13 de mayo 2025 - 16:37

José Mujica y la austeridad como "una lucha por la libertad"

El expresidente fue reconocido en todo el mundo por el modo de vida alejado de lujos y excesos que cultivó durante su vasta trayectoria política.

El expresidente José Mujica fue reconocido a nivel mundial por su austeridad.

El expresidente José Mujica fue reconocido a nivel mundial por su austeridad.

Foto: @ricardostuckert

El expresidente José Mujicase erigió como un símbolo de austeridad durante su paso por la política, con una sencillez en su vida diaria que contrastaba con la profundidad de sus reflexiones, caracterizadas por no pasar inadvertidas y no exentas de generar polémicas.

Ya sea por lo hecho antes, durante o después de su paso por la Presidencia de la República entre 2010 y 2015, Mujica se consolidó como uno de los grandes líderes históricos del Frente Amplio (FA) y un referente de la política del Uruguay, que logró llamar la atención del mundo por su estilo de vida alejado de lujos y excesos.

Donar una gran parte de su salario para planes sociales destinados a la construcción de viviendas, no utilizar la Residencia de Suárez y Reyes (a la que propuso poner en venta) para mantenerse en su chacra y la no utilización de autos oficiales durante su vida política son apenas algunos de los gestos que definen a quien fue el gran líder del Movimiento de Participación Popular (MPP).

“Los políticos tenemos que vivir como vive la mayoría y no como la minoría. La política es la lucha por la felicidad de todos”, expresó al manifestar uno de sus principales preceptos para la dirigencia.

Con pasado como tupamaro y habiendo estado preso por 14 años -12 de ellos en aislamiento-, asumió la Presidencia en 2010, declarando una fortuna personal neta de 1.800 dólares, producto de su célebre Volkswagen Fusca modelo 1987, al que sólo dijo que vendería por un millón de dólares que sería utilizado para donaciones.

Durante su gestión, Mujica continuó viviendo en su chacra de Rincón del Cerro, donde no contaba con personal de servicio y apenas toleraba dos policías de civil en un auto en la calle como parte de su custodia presidencial.

Críticas al "mundo loco" y su "lucha por la libertad"

Las críticas al consumismo formaron parte frecuente de su discurso y, consciente de su popularidad, interpelaba a aquellos en los que despertaba simpatías. "¿Qué es lo que le llama la atención al mundo? ¿Qué vivo con poca cosa, una casa simple, que ando en un autito viejo, esas son las novedades? Entonces este mundo está loco, porque le sorprende lo normal", expresó, en lo que puede considerarse un resumen de su filosofía.

Para Mujica, la austeridad era "una lucha por la libertad". De hecho, consideraba que "los que pierden la libertad son los que se dejan enganchar por la sociedad consumista". "Somos austeros para tener la mayor cantidad de tiempo posible para dedicárselo a las cosas que nos motivan, que es una cosa distinta”, sostuvo sobre su forma de vivir, junto a su compañera, la exvicepresidenta Lucía Topolansky.

Se trata de un estilo que mantuvo hasta sus últimas apariciones públicas. “En la vida vale la pena ser bueno, aunque te tomen por gil, porque al final vas a hacer un balance. Si fuiste bueno y comprometido con tu sociedad, a la corta o a la larga va a haber un margen grande por lo que se te va a reconocer. Y no hay felicidad mayor que ayudar a ser un poco más felices a nuestros contemporáneos”, sintetizó en su última entrevista con Ámbito sobre su concepto de felicidad.

En los últimos meses, ya consciente de que su vida se iba apagando, confió que pese a no tener hijos va “a dejar descendencia” y contó que les dejó “fierros nuevos” a los empleados de la chacra.

La sencillez lo acompañó hasta sus últimos minutos. “Yo me voy a morir acá”, insistió sobre su deseo de que lo entierren junto a un sequoia donde yacen los restos de su perra Manuela.

La historia de vida que lo marcó

Mujica estuvo preso entre 1972 y 1985 y pasó cerca de una década en aislamiento por su actuación como líder del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T). Los maltratos, las condiciones deplorables y la incomunicación total forjaron su carácter.

"Aprendí que si no puedes ser feliz con pocas cosas, no vas a ser feliz con muchas”, sostuvo en una ocasión, sintetizando el aprendizaje de esa experiencia amarga. Lejos de un espíritu revanchista, se mostró contrario a anular la Ley de Caducidad, que garantizó que no sean juzgados los crímenes cometidos durante la dictadura.

Así, se integró a la vida política del país desde el MPP fue electo para la Cámara de Representantes en 1994, donde, en otro gesto que lo pinta de cuerpo entero, llegó con su motoneta Vespa. Luego, en 1999, fue votado como senador.

Posteriormente, encabezó el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) entre 2005 y 2008 durante el primer gobierno de Tabaré Vázquez y en 2010 llegó a la Presidencia, para luego regresar al Senado, del que se retiró en octubre de 2020, en plena pandemia por coronavirus.

Su alejamiento de los cargos no supuso un adiós a la vida política, al punto que fue fundamental en la campaña que llevó a Yamandú Orsi a la Presidencia, en la que fue parte activa y con una presencia constante, a pesar del cáncer de esófago que empeoraba e iba apagando su vida.

Dejá tu comentario

Te puede interesar