La Policía entrerriana reanudó ayer la búsqueda de la niña Fernanda Aguirre en las inmediaciones y en el cementerio privado de San Benito, asistida otra vez por los perros de la Escuela Canina de Catástrofes de Buenos Aires que fueron adiestrados con prendas de vestir de la niña. El rastrillaje comprende un área de ocho tumbas previamente marcadas con estacas además de un campo situado junto al cementerio, en el sector sur de la pequeña localidad, a unos 15 kilómetros de Paraná. El fiscal ordenó además difundir el identikit de una joven mujer de unos 20 años que fue vista el 25 de julio a las 9.15 bajo el puente de hierro donde fue pagado el rescate de $ 2 mil.
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En forma simultánea, efectivos de esa fuerza intensificaron la búsqueda de una prostituta apodada «la Colorada» quien, según testigos, conoce detalles del secuestro de la niña de 13 años. La mujer buscada vivió en San Benito hace algunos años y luego se radicó en Villaguay, 150 kilómetros al este de la capital entrerriana, cuando su marido fue asesinado por desconocidos.
• Antecedentes penales «La Colorada» es la persona a la que dos testigos aludieron como quien dijo que Fernanda fue secuestrada por Miguel Angel Lencina y luego asesinada y escondida en una tumba del cementerio de San Benito.
Según uno de los testigos, la prostituta estuvo en San Benito dos días antes del secuestro de Fernanda y retornó a Villaguay cuatro días después «con bastante dinero en su poder».
Aparentemente, «la Colorada» mantiene una relación amorosa con el testigo que la mencionó en la causa, un joven de 27 años con numerosos antecedentes penales. Siempre de acuerdo con los dichos del testigo, quien pretende cobrar la recompensa de 100 mil pesos que el gobierno ofrece a quien aporte datos del secuestro, «la Colorada» le ofreció varias veces realizar secuestros y le explicó que si el «trabajo» se ponía difícil «se arregla con un tiro en la cabeza de la víctima». El joven explicó también a los investigadores que «la Colorada» le entregó un revólver calibre .22 y le dijo que era el que había sido utilizado para matar a Fernanda, por lo que le pidió que se deshiciera de él. Pero el testigo, explicó, optó por guardarlo, aunque la Justicia federal no dispuso todavía que le sea secuestrado.
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