El presidente Luis Lacalle Pou culmina su importante visita a China con varios objetivos cumplidos, aunque en el gobierno uruguayo se cuidan de no alentar falsas expectativas. En términos políticos, el asunto central es la posible firma de un Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante asiático, y el tema se incluyó en la declaración final de ambos países.
¿Qué efectos inmediatos tendrán los acuerdos entre Uruguay y China?
Empresarios advierten de mejoras que deben realizarse en el plano local para materializar los beneficios de la nueva relación.
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Concretamente, las partes “se congratulan por la finalización del Estudio Conjunto de Factibilidad sobre un posible Tratado de Libre Comercio (TLC) Uruguay-China”, y en base a sus conclusiones “reafirman su disposición a promover la construcción de una asociación de libre comercio”. Estos conceptos -que están en el punto 9 de la declaración conjunta- son seguidos por una mención al Mercosur: “ambas Partes están dispuestas a promover el diálogo en materia de libre comercio entre el Mercosur y China”.
Evidentemente, China no puede desconocer que Uruguay integra el Mercosur y su margen de maniobra está restringido por el bloque. Aún así, que se explicite en la declaración la voluntad de un acuerdo bilateral es significativo. A esto se agrega la nueva situación política en el Mercosur, con la elección de Javier Milei en Argentina. El próximo presidente argentino ha hecho críticas al organismo y su discurso es proclive a una mayor apertura, lo que coincide con la posición uruguaya y los reclamos orientales de una mayor flexibilidad en el bloque.
Del dicho al hecho
Uruguay firmó varios nuevos acuerdos y protocolos con el gobierno chino, apuntando a constituir una Alianza Estratégica Integral. Según manifestó el doctor en Relaciones Internacionales, Ignacio Barthesaghi, este tipo de alianza la reserva China a grandes países, por lo que el hecho de que la haya acordado con Uruguay es significativo e ilustra la relevancia que le da el gobierno chino a la relación con el país.
Aún así, algunos empresarios expresaron a Ámbito que Uruguay tiene importantes desafíos para avanzar en más comercio con China. “Hay que recordar que los fletes marítimos a China demoran entre 55 y 60 días, por lo que la posibilidad de colocar productos frescos es acotada, en especial para frutas”, explicaron. Uno de los protocolos firmados está vinculado al comercio de frutas cítricas, y habilita la exportación de limones, que se suma a naranjas y mandarinas, ya habilitadas. “Para enviar estas frutas frescas, la logística tiene que estar muy bien aceitada”, agregaron. China no está entre los principales destinos de los cítricos uruguayos, pero puede aumentar su importancia en el futuro.
El impacto mayor y más inmediato seguramente se dará en el sector cárnico, para el que China es el principal destino. La reducción del tiempo mínimo de estadía en el establecimiento previo a la faena (que bajó de 90 a 46 días) dará más flexibilidad a los negocios ganaderos para el gigante asiático. Además, la habilitación de las compras de mondongo y librillo (estómagos del rumiante) puede sumarle a la industria frigorífica unos 40 millones de dólares más por año.
Por las cuestiones logísticas descritas, la mayor parte de la carne uruguaya se exporta a China congelada, lo que le otorga mucha mayor vida útil, aunque resignando calidad.
Uruguay exportó bienes a China por unos U$S 1.400 millones en los primeros 10 meses del año. La cifra es 44% inferior a la del mismo período del 2022, por la fuerte caída en la exportación de soja (por la sequía) y la baja en el precio de la carne. A esa cifra hay que sumar la celulosa (que sale desde zonas francas y que tiene a China como segundo destino, detrás de la UE), y algunos otros productos que salen de zonas francas. Superada la sequía, las exportaciones a China deberían superar los U$S 3.000 millones en 2024.
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