Richard Gere, homenajeado ayer
en el Festival de San Sebastián:
hizo temblar a todas las mujeres. Y
a algunos hombres.
San Sebastián (Enviado especial) -Camisa celeste, traje claro, cabellos canosos, lentes de marco fino, sonrisa cordial, Richard Gere cumplió con la indispensable conferencia de prensa antes de recibir, anoche, el premio Donostia a su trayectoria. Pero más que conferencia, aquello pareció una sesión de abrazos virtuales. Solo al final pudo responder algunas preguntas más o menos serias.
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Ocurre que casi toda la enorme sala de prensa estaba ocupada por enviados y enviadas de revistas del corazón y programas frívolos. Hubo suspiros ostentosos, aplausos a cada una que le mandaba un beso de parte de su madre o su abuela, etc., y algo medio loco cuando una periodista empezó a tartamudear, y Gere, para tranquilizarla, bajó a darle un pequeño abrazo.
«Tenía dos preguntas, ahora no sé si voy a recordarlas. Es usted mucho más guapo en persona», se fue estabilizando la chica, y soltó sus preguntas, tan confusas que el otro no supo qué contestarle. «¡Bueno, parece que él también se ha turbado después del abrazo!», exclamó ella por micrófono, muy halagada. A partir de ahí, el relajo, todas pidiendo un abrazo ( inclusive algunos señores), hasta que el galán tuvo que decirles «¡quienes quieran abrazo, a la cola, detrás de la cortina!», a ver si se calmaban un poco.
Con todo, descartando la charamusca y las frases gentiles, pudieron recopilarse varias declaraciones suyas dignas de ser anotadas, y tenidas en cuenta para cuando el hombre ya sea viejo y pueda hacer una conferencia de prensa común y corriente. Por ejemplo: «Crecí en un pueblito con un solo cine, casualmente llamado ' Hollywood'. Yo iba ahí, a fascinarme con las estrellas. Nunca pensé ser una, y esto me supera. Tampoco esperaba recibir el mismo premio que recibieron otros artistas mejores que yo, y eso me hace sentir muy humilde».
«¿Por qué me llaman seductor? Simplemente miro a las personas a los ojos, me digo 'qué amables son, qué encantadoras'. Yo elijo ver el mundo de esa forma, porque me considero una extensión de ustedes, considero a ustedes una extensión mía, y entonces hay algo simbiótico, natural, nos simpatizamos mutuamente».
«En la película de Lasse Hallstrom que traigo, 'Hoax. La gran estafa', ambientada en la época de Vietnam y el Watergate, Alfred Molina y yo somos como Rosenkrantz y Guildersten, dos mentirosos menores, conectados sin darnos cuenta a una serie de mentiras mayores, que afectan a todo el reino. Me gustó eso de mezclar grandes estafas y mentirijillas, porque creo que todas las mentiras, sean grandes o chicas, nos han hundido, y creo también que nuestra irresponsabilidad es de la misma naturaleza que la irresponsabilidad de Richard Nixon o de George Bush».
«No creo que el boicot a las Olimpíadas en China sea importante. Lo importante es que China tendrá la oportunidad de abrirse al mundo. Su grandeza no se logrará con abusos, sino a través de una sociedad abierta».
«En los '80 me pidieron hacer la narración de un documental sobre Guatemala. Lo que vi en él, me shockeó. Entonces fui a Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador. No he estado solamente en el Tibet».
«Creo que el budismo me ha beneficiado. Lo respeto mucho, y contemplaría minuciosamente cualquier guión sobre budismo que me traigan. Y quizá lo rechace».
Richard Gere se movió sin guardaespaldas, en todas partes se detuvo a saludar a la gente que le pedía un autógrafo, que era muchísima, y jamás puso cara de cansado. Y otra cosa a tener en cuenta: ninguna de las periodistas suspirantes le preguntó la menor indiscreción sobre su vida privada.
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