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Esas inquietudes atrasaron ayer la presentación de un interbloque formal en la Legislatura porteña, entre los diputados del macrismo (7) y sus aliados (9) y los de Recrear (3). La pequeña bancada del ex ministro de Fernando de la Rúa, por ejemplo, está dividida casi en dos. Por un lado, los «oficialistas» de Recrear, que dejan su cargo a fin de año y aspiran a renovarlo con 25% de las posibilidades que le ofrece la lista del acuerdo, es decir, 25% de las candidaturas a legisladores porteños. Son Carlos Araujo -vicepresidente tercero de la Legislatura- y Fernanda Ferrero -titular del bloque-.
El tercero en discordia es el titular de la Comisión de Transporte, Jorge San Martino, quien pertenece a la línea interna «Bases» y aspira a que se celebren urnas caseras para dirimir quiénes son los candidatos.
Desde ese grupo señalan a los otros, los oficialistas, de ir en contra de los principios propios de Recrear como «cuando votaron la expropiación de conocido local La Alameda».
En el macrismo la interna es aún más compleja. Macri quiere tener control sobre sus futuros legisladores y rechaza concurrir al cuarto oscuro con más de una boleta que acompañe su candidatura a diputado nacional, como ocurrió cuando se postuló a jefe de Gobierno. Sin embargo, los peronistas aliados (Diego Santilli, Cristian Ritondo) no terminan de digerir entremezclarse con los simpatizantes de Recrear en la boleta y le piden una franquicia. Otro es Juan Carlos Lynch, quien también quiere reelegir el mandato que termina en diciembre, y se colaría en una lista alternativa como en la pasada elección. Como si fuera poco para el reparto, se vienen sumando adherentes al frente electoral, que piden lo suyo, como Unión Republicana, abonado por ex radicales.
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