El crecimiento del proteccionismo en las principales economías del mundo, a partir de una inestabilidad económica a nivel mundial, se ha instalado como uno de los grandes obstáculos para la firma del acuerdo Mercosur-Unión Europea (UE) a pesar de haber estado a muy poco de lograr su firma histórica. Sin embargo, las potencialidades del bloque sudamericano en términos de su capacidad de producción “verde” —entre ellos, Uruguay— es lo que ha encendido las alarmas en algunos países europeos y, principalmente, Francia.
Las potencialidades del Mercosur para liderar la industria verde preocupa a Europa y demora el acuerdo
El bloque tiene ventajas comparativas y competitivas en términos ambientales. Temor en los países europeos por el efecto que la apertura tendría en sus empresas.
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Es sabido el deseo que muchos mandatarios tienen —o tenían— por concluir una etapa de negociación que se extiende por más de dos décadas entre el Mercosur y la UE. El presidente Luis Lacalle Pou fue uno de los que más insistió en lo poco lógico de que las conversaciones llevaran 25 años en “el mundo moderno” por “todas las cosas que han cambiado en este tiempo”.
Sin embargo, y a pesar de haber estado muy cerca de llegar finalmente al momento de la firma —con los liderazgos del mandatario brasileño Luiz Inácio Lula da Silva en el Mercosur y de su par español Pedro Sánchez en el Consejo de la UE, y la posibilidad de que el tramo final comenzara en la cumbre de bloque sudamericano del pasado 7 de diciembre—, el capítulo ambiental terminó siendo la estaca que pareciera haber herido de muerte para el acuerdo.
Más allá de las conocidas diferencias de Brasil respecto de las exigencias ambientales incluidas recientemente en las negociaciones, la oposición de la Francia de Emmanuel Macron fue determinante: “Es un acuerdo que se negoció hace 20 años, y que intentamos remendar, pero está mal hecho", cuestionó el mandatario europeo y lamentó que "no toma en cuenta la biodiversidad y el clima", por lo que, analizó, se reduce a un texto "mal remendado que desmantela los aranceles".
Ahora bien, ¿qué es lo que hay detrás de sus críticas?
El Mercosur como un potencial riesgo competitivo para Europa
A pesar de que las disposiciones ambientales fueron una importante piedra en el camino del acuerdo Mercosur-UE, lo cierto es que el bloque sudamericano ya tiene una gran capacidad de producción en términos de la industria verde. Y este habría sido el verdadero inconveniente para el cierre de las negociaciones, según el vicepresidente del Sector Privado del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), Jorge Arbache.
En un artículo publicado en la página oficial del organismo —aunque lo postulado no corresponde a la postura del mismo, sino a la del autor—, Arbache señaló que los intereses agrícolas e industriales de Europa y de Francia, particularmente, pesaron más al momento de poner todo en la balanza. “Las explicaciones pasan, al menos en parte, por las propias normativas ambientales de la UE y las ventajas comparativas y competitivas de los países del Mercosur”, consideró el profesor de Economía.
“Uruguay y Paraguay tienen matrices eléctricas prácticamente 100% verdes, mientras que la de Brasil es 85% verde, niveles mucho más altos que los de la UE, que es del 39%”, comenzó exponiendo, dando cuenta del punto de partida del malestar en algunos sectores europeos. Esto se debe a que las capacidades sudamericanas hacen a la región muy atractiva en términos de powershoring; es decir, la estrategia a través de la cual las empresas se ubican geográficamente en función de la disponibilidad de energía verde, segura, barata y abundante que permite reducir costos y cumplir con parámetros ambientales más amplios.
La alta capacidad de producción de hidrógeno verde —basta con ver el interés de la UE en Uruguay respecto de esta materia—, junto con la disponibilidad de grandes reservas de muchos de los minerales críticos más importantes para la nueva economía —litio, níquel y silicio, entre otros— y, sobre todo, de agua dulce y de un inmenso potencial para la bioeconomía, hacen del Mercosur en competidor peligroso en la participación y expansión del mercado de carbono que Europa quiere liderar a toda costa —y en el que no tiene las mismas condiciones, tal y como señala Arbache.
A esto se le suma, además, la producción de biocombustibles, un producto clave en un contexto geopolítico donde el petróleo es un bien cada vez más escaso en términos de producción y disponibilidad.
“Con este conjunto único de atributos, el Mercosur puede producir bienes industriales con muchas menos emisiones que Europa y con un tiempo de llegada al mercado y una estructura de costos sin igual. En cuanto a la agricultura, puede expandir significativamente la producción al mismo tiempo que avanza en tecnologías sostenibles y regenerativas, el uso de tierras degradadas y otras técnicas amigables con el medio ambiente”, apuntó el vicepresidente de la CAF, y señaló que el powershoring ya está atrayendo inversiones a la región.
Para Arbache, el Mercosur puede acelerar la descarbonización de las cadenas de valor europeas, pero en el Viejo Continente hay temor de los efectos en el corto plazo que llevan al proteccionismo y a la “discriminación” que derivan en el bloqueo a más y mejores acuerdos interbloque.
“Todo esto ya está generando barreras arancelarias y no arancelarias, así como desviaciones comerciales e inversiones preocupantes para América Latina y otras regiones en desarrollo. Todo indica que el colapso del acuerdo entre el Mercosur y la UE sería parte de este mismo movimiento”, concluyó el economista.
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