20 de octubre 2025 - 14:00

Cómo se hizo rico Alfredo Valenzuela, el influencer de Sonora que ostenta su vida de lujo en las redes

El creador sonorense pasó de vender iPhones a dirigir varias empresas y convertirse en referente digital con una vida de lujos y disciplina empresarial.

 Cómo se hizo rico Alfredo Valenzuela, el influencer de Sonora que ostenta su vida de lujo en las redes

 Cómo se hizo rico Alfredo Valenzuela, el influencer de Sonora que ostenta su vida de lujo en las redes

Los millonarios digitales son la nueva sensación de estos tiempos, y uno de ellos es Alfredo Valenzuela, un joven originario de Sonora que no solo se volvió viral por su colección de autos deportivos, sino por haber construido desde cero una carrera empresarial que hoy sostiene su estilo de vida rodeado de lujos. Lo que para muchos parece ostentación, para él es la consecuencia directa de su disciplina, su visión comercial y su obsesión por encontrar oportunidades donde otros no ven más que barreras.

Antes de convertirse en un rostro popular en TikTok, YouTube e Instagram, Valenzuela ya tenía claro que su camino no sería un empleo tradicional. Su historia empresarial comenzó fuera del spotlight, detectando un nicho tecnológico que nadie estaba aprovechando con fuerza: la venta de iPhones en México cuando Apple apenas había lanzado el iPhone 6. Esa primera chispa se convirtió en el motor que lo llevó a consolidar un negocio rentable y después, un imperio personal.

Hoy, además de crear contenido sobre autos, Valenzuela es dueño de al menos cuatro empresas que abarcan distintos sectores como alimentos, accesorios tecnológicos, ropa y hasta un taller mecánico especializado para vehículos de alto rendimiento. Para él, las redes sociales no son la razón de su fortuna, sino un escaparate donde muestra su resultado.

alfredo valenzuela

Así se hizo rico Alfredo Valenzuela

La historia que él mismo contó en una entrevista para el podcast Doble G revela que todo comenzó con una observación simple pero decisiva: en Estados Unidos el precio del iPhone era considerablemente más bajo que en México. Aprovechando esa brecha de mercado, empezó comprando teléfonos en el país vecino para revenderlos con buen margen de utilidad.

En un principio trabajó para un intermediario que solo le pagaba 200 pesos por cada iPhone vendido, pero pronto entendió que el verdadero negocio estaba en comprar y vender por cuenta propia. Fue entonces cuando comenzó a viajar, importar celulares en grandes lotes y posicionarse como uno de los proveedores más competitivos del momento. Llegó a manejar hasta 300 iPhones por operación, lo que lo acercó directamente con Apple como comprador recurrente.

Su capacidad para escalar el negocio lo volvió visible incluso para plataformas como Linio, en ese entonces uno de los mayores rivales de Mercado Libre, y terminó atrayendo la atención de los medios cuando se difundió que había sido el primero en introducir el iPhone 6 a México a un precio accesible.

Este éxito inicial le dio liquidez suficiente para diversificar. Invirtió en nuevas empresas y transformó su perfil público: pasó del emprendedor anónimo al creador digital que hoy documenta su estilo de vida a bordo de deportivos de lujo, pero sin dejar de remarcar el origen de todo: análisis, disciplina comercial y adaptación al mercado.

Valenzuela se define a sí mismo como una persona observadora y estratégica: “Yo soy bien analítico y todo observo… le aprendí el negocio al bato que me daba 200 pesos por teléfono”, contó en la entrevista. Ese proceso de aprendizaje —primero como colaborador y después como dueño— es, según él, la base real de su patrimonio.

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Además de vender tecnología, actualmente administra empresas en distintos rubros, lo que se ha convertido en la estructura que sostiene su crecimiento financiero y la expansión de su marca personal. En redes repite con frecuencia su lema “Nada es imposible”, un mensaje que resume su visión: emprender desde abajo, escalar y convertir pequeños negocios en capital real.

Su historia no solo conecta con quienes sueñan con el emprendimiento, sino también con una generación que ve en las plataformas digitales una herramienta para amplificar lo que ya construyeron fuera de cámara. Alfredo Valenzuela no se hizo rico por ser influencer; se volvió influencer porque ya era emprendedor exitoso.

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