El acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) parece ingresar en la última etapa de negociación a pesar de las múltiples trabas originadas, mayormente, por las exigencias medioambientales europeas y las condiciones puestas como contramedidas por el bloque regional. Argentina aprieta el acelerador a contramano de Brasil, mientras Uruguay espera mayores definiciones que den certeza sobre el cierre de este largo capítulo internacional.
Argentina deja sus reclamos por el acuerdo Mercosur-UE y las negociaciones cobrarían impulso
El gobierno de Javier Milei aceptaría los términos acordados en 2019 a la vez que Uruguay consolida un aliado al interior del bloque regional.
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Con el cambio de gobierno en Argentina y la nueva presidencia pro témpore del Mercosur a cargo de Paraguay, diciembre trajo un reacomodamiento de las fuerzas al interior del bloque regional: por un lado, el Poder Ejecutivo encabezado por Javier Milei en el país vecino aseguró que la firma del acuerdo con la UE es de “vital importancia” en el marco de su política totalmente aperturista; mientras que, por el otro, la postura del presidente Santiago Peña de no esperar más por Europa, y negociar con otros potenciales socios económicos.
Esto trajo, en principio, dos consecuencias: la disposición a realizar concesiones por parte de Argentina que, durante los últimos cuatro años, no fueron negociables; y la posibilidad de que, en la búsqueda de cerrar con 25 años de negociaciones, el Mercosur —y, tal vez, la UE misma— flexibilice sus condiciones, dándole un nuevo impulso a las conversaciones.
El nuevo escenario se abre a partir de la decisión argentina de desistir de los reclamos por compensaciones frente a las adendas medioambientales añadidas al acuerdo a través del Pacto Verde, según informó Ámbito Argentina. En este sentido, el gobierno de Milei abandonaría la línea de política internacional que el país mantuvo durante la presidencia de Alberto Fernández —en sintonía con el Brasil de Luiz Inácio Lula da Silva—, y buscaría cerrar el convenio en los mismos términos que se habían pactado durante el 2019.
Según fuentes de la Cancillería del país vecino, el objetivo es equilibrar el acuerdo y aceptar los términos de hace cuatro años, para así cerrar la primera negociación de esta gestión, que busca liberar la entrada y la salida de productos sin o con muy bajos aranceles.
La idea sería firmar de manera simbólica el acuerdo Mercosur-UE durante la reunión de la Organización Mundial del Comercio (OMC) que se llevará a cabo en febrero, en Ginebra.
¿Qué pasa con Uruguay?
Si bien desde Uruguay —u otros países del bloque— todavía no hay una postura sobre la decisión argentina, para el país este impulso podría ser una buena noticia. Principalmente, porque va en línea con el deseo del gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou: terminar lo antes posible con una negociación que lleva más de 25 años, a la vez que se da un paso hacia la flexibilización del Mercosur tan reclamada por la actual gestión.
Lo cierto es que el que Argentina deje de lado sus reclamos ante las adendas medioambientales —compartidos con Brasil, en tanto ambos gobiernos consideran que las exigencias en términos de cuidado medioambiental pueden terminar convirtiéndose en medidas proteccionistas del bloque europeo que perjudiquen a los países sudamericanos—, no implica que el resto del Mercosur acepte desistir en ellos. Incluso podría generar tensiones entre los países socios.
Para Lula, por ejemplo, la inclusión en la contrapropuesta de cuestiones relacionadas a mayores inversiones europeas en la región o mayores cuotas de exportación hacia Europa fue clave; por lo que no parece, en un primer momento, que dar un paso al costado, ahora, sea una opción. Quedará por verse, también, la postura de Paraguay que, si bien emitió un ultimátum, podría preferir un cierre exprés con ciertos sacrificios antes que ningún cierre.
Por lo pronto, Brasil inició un ciclo de conversaciones con Japón, con la intención de expandir el comercio regional hacia el país asiático. Mientras que la posibilidad de que el acuerdo con la UE se caiga abre, igualmente, las puertas a un posible Tratado de Libre Comercio (TLC) del bloque con China. Por lo que para Uruguay ambas opciones tienen ganancias, con la ventaja de que Argentina, con el actual signo político de su gobierno, se posiciona cada vez más como un aliado de fuerza dentro del organismo multilateral sudamericano.
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