El ingeniero agrónomo Carlos Faroppa es una de las voces más autorizadas en cuanto a políticas forestales en la región. Fue presidente de la Sociedad de Productores Forestales y es recordado su pasaje como gerente de la primera planta de UPM en Uruguay. Hoy ocupando el cargo de director general forestal del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) resume para Ámbito.com los principales hitos de más de tres décadas de políticas de Estado en la materia.
La industria forestal representará entre el 5 y 6% del PBI a fines de 2024
Carlos Faroppa, director general forestal del MGAP, analizó el impacto de 36 años de política de Estado en el sector. Bono sustentable, bioeconomía y los desafíos ambientales.
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- ¿Qué características generales tiene la política de desarrollo forestal que impulsa el Uruguay en la actualidad?
- La ley forestal es una ley de protección y de promoción forestal. Por un lado, protección porque tiene toda la protección del bosque nativo, que es parte del sustento hoy de lo que es el bono soberano de deuda [Bono Indexado por Indicadores Climáticos] y lo que va a hacer a la bioeconomía del país y certificación. Por otro lado, es de promoción forestal porque Uruguay no tenía estrategia, no tenía bosques de buen valor y allí nace una política: la primera en 1968, la segunda en 1987, más exitosa y se llega a lo que es hoy que si bien los medios de promoción se han quitado porque ya ha cumplido su función, lo que hay es una política de Estado que implica mantener las reglas de juego con respecto a lo que es plantaciones forestales.
Es una política de Estado mantenida por distintas administraciones desde 1987 al día de hoy , que le dio continuidad en las inversiones, que primero fueron en tierras y ahora están todos en el proceso altamente mecanizado de cosecha, procesos industriales de todo tipo como celulosa, aserraderos, industria manufacturera , etc.
Somos un porcentaje importante del PBI, llegaremos a ser más o menos entre 5 y 6% del PBI sobre fines del 2024 y en cifras de exportaciones calculamos unos 3.000 millones de dólares, los que nos coloca entre los primeros sectores de exportación. En cualquier sector lo que hay que tener es certezas. Aquí tenemos certezas del marco donde se hacen las inversiones y el sector forestal, por eso se fueron captando inversiones grandes. El sector forestal obliga a mirar muchas décadas para adelante.
- ¿Cómo ha impactado en toda esta política de Estado la llegada de UPM y Montes del Plata entre otros grandes emprendimientos?
- Es lo bueno de tener haber tenido una política de Estado y un país de buen cumplimiento, porque la primera planta, que fue una inversión superior a los 1.500 millones de dólares, se planificó en plena crisis del país, fines del 2002, principio del 2003. Pero el haber hecho ese trabajo previo y el cumplimiento además con respecto a sus obligaciones de deuda y ese marco regulatorio son parte de lo que atrajo a más inversiones. Lo importante de esa inversión fue que fue la primera de esa magnitud que vino al Uruguay. Luego vinieron otras inversiones, no solo en celulosa sino en otras áreas, pero el Uruguay cambió en ese momento en la escala de las inversiones que recibía.
O sea, cambiamos desde inversiones que podían ser inmobiliarias o especulativas o incluso productivas en menor escala a algo que era de 1.500 millones de dólares. Eso fue un cambio cualitativo para el país, ahora están hablando de inversiones en hidrógeno verde por mucho dinero. Eso ocurre por políticas que se cumplen y que el país demuestra que las mantiene independientemente de las administraciones que estén.
En cuanto el impacto de estas empresas fue la máxima tecnología que se aplicó. En el caso de las plantaciones, la genética y la capacitación de técnicos. Hoy Uruguay tiene un gran plantel de técnicos en el área industrial y forestal muy competentes, pero se trajo mucho conocimiento, porque exigen mucho. Está la última tecnología de cosecha, hoy uno va el campo y está todo automático y mecanizado, hay modernizaciones de transporte y bueno, esto es parte de un comienzo de ingresos a otro tipo de economía, que es la que viene en el futuro, basada en lo forestal o agrícola.
- ¿Cómo se nivela apostar a la forestación en un país agropecuario y, sobre todo, ganadero?
- Los primeros inversores que vi con la ley fueron inversores uruguayos. Algunos eran gente de campo , dueños de la tierra, pero muchos eran gente que estaba en otras actividades y vio que había una oportunidad, una promoción de inversiones interesante. Esa gente invirtió y desarrolló sus proyectos y luego esos proyectos cambiaron de dueños y fueron a empresas más grandes. Con el tiempo se fue integrando todo el agro en su conjunto, porque el sector forestal genera una gran actividad a nivel del interior porque está en el interior, o sea cualquier industria sea un aserradero, una planta de tableros o una planta de celulosa cumple con el objetivo de la descentralización. Pero siempre queda espacio para hacer ganadería y ahí hay una convivencia con productores que arriendan sus campos para tener algún ingreso forestal o también ponen ganado en los montes forestales. Toda la cadena se mueve, los fleteros que mueven las estaciones de servicio, las gomerías , los mecánicos, etc.
- ¿Cómo se compatibiliza eso con la protección del medio ambiente?
- La ley siempre exigió que el proyecto forestal se registre en la Dirección Forestal, ahí tienen una aprobación. Cualquier plantación tiene que tener una aprobación agronómica y técnica detrás de ella. Luego, con el tiempo y con la ley de impacto ambiental, también se agregó el segundo control del Ministerio de Ambiente, que hace un estudio de impactos de la forestación que se va a hacer y cómo se va a hacer. Por otro lado, además, el bosque se registra también a nivel de las intendencias, entonces pasa también por un ordenamiento territorial, tiene muchos controles, mucho más que cualquier otro cultivo.
- El Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca viene impulsando el concepto de bioeconomia circular, ¿es un cambio de paradigma?
- Ante estos nuevos desafíos que tenemos con los combustibles fósiles, con los cambios que ha habido con los protocolos ambientales y los compromisos que va asumiendo el país, la bioeconomía lo que abre es una ventana que es la economía sobre la base biológica. Eso significa que todo lo que pueda venir producido, por ejemplo, de la industria, de lo que es agro o de lo que es forestación, que es donde más se puede desarrollar. Podemos ahí trabajar con nuevos productos como biocombustibles.
Por ejemplo biomateriales salidos de la madera como celulosa para ropa, materiales de construcción , entra todo lo que es construcción en madera, por ejemplo. Es una economía nueva, renovable, de bosques manejados sosteniblemente. Y además, eso va sobre un piso que es el buen manejo ambiental que ha hecho el Uruguay de su producción, la sostenibilidad de la producción, no solo la forestal, también la agrícola , uso de suelos y los recursos. Por ejemplo Uruguay dada esa ley forestal tiene el bosque nativo que es una protección que tiene más de 55 años y es el que cuida los recursos de agua, las costas. Es un recurso de biodiversidad que fue protegido y Uruguay que es el único país en Latinoamérica junto a Costa Rica que puede decir que no perdió forestación, sino que ganó, dada la protección que tuvo.
El Parlamento Europeo acaba de aprobar una ley para limitar el ingreso de productos que vengan de áreas que hayan sido deforestadas, y eso nos pone en mejor condición que nuestros vecinos. Y, por otro lado, Uruguay también en su demostración de cuidado ambiental, puede decir tiene una política energética en la cual la energía eléctrica es prácticamente 100% sobre renovables. Es un nuevo paradigma y una nueva frontera de conocimiento.
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