ellos.


P.:
Ahora que menciona «Gladiador», ¿escogió a Russell Crowe de protagonista cuando vio la película de Ridley Scott?

P.W.: Sí. Quería elegir entre Russell Crowe y Richard Burton. Richard Burton está muerto. Si estuviera vivo me habría costado decidirme. Russell tiene un carisma especial. Denota autoridad y liderazgo. Eso no impide que su rango como actor sea más amplio y pueda hacer de John Nash en «Una mente brillante». Es una estrella de cine poco habitual porque es un actor como la copa de un pino. Sabemos que hay estrellas de cine que son tremendos actores pero esa combinación no siempre se da. Tom Hanks es uno de ellos también.

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