Hasta el 29 de octubre, los más de 300 miembros del Comité Central del PCCh, entre ellos los gobernantes del país, debatirán a puerta cerrada para fijar los objetivos y prioridades del que será el decimotercer plan quinquenal, reminiscencia de la era maoísta y que ahora quiere impulsar la economía de mercado.
El quinto pleno, que tiene lugar el tercer año del primer ciclo del actual Ejecutivo (de un total de dos períodos de cinco años cada uno), es de vital relevancia porque no sólo pondrá a prueba el liderazgo de Xi, sino que determinará su capacidad para sacar del atolladero a la desacelerada economía china, tras el fin del crecimiento a tasas de dos dígitos registrado entre 2002 y 2012.
"Todavía falta por ver si China sufrirá un aterrizaje brusco entre 2016 y 2020, se estancará, vivirá un período de crecimiento más bajo o verá una revitalización de su economía tras implantar reformas de peso", apuntó Barclays hace días en un comunicado.
Recién llegado de su visita oficial al Reino Unido, donde mandó un mensaje de tranquilidad a los inversores europeos, Xi Jinping y su primer ministro, Li Keqiang, intentaron despejar las dudas sobre la segunda economía mundial y asegurar que las reformas fueron aplicadas a tiempo y que otras quedan por hacerse.
Para el camino hacia esa "nueva normalidad", como define la jerga comunista a las nuevas cifras de crecimiento, los expertos coinciden en que China debe avanzar en un cambio en el modelo de desarrollo, con menos énfasis en la industria pesada y más en el consumo privado, así como apostar a la innovación.
Medidas clave para no llegar a ese temido "freno brusco", después de que el pasado año, el último que cubría el XII Plan Quinquenal (2011-2015), China creciera un 7,3%, su ritmo más bajo en los últimos veinticuatro años.
Además se prevé que éste baje a un máximo del 7% en 2015, de acuerdo con el objetivo oficial.
El propio premier Li Keqiang indicó que el objetivo de un crecimiento del 7% "no fue escrito en piedra", en línea con indicios de que éste podría ubicarse este año por debajo de esa cifra.
El cónclave del partido también debatirá sobre las reformas de las empresas estatales, la crisis de las instituciones financieras, el desempleo, la migración, la corrupción y la internacionalización del yuan.
El contexto así lo propicia, después de que en los últimos meses las Bolsas chinas experimentaran agudas pérdidas tras un período de subas impactantes, producto de una burbuja financiera.
La internacionalización del yuan dio un paso más la pasada semana durante el viaje de Xi a Reino Unido, país al que China confió la conversión de su moneda en una divisa internacional y donde el Banco de Inglaterra (central) lanzó hace unos días su primera emisión de bonos en renminbis (yuanes), la primera en el extranjero.
Unos avances que, junto a medidas como el recorte de 0,25 punto en la tasa de interés anunciado el viernes, el sexto en los últimos once meses, subrayan los intentos de China en dinamizar la economía.
Por otro lado, también se prevé que en su reunión el Partido pueda decidir la abolición de la política del hijo único.
Agencias EFE, Reuters y ANSA |
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