26 de octubre 2024 - 09:22

Una década celebrando la frescura del mar

La Pescadorita es un espacio donde los productos frescos del mar y la pasión por la cocina de Sebastián Valles se combinan para ofrecer una experiencia inolvidable.

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La historia de Sebastián Valles es una travesía de pasión y decisiones inesperadas. Dueño de Azul Profundo, uno de los pioneros en sushi de Buenos Aires, parecía tener su rumbo definido hacia España. Con todo vendido y un futuro nuevo en el horizonte, el destino lo sorprendió con una oferta que cambiaría su destino. Le ofrecieron el local que se convertiría en La Dorita, una parrilla exótica que distaba de su pasado vinculado al sushi. Convencido, decidió quedarse y abrir no uno, sino dos locales en la calle Humboldt, alzando así la bandera de La Dorita. Diez años después, en un guiño al mar que siempre lo había llamado, uno de esos locales se transformó en La Pescadorita. Valles recuperaba su conexión con los pescados, pero ahora en una propuesta diferente, en la que el Atlántico y los sabores frescos de los frutos del mar se convirtieron en su estandarte. La actualidad encuentra a La Pescadorita como uno de los referentes de la cocina de mar en la ciudad, donde la parrilla y la pesca coexisten como reflejos de su trayectoria.

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Con la dirección del chef David Ribulgo, este restaurante ha logrado fusionar lo mejor de los productos marinos con técnicas innovadoras y platos tradicionales, ofreciendo la posibilidad de apreciar la frescura y calidad de los pescados y mariscos argentinos.

El ambiente en La Pescadorita evoca la esencia de los balnearios del Atlántico, o los del Mediterráneo, vestido con sillas de pana celeste y decoración que evocan los océanos profundos. Al ingresar, una escultura del "Sireno" de Fernando Pugliese da la bienvenida, mientras que los comensales pueden disfrutar de un espacio con guirnaldas de luces de colores, murales de sirenas elaborados con la técnica del mosaiquismo y mesas al aire libre con manteles blancos y flores de colores como centros de mesa.

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En la propuesta gastronómica de Ribulgo, el recorrido comienza con una variedad de entradas frescas y marinas. Entre los destacados se encuentra el tiradito de salmón rosado y pulpo español, acompañado de una salsa de pimientos de piquillo, y el ceviche de langostinos y trucha de Bariloche, sobre crema huancaína y palta grillada. La técnica se luce en el atún rojo marinado en cítricos y tajín, mientras que el tiradito tibio de trucha del Lago Alicura, flambeado en salsa nikkei, agrega un toque cálido y exótico. Para abrir el apetito, las gambas al ajillo y los chipirones al hierro con pisto de tomate italiano y cebolla caramelizada completan una oferta ideal para arrancar la experiencia.

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Los principales invitan a probar productos del mar en preparaciones variadas, como la pesca de anzuelo con ñoquis de boniato y crema de lemongrass, o el salmón rosado con polenta blanca orgánica y ragout de vegetales. Para compartir, la parrillada de mariscos y la tradicional paella resaltan por la frescura de sus ingredientes, mientras que el menú degustación permite explorar un panorama general de la carta. Los postres y cócteles de autor son un broche perfecto, con el Carmen Sour que combina gin de cardamomo y jugo de pomelo, y el tiramisú, armado en el momento, directamente en la mesa, un espectáculo digno de verse.

La Pescadorita mantiene su vigencia y ofrece una alternativa completa, con sabores genuinos e intensos, tanto al mediodía como por la noche.

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Dirección: Humboldt 1905, Palermo.

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