El Banco Central del Uruguay (BCU) mantuvo sin cambios las tasas de interés de referencia tras la cuarta reunión del Comité de Política Monetaria (Copom), en línea con algunas de las expectativas de los analistas y el mercado financiero, que vieron margen para una pausa dentro de la fase contractiva. Sin embargo, los próximos meses serán desafiantes en varios aspectos para el control de la inflación, el objetivo final del actual rumbo de la política monetaria.
El BCU enfrenta grandes desafíos en política monetaria para lo que resta del año, advierte el economista José Licandro
Las políticas fiscal, de tarifas públicas y salarial deberán estar alineadas para suavizar la incertidumbre inflacionaria de los agentes económicos.
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La inflación núcleo y la incertidumbre global pueden estirar la fase contractiva de la política monetaria
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El Banco Central del Uruguay mantuvo las tasas de interés tras la baja de las expectativas de inflación

Tras la pausa en los recortes, la política monetaria tiene grandes desafíos en lo que queda del año.
El BCU viene teniendo en cuenta la importancia de alinear las expectativas de los agentes económicos con el objetivo de inflación del 4,5% en los próximos 24 meses para que éste sea efectivamente posible, “sin incurrir en costos relevantes de menor actividad y empleo, así como distorsiones en precios relativos y rentabilidad exportadora o competitividad”, según señaló el economista y exintendente de Regulación Financiera, José Licandro en diálogo con Ámbito. Para ello, inició una fase contractiva este 2025, que llevó a tres subas consecutivas de la Tasa de Política Monetaria (TPM).
Pero la semana pasada, y justamente ante una mejora en las expectativas del mercado financiero —aunque todavía altas—, la autoridad monetaria decidió una pequeña pausa en la tendencia alcista. Los esfuerzos, sin embargo, son a largo plazo, y por delante se avecinan algunos desafíos que se deberán tener muy presentes.
Los desafíos inmediatos para bajar las expectativas
El BCU está “obligado a dar señales claras e inequívocas de que hace lo que debe hacer para que los agentes se alineen”, insistió Licandro. Para él, la autoridad monetaria debería no solo haber subido la TPM, sino que la suba tendría que haber sido mayor a los 25 puntos básicos que también se contemplaban dentro de las expectativas, profundizando aún más la instancia contractiva actual.
Esto porque, además de que los agentes necesitan esas señales incuestionables para reducir sus expectativas, a la largo del año habrá otros factores de presión no solo en términos de precios, sino también de confianza en el sector empresarial.
Para el economista, “en el contexto interno están las mayores incertidumbres”: “La política monetaria funciona mejor y más rápido si tiene consistencia con la política fiscal, la de precios de tarifas públicas y la política salarial que influye en las negociaciones de los Consejos de Salarios”, apuntó.
Respecto de la política fiscal, Licandro mencionó los ajustes que ha mencionado el ministro de Economía y Finanzas (MEF), Gabriel Oddone, respecto de seguir fortaleciendo la disciplina de la regla fiscal —sobre todo tras un cierre de la anterior gestión con algunos cuestionamientos—, pero “a nadie se le escapa que hubo muchas políticas electorales que implicarían aumentos de gasto”. “La resolución de estas dos intenciones contradictorias recién se verá en la aprobación hacia fin de año del Presupuesto 2026-30”, señaló.
La política de tarifas públicas, en tanto, tiene su mayor exponente en las recientes modificaciones anunciadas en el esquema de ajuste de precios de los combustibles. Por el momento, dichos cambios fueron en línea con lo establecido en la Ley de Urgente Consideración (LUC), aunque todavía persisten dudas sobre “si se volverá a apelar a sobreprecios en tarifas de servicios monopólicos como mecanismos de recaudación pseudo tributaria”; algo que también sería contradictorio con la política monetaria.
Finalmente, en la política salarial está el último desafío, a la espera de las pautas del gobierno para una nueva ronda de Consejos de Salarios: el principal punto de incertidumbre es la posible desindexación —o no— de salarios, o hasta qué punto podría avanzarse en ello con las diferencias que suscita al interior del gobierno.
“De nuevo, habrá que ver qué sucede. Si las pautas salariales no toman proyecciones de inflación consistentes con la política monetaria para los próximos dos años; si se proponen aumentos reales que no sean coherentes con una realidad de una actividad que se ralentiza, etc.; los aumentos nominales de salarios pueden provocar dificultades para que los precios en el sector No transables converjan a la meta, siendo que históricamente han sido los más rígidos al no tener influencia de la competencia internacional”, explicó Licandro.
Por el momento, el contexto internacional ha resultado desinflacionario para Uruguay, lo que ha dado cierto margen de acción al BCU; pero no es de esperar una flexibilización en la TPM por un tiempo prudente.
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