El avance de la derecha a nivel mundial es una realidad ya consolidada, aunque en Latinoamérica, por el momento, priman los gobiernos de izquierda a los que se suma uno más: Yamandú Orsi con la bandera del Frente Amplio (FA) y una fama dialoguista, tanto nacional como internacionalmente.
Yamandú Orsi al poder, ¿qué significa para el progresismo regional?
La presencia del Frente Amplio en el gobierno uruguayo podría ayudar a posicionar a la izquierda en América Latina.
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En este contexto, cabe preguntarse cuál será la posición que tome el gobierno de Orsi en medio de una región que, si bien tiene en su mayoría administraciones progresistas, se ve amenazada por un avance de la derecha, traducida en la victoria de Javier Milei en Argentina y Santiago Peña en Paraguay el año pasado.
Sin embargo, lejos está de la marea rosa de los primeros diez años del siglo donde Latinoamérica estaba gobernada por personajes como Tabaré Vázquez, Evo Morales en Bolivia, Cristina Kirchner en Argentina, Lula Da Silva en Brasil y Michelle Bachelet en Chile.
Un nuevo fenómeno marcado por el descontento
Hoy, aún con la presencia de presidencias como la de Gabriel Boric en Chile, Gustavo Petro en Colombia y Claudia Sheinbaum en México, para los analistas no se podría traducir en una nueva ola progresista.
“Todavía no estamos para hablar de un ciclo consolidado. Si bien es verdad que hay muchos gobiernos de izquierda, parecen ser menos fuertes y con menos capacidad de llevar adelante políticas sociales muy expansivas como lo hicieron a principios del siglo XXI”, aseguró el analista argentino, Juan Negri, director de las carreras de Ciencia Política y Estudios Internacionales en la Universidad Di Tella.
Además de la poca incidencia, a comparación de otros años con mayor poder, los progresismos hacen frente a derechas que avanzan – mientras que en otros países se consolidan – de forma galopante. “Todos enfrentan, en general, partidos de derecha bastante institucionalizados y bastante fuertes”, remarcó Negri.
En ese sentido, para el analista internacional, la región está marcada por otra premisa: “Todo parece estar más influido por la crisis de los oficialismos que por un ciclo consolidado de alternativas progresistas. Se ve más la incapacidad que tienen los oficialismos para ganar que un ciclo político sistemático”
Sin embargo, los analistas no se muestran convencidos que la presencia de Orsi en la región podría traducirse en un cambio significativo para la izquierda regional. “Es una ficha más en las piezas del progresismo en la subregión que podría favorecer las orientaciones de ese sector. Aunque, si se piensa en términos de ajedrez, es como ganar un peón, no una torre”, comentó en analista político Daniel Buquet.
En tanto, para Negri la presencia de Orsi en América Latina podría traer la institucionalidad característica del Uruguay frente a gobiernos autoritarios como el de Venezuela, Nicaragua y Cuba: “Simbólicamente es importante porque consolida el espacio de izquierda democrática republicana en un continente donde sigue estando el legado de una izquierda muy atravesada por el chavismo, más autoritaria”.
¿Más apertura para el Mercosur?
En plena cumbre LXV del Mercosur – que se desarrolla en Montevideo – y a la espera de una posible firma del tan esperado acuerdo entre el bloque regional y la Unión Europea (UE), la presencia de Orsi como invitado de Luis Lacalle Pou, en medio del traspaso de mando, representa una incógnita respecto a que si el nuevo gobierno seguirá con las intenciones aperturistas del actual.
Los últimos años, Lacalle Pou se ha ocupado de insistir en la necesidad de apertura del bloque regional para beneficios económicos del Uruguay. Esto le provocado rispideces con Argentina, cuando Alberto Fernández era presidente.
El día después de haberse consagrado presidente electo, Orsi dijo en una entrevista que históricamente Uruguay se ha posicionado como un país mediador internacionalmente. En ese sentido, para Buquet, Uruguay busca siempre, más allá de la orientación del gobierno, la solución pacífica. “Tiene una posición que respeta de la institucionalidad internacional. Es un país chico que no va a buscar el enfrentamiento nunca porque siempre va a salir perdiendo”, dijo Buquet.
Luego del 1 de marzo, Orsi tendrá que enfrentar la dicotomía de apoyar a la administración brasileña, en su afán conservador de las relaciones internacionales con otros países que no pertenezcan al bloque, o seguir la ola aperturista que tiene el gobierno argentino de Javier Milei, quien tendrá la presidencia pro tempore los próximos seis meses.
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