El sector del comercio y los servicios en Uruguay fue uno de los más golpeados por la pandemia y, cuando otros rubros de la economía comenzaban a superar esa crisis, debió afrontar una nueva, derivada del enorme diferencial de precios que vive el país con Argentina.
Control aduanero, importaciones y menos burocracia, el plan de la Cámara de Comercio para mejorar la realidad del sector
"Uruguay es caro", afirma Ana Laura Fernández, asesora de la entidad. ¿Qué hacer entonces para solucionar las debilidades económicas?
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La diferencia cambiaria con Argentina ya afecta el empleo a nivel nacional
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La brecha de precios con Argentina llega a 199%, al ritmo de la escalada del dólar blue
De acuerdo al último informe de actividad elaborado por la Cámara de Comercio y Servicios del Uruguay (CCSUy), la actividad ingresó, en el segundo trimestre del año, en un estancamiento, luego de meses de leves mejoras, pero que no alcanzaron a consolidar un crecimiento sostenido.
Ana Laura Fernández, asesora económica de la CCSUy, explicó a Ámbito que si bien la coyuntura actual del sector está dominada por la diferencia cambiaria con Argentina –que tras la escalada poselectoral del dólar blue trepó al 200%-, el hecho de que “Uruguay es un país caro” es una realidad desde hace años. Al respecto, detalló las políticas que, desde la Cámara, promueven para revertir esa situación y apuntalar una de las actividades primarias de su economía.
¿Hay factores coyunturales de Uruguay que afectan a la realidad del sector o también hay un efecto del fin del crecimiento económico pospandemia, como ocurrió en la región?
- A fines de 2021-2022 hubo un rebote no solamente por el fin de la pandemia, sino porque hubo una apertura de fronteras y eso impactó positivamente en lo que tiene que ver con el sector comercio y servicios. La realidad que hoy estamos teniendo es el diferencial de precios con Argentina y es un factor fundamental en el sector. Pero también es una realidad que la economía, en su globalidad, tendrá un magro crecimiento este año como consecuencia de la sequía. El agro también mueve mucho lo que hace al comercio, todo lo que tiene que ver con las actividades conexas y también en el interior. Es un generador de fuentes de trabajo y de riqueza. A la par, las exportaciones están cayendo más del 15%. O sea, hay un escenario tanto a nivel regional como extra regional que es menos optimista para el Uruguay.
¿Es muy distinto el escenario actual, con la profundización de la sequía y la diferencia cambiaria, a lo que se había planteado en marzo con las rebajas impositivas que el gobierno esperaba se tradujeran en un mayor consumo?
- Hubo medidas que pueden llegar a mitigar la situación. Realmente si hablamos de solucionar la situación de frontera o el impacto que está teniendo en las empresas y en el sector comercio, es muy complejo. Uruguay como economía tiene debilidades en lo referido al control aduanero, está claro que no es suficiente. Hay grandes corrientes de contrabando que están ingresando al país motivadas por estos diferenciales de precios y porque en algunos lugares hay espacio para que ingrese y se comercialice mercadería. Eso también afecta los resultados económicos de las empresas. Intentamos que el consumidor no compre cosas falsas, pero es una realidad que los precios son más bajos.
Claramente es un tema complejo porque, por un lado, hay factores que no se pueden controlar desde Uruguay que tienen que ver con la economía argentina, pero además hay una cuestión de hábitos en lo referido al cruce de fronteras.
- Totalmente. La situación de fronteras es cultural, es social, excede lo económico, pero esa realidad los departamentos de frontera están acostumbrados a vivirla. Sin embargo, la actualidad, con la diferencia con Argentina, no es lo común. Existe un diferencial que se ha magnificado porque Argentina se ha empobrecido mucho, porque tiene desequilibrios macroeconómicos muy importantes. Uruguay, por el contrario, ha hecho las cosas de forma más ordenada, ha logrado mayor estabilidad en sus políticas macroeconómicas y eso incide positivamente en sus variables nominales. El diferencial es históricamente alto y los perjuicios, por lo tanto, también.
Líneas de acción más allá de la diferencia cambiaria con Argentina
¿Qué medidas creen indicadas para mitigar este contexto?
- El control del contrabando es un aspecto clave, el tema de extender algunas reducciones en el impuesto al consumo en aquellos productos que tengan mayor diferencial. Entendemos que son medidas que tienen un costo fiscal, pueden ser medidas transitorias, pensarlas a nivel de frontera y no extenderlas a todo el país. Hay que poner los equilibrios en juego, el impacto fiscal y el económico. Y también el tema de reducción de tarifas públicas o de algunos de sus elementos para las empresas en frontera.
Después medidas de mediano y largo plazo porque más allá del diferencial de precios, Uruguay es una economía cara, lo sabemos. Es una economía pequeña, poco abierta, eso hace que seamos caros. También sabemos que hay muchos otros aspectos que hacen al funcionamiento propio de nuestra economía que nos hacen caros, como por ejemplo cómo funcionan algunos mercados. Podemos incrementar los niveles de competencia para que redunden en mejores precios al consumidor. Son medidas que no van a tener un impacto ahora, pero que es un camino que Uruguay como país debe recorrer.
¿Y respecto a la burocracia?
- Desde la Cámara de Comercio desde hace tiempo venimos insistiendo en ello, porque es un problema para las empresas. Debemos lograr mecanismos de intervención más eficientes en términos de precios, de tiempo. Ahí hay diferentes interlocutores, como el MGAP, el MEF o el LATU, que deben hacer ese trabajo junto a las empresas para lograr que los controles sean eficientes. Allí hay mucho espacio para mejorar, para racionalizar esos procesos y que redunden en menores costos. En la Cámara tenemos un proyecto que se llama “Facilitaciones, de lo complejo a lo simple”. Tratamos de que las empresas puedan volcar sus experiencias respecto a esa burocracia. Todo eso es una carga que se traduce en más tiempo, mayor personal. Las autoridades deben trabajar en facilitar los negocios y en la microeconomía.
Respecto a las importaciones son varias las voces que consideran que abrirlas sería una solución. No obstante, suele haber sectores que son reticentes a ese tipo de políticas.
- Hay falta de competencia en algunos mercados que hoy están cerrados para determinados jugadores, obviamente allí hay intereses específicos. Entendemos que allí hay que hincarle el diente. Habrá grupos de interés que no serán tan afines a esto, pero es la única forma. Obviamente hay un costo político en estos casos, pero hay que mirar el árbol y entender que en ello Uruguay tiene deficiencias. Son mercados con pocos jugadores, donde hay posiciones dominantes y eso hace que haya menos competencia y, al final del día, se traduce en precios que no son competitivos y que afectan al consumidor y a la economía en su globalidad. Desde la Cámara somos bien enfáticos, entendemos que el camino es por ahí: mejorar la competencia y trabajar en la regulación de esos mercados.
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