El acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la European Free Trade Association (EFTA) firmado en setiembre de 2025, abre una ventana de oportunidades para Uruguay en bienes, servicios e inversión, aunque sus beneficios exigirán preparación productiva, logística y regulatoria por parte de empresas y autoridades locales.
Uruguay explora nuevas oportunidades de exportación e inversión que ofrece el acuerdo Mercosur-EFTA
El mercado local gana nichos en carnes, lácteos, arroz y servicios, pero deberá preparar capacidad exportadora, cumplimiento sanitario y reglas de origen.
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La alianza con Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein permitirá aumentar exportaciones y atraer inversiones.
El texto es amplio: cubre comercio de bienes, acuerdos sobre reglas de origen, facilitación de comercio, medidas sanitarias y fitosanitarias (SPS), barreras técnicas (TBT), comercio de servicios, compras públicas, propiedad intelectual, desarrollo sostenible y un capítulo de inversiones con compromisos de trato no discriminatorio y libertad de transferencias (con salvedades). También habilita la movilidad temporal de proveedores de servicios con listas y plazos por país.
Económicamente, las partes esperan que el acuerdo mejore el acceso a mercado para más del 97% de las exportaciones de ambos lados, potenciando intercambios con una zona de casi 300 millones de consumidores y un PIB conjunto superior a 4,3 billones de dólares. Para Uruguay, esto significa privilegiar el acceso a mercados con alto poder adquisitivo donde productos agrícolas y agroindustriales pueden obtener precios superiores a los de otros destinos.
Qué productos locales ganan con el acuerdo
Hoy las exportaciones a EFTA (Suiza, Noruega, Islandia y Liechtenstein), son comparativamente pequeñas entre los 30 y 38 millones de dólares anuales en los últimos años y se concentran en carnes (principalmente bovina), pescado y productos del mar, carne ovina y caprina, arroz, cítricos, vino y lana. El potencial está en ampliar volúmenes y elevar valor agregado de esas partidas, aprovechando cupos y preferencias arancelarias otorgadas por algunos países del EFTA.
El informe sectorial elaborado por Uruguay XXI señala ejemplos concretos: Suiza y Noruega ofrecen concesiones y cuotas bilaterales en productos de alto valor (carne bovina, leche en polvo, manteca, arroz, miel, vino, entre otros), modalidades que, aun siendo parciales, pueden abrir nichos rentables para exportadores locales si cumplen los requisitos de origen y sanitarios, es decir, no se trata solo de "abrir la puerta", sino de cumplir estándares y competir en calidad.
Servicios e inversiones: oportunidad para diversificar
Más allá de bienes, el capítulo de servicios puede ser relevante para Uruguay: telecomunicaciones, servicios financieros, construcción, educación, y servicios empresariales figuran entre los sectores con compromisos de acceso. La inclusión de reglas que facilitan la presencia temporal de personas para prestar servicios (modo 4) y la disciplina en compras públicas mejora la previsibilidad para empresas nacionales que busquen posicionarse en los mercados de la EFTA.
El acceso preferencial no es uniforme: los países EFTA mantienen sensibilidades agrícolas que fueron atendidas con cronogramas de desgravación (hasta 15 años), cuotas y reducciones parciales. Además, muchos productos relevantes para Uruguay están sujetos a requisitos sanitarios estrictos y reglas de origen que obligan a controlar la trazabilidad, el procesamiento local y la documentación aduanera. El costo de certificación y adaptación de plantas puede ser una barrera inicial para Pymes.
Además, la llegada masiva de bienes industriales y alimentos con estándares europeos puede intensificar la competencia doméstica en segmentos específicos. El desafío para Uruguay será convertir las preferencias en exportaciones sostenibles (subir la escala, agregar valor y diversificar destinos) en lugar de limitarse a envíos puntuales.
Qué tiene que hacer los exportadores y el Estado
Para aprovechar el acuerdo, la hoja de ruta incluye: Certificación sanitaria y adaptación de plantas para cumplir SPS y TBT; Estrategias de mercado que identifiquen nichos (p. ej. cortes premium de carne, quesos regionales, vinos boutique, productos orgánicos); Fortalecer logística (transporte y costos portuarios) para competir con tiempo y precio; políticas de promoción e inversión a través de Uruguay XXI y acuerdos público-privados para atraer socios EFTA; Apoyo a Pymes para cumplir requisitos de origen y trazabilidad y soñar con cadenas de valor regionales.
El tratado ofrece a Uruguay una combinatoria valiosa: mercados de alto poder de compra y preferencias arancelarias en productos donde el país ya tiene tradición exportadora. Pero la ganancia neta dependerá de la capacidad estatal y empresarial para cumplir reglas, captar cuotas, elevar la escala y mover la oferta hacia productos diferenciados y servicios exportables. En corto plazo es una oportunidad de nicho; en mediano plazo puede traducirse en más inversión y mayor inserción en cadenas de valor de alto contenido tecnológico y calidad.
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