Contenedores intradomiciliarios, recolección diferencial, tercerización, agotamiento, gestión deficitaria, desafíos. Todo esto y tanto más que se escuchó durante la campaña en Montevideo de cara a las elecciones departamentales puede resumirse en un único tema central: la basura.
La basura acaparó la campaña en Montevideo, ¿la respuesta política está a la altura de la problemática?
Los candidatos apelaron al reclamo de la ciudadanía por la recolección de residuos, un fenómeno que aparece más complejo que un tema de gestión, pero al cual el próximo gobierno comunal deberá responder.
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El problema de la basura y la recolección de residuos fue protagonista de la campaña para la Intendencia de Montevideo.
Casi que podría escribirse con mayúscula ante el nivel de relevancia que la cuestión tuvo a nivel político entre todos los candidatos, como reflejo de una preocupación constante en la ciudadanía. Pero, ¿a qué se debe esta centralidad en ambos planos?
“La respuesta a esta pregunta no es sencilla e involucra varias cosas a la vez. La principal es que se trata de uno de los problemas ambientales más graves y visibles que tiene Montevideo, de los que más preocupa a los montevideanos. Entonces, se torna el punto débil del gobierno departamental, lo que convierte al tema en campo de orégano para el sistema político en tiempos de disputa electoral. Quien pueda convencer mejor a la ciudadanía que tiene una posible solución, puede que obtenga más votantes”, consideró la magíster en Ciencias Ambientales (UdelaR) Patricia Iribarne, en diálogo con Ámbito.
Para la directora de la consultora Cifra, Mariana Pomiés, hay una idea de que el estado de las calles, la recolección de la basura y la iluminación son las funciones básicas de la Intendencia, que se suma a la “percepción de que Montevideo está muy sucia y muy descuidada estética e higiénicamente”.
“La gente exige a la Intendencia que limpie más y mejor, y eso tiene que ver con la idea instalada de que uno paga sus impuestos para eso, para que otro se encargue de limpiar. No importa quién o cómo lo haga, lo que le importa a la gente es que lo saquen rápido de la vista. Es algo que está asociado a una concepción higienista, y es importante para la gente porque la calle está ‘sucia’ (y lo está)”, coincidió Iribarne.
En ese sentido, ya en febrero los habitantes de la capital —de manera general incluso considerando su intención de voto— señalaban la basura y la recolección como el área principal en la que deberá trabajar el futuro gobierno departamental en el próximo quinquenio, con la limpieza de calles en segundo lugar. Pero el problema no es actual, sino que ya tiene un rasgo histórico; y se instala como uno de los grandes pendientes de las gestiones del Frente Amplio (FA), que gobierna Montevideo desde 1990.
Un problema con múltiples dimensiones
Si en una época la gran preocupación en torno a los residuos giraba alrededor de los basurales endémicos y la falta de rellenos sanitarios, entre otros temas; hoy la atención parece centrada a la basura que se acumula en los contenedores y una recolección de los desechos urbanos que deja que desear: según el portal de datos abiertos de la Intendencia de Montevideo (IMM), en la primera semana de mayo se vació el 88% de los contenedores planificados—no totales—, pero algunos de ellos pueden estar hasta más de cinco días sin recolección.
La acumulación de basura tiene, sin embargo, más razones que la de una gestión “deficitaria”: es un problema logístico y ambiental, tal y como señalaron por igual Pomiés e Iribarne. Los cambios en el consumo y en la movilidad urbana hacen que cada vez se generen más desechos, a un ritmo que no es acompañado —por razones varias— por las estrategias de manejo de los mismos.
Para la magíster en Ciencias Ambientales, además, “la problemática de los residuos no es exclusiva de la Intendencia”: si bien tiene a cargo la gestión, a su vez tiene “poca incidencia en otras dimensiones como, por ejemplo, la creación de políticas a nivel del gobierno central, la creación de estrategias para mejorar la dimensión de educación y cultura, o para incidir en las decisiones que toma el sector empresarial”. “Gran parte de los problemas están vinculados a la cantidad de plástico que se descarta, y en este sentido el responsable es el sector empresarial”, enfatizó.
La respuesta política parcial e insuficiente
El problema principal es que, pese a la centralidad del fenómeno, la falta de dimensionamiento del mismo en toda su complejidad lleva a discusiones y respuestas que, en el mejor de los casos, son parciales. Esto se ve en que tanto desde la ciudadanía como desde el sistema político, los reclamos y propuestas se resumen en limpiar “más y mejor” pero, si el desafío de la recolección surge, por ejemplo, de los hábitos de consumo y movilidad, ¿es suficiente plantear nuevos contenedores o la tercerización del servicio?
“La forma en que se comprende la problemática es un problema en sí mismo, no solo la ciudadanía sino también el sistema político tiene una percepción distorsionada o limitada al respecto”, advirtió Iribarne. “Esto lleva a que en las discusiones cotidianas parece que lo importante es que los residuos no se vean, cuanto más rápido se saquen de las calles y más lejos de la gente se lleven mejor. Sin embargo, los aspectos profundos y estructurales están asociados a los modelos de desarrollo, modelos económicos, modelos de educación, los modelos de producción y consumo, a los modelos de generación de conocimiento, e incluso a la propia concepción de qué es un residuo”, añadió.
Para la especialista, esto no implica que no se tenga que invertir en la gestión —más bien todo lo contrario—, sino que también hay que destinar recursos a esos otros factores tan relevantes como la limpieza inmediata. Allí reside la dificultad y el desafío al que, por el momento, los candidatos a la IMM, de todos los partidos, no han podido responder del todo.
Por el momento, las resoluciones “son más parciales o de corto plazo”, apuntó Pomiés, aunque destacó algunas de las iniciativas como la de la candidata del Partido Colorado (PC) Virginia Cáceres, que propone un sistema de recolección diferencial a partir de un mapeo que registre los niveles de acumulación de residuos; o la del Frente Amplio, que tiene una concepción de la basura más amplia, incluyendo cuestiones como la selección, el reciclaje y hasta su posible reconversión en energía.
“Es un desafío, no es solo recoger y limpiar, sino qué hacer con la basura”, insistió la directora de Cifra. “Hay propuestas que sería interesante que se pudieran juntar. Pero es difícil el acuerdo cuando la lógica partidaria pesa mucho y los intereses ideológicos condicionan la toma de decisiones”, expresó, pensando ya en lo que será el próximo gobierno departamental.
Iribarne fue un paso más allá: “Lo que hace falta es generar mejores condiciones para desarrollar una nueva cultura y una nueva forma de vincularnos con las cosas, con lo que consumimos y con los residuos que generamos”. “En las discusiones cotidianas no estamos viendo aún el problema de esta forma. Entonces, en plena campaña política lo que sobresale es cómo se podría limpiar más y mejor y la ciudadanía se queda en esa discusión”, concluyó.
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