"Rugrats" en cine sólo repite la TV

"Rugrats".

Para arreglar un aparato del parque de diversiones Euroreptarland, el señor Pickles viaja hasta Francia con su familia, sus amigos, y los hijos de sus amigos, incluyendo a Carlitos (en el original, Chuckie) y su padre viudo, que en París creerá reencontrar el amor. Pero le toca una francesa taimada, nada que ver con su patrón japonés, ni con la dulce japonesita que también le echó el ojito... Para poner las cosas en orden, los bebés tendrán que cruzar la ciudad a bordo de un enorme monstruo metálico.

Buena idea, si se quiere, lástima que esta segunda película de la empresa Klasky Csupo dista de superar a la primera. Que tampoco era la octava maravilla, pero al menos tenía técnica, chistes y ritmo como para justificar el precio de la entrada y satisfacer las expectativas de su público.

Quizá también este viaje a París satisfaga las expectativas de su público, sobre todo si sólo espera ver lo mismo que ve por televisión, pero, claro, eso no justifica el precio de la entrada. Los dibujos son descuidados, y apenas se lucen algunos planos de nubes coloreadas, y unas pocas panorámicas.

Para reproducir en un plano la clásica imagen de la catedral de Notre Dame vista desde la otra orilla del Sena, en vez de dibujar detenidamente la iglesia, aunque sea calcando una imagen digitalizada, simplemente hicieron las cosas por la mitad, es decir, pusieron un injerto digital en medio de un plano de dibujos tradicionales, algo que no va con el estilo de la serie, pero sí con la mentalidad de sus productores: rápido, ordinario y barato.

En cuanto a los chistes, aparte de los habituales, tan tiernos, de bebés jugando con sus cacas y vómitos, hay situaciones lamentablemente desaprovechadas (por ejemplo, las candidatas que aparecen en el site del viudo), y una variante bien rematada de «La dama y el vagabundo», pero no tan buena como la que, sobre idéntica escena de la misma película, hemos visto en «Los Simpsons». No vale la pena comparar. Otro chiste alude a «Godzilla». O quizás a la inauguración del Mundial '98. En todo caso, igual es flojo.