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Toma forma un inédito gabinete de “nerds”
«Es verdad», dijo entre risas un ministro designado, quien al igual que Rousseff y varios otros futuros miembros de su gabinete realizó estudios de posgrado en Economía.
«Es más probable que nosotros discutamos sobre curvas de rendimientos que sobre fútbol; eso es seguro», graficó.
El énfasis en las calificaciones técnicas refleja las prioridades de Rousseff, que involucrarán asuntos altamente especializados apenas asuma su mandato el 1 de enero.
Entre ellos destacan la explotación de reservas de petróleo en aguas profundas, la reducción de las tasas de interés, la mejora en las escuelas y puertos y otras reformas diseñadas para mantener el crecimiento de la economía de Brasil.
Pero esa postura conlleva riesgos. Rousseff, de 62 años, es una funcionaria de carrera que nunca se había presentado a un cargo de elección popular y que podría enfrentarse en su Gobierno a una carencia de operadores políticos que puedan llevar adelante en el Congreso temas polémicos, como los recortes presupuestarios.
Fricciones
La determinación de Rousseff para concentrarse en los currículum más que en el reparto de cargos por partidos también ha causado fricciones con su principal socio de coalición, el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), cuyos líderes no contaban con representación en designaciones previas.
Sin embargo, para solaz del cada vez más especializado sector público brasileño, Rousseff ha insistido en su postura.
Quizás, el ejemplo más claro de su criterio de selección sea Alexandre Tombini, el próximo presidente del Banco Central.
El especialista, de 47 años, algo despeinado y con anteojos, pasó los últimos 15 años escalando en la jerarquía del Banco Central y había sido mejor conocido por trabajar con el partido opositor en un plan de metas de inflación altamente técnico hace una década.
Tombini, quien reemplazará a Henrique Meirelles, uno de los políticos más prominentes del PMDB, reconoció la naturaleza extraña de su designación, al calificarla de ejemplo de una creciente «meritocracia en instituciones públicas».
La misma Rousseff puede ser considerada como un ejemplo. Luego de luchar en la resistencia contra la dictadura militar de Brasil en su época de estudiante en la década de 1960 y pasar tres años en prisión, estudió economía en la universidad, trabajó en una consultoría y ocupó varios cargos en el sector público de Brasil tras el retorno de la democracia a mediados de la década del 80.
Fue su conocimiento de políticas públicas lo que impresionó en primer lugar al presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien la convirtió en su ministra de Energía en parte gracias a una gran presentación que realizó en Power Point. Posteriormente, la eligió como candidata presidencial de su partido por sobre otras figuras más conocidas.
Las designaciones de la presidenta electa también han sido diseñadas para señalar una continuidad de las políticas
de Lula, y el mejor ejemplo de ello es que mantendrá en el cargo de ministro de Hacienda a Guido Mantega.
Agencia Reuters
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