26 de octubre 2023 - 20:57

Día del Seguro y elecciones: reflexiones sobre los desafíos de la industria ante un cambio de gobierno

El contexto económico complejo hace difícil el desarrollo de una industria que requiere de previsibilidad para proyectar riesgos. El escenario electoral ofrece una nueva oportunidad para poner en valor el aporte a la economía de esta actividad clave para el país.

El seguro es clave para el desarrollo. 

El seguro es clave para el desarrollo. 

Pixabay

El pasado sábado 21 de octubre se celebró, como siempre desde hace 79 años, el Día del Seguro en Argentina, pero, a diferencia de lo que pasó en veces anteriores, en este 2023, las elecciones le quitaron protagonismo a esa fecha. Es entendible en el marco de la dinámica vertiginosa del actual contexto electoral, pero, con los resultados sobre la mesa y la efusividad de los comicios ya algo más calma, este momento del año resulta una buena oportunidad para resaltar el rol clave de la industria aseguradora en el desarrollo económico de nuestro país.

Las pólizas de seguro son un contrato que fija derechos y obligaciones recíprocas, tanto para la compañía de seguros como para el asegurado y juegan un papel fundamental en nuestra actividad económica. Permiten su evolución y la promueven a través de la protección de las vidas y bienes de los individuos contra los riesgos que conlleva el desarrollo de toda actividad.

Implica pagar una prima de seguro y recibir a cambio una compensación económica o servicio cuando se presente una situación contemplada en la póliza. Así es como contar con cobertura aumenta la probabilidad de salir adelante ante imprevistos, como desastres naturales o acontecimientos adversos, y ayuda a subsanar daños por conflictos entre personas o errores humanos, como sucede con una póliza de Responsabilidad Civil, por ejemplo.

Por otro lado, tiene un fin solidario, que es que se basa en el reparto del pago de un aporte (la prima) para un fondo para cubrir eventuales daños entre un número muy elevado de personas con necesidad de protección (todos los asegurados de una compañía). Lo cierto es que ese aporte es menor al costo real de una eventual reparación y, por ese motivo, cuando se producen siniestros, todos los aportantes participan en la reparación por haber pagado sus pólizas de seguro.

Para que ese mecanismo funcione de manera correcta, las compañías deben cumplir con su parte, que consiste en reunir a un gran número de clientes (asegurados) para que funcione la cobertura de los riesgos a través de la reunión de fondos suficientes y con cuotas “pagables” por los aportantes, pero también deben realizar un buen trabajo técnico, que consiste en calcular correctamente la siniestralidad prevista y sus eventuales costos y garantizar la atención y servicio al cliente.

El rol de las aseguradoras como actores financieros

Y otro elemento clave es el financiero. Cabe destacar que esta industria es uno de los principales inversores institucionales del país, dado que la pata financiera es clave para el buen rendimiento de esos fondos y para garantizar que el mecanismo del seguro sea confiable. El asegurador realiza una gestión financiera del capital de sus asegurados para obtener rendimientos que consoliden la solidez de su cobertura y capacidad de pago. Así, es una pata clave de su solvencia la inversión financiera, por lo que el seguro es un actor fuerte del mercado de capitales porque invierte grandes volúmenes. Es clave para su desarrollo.

Tal como destacó hace pocos meses Irene Capusselli, presidenta de Asociación de Vida y Retiro de Argentina (AVIRA), el sector como inversor institucional que tiene una cartera de u$s4.900 millones es clave para ayudar a financiar la economía productiva nacional. Pero, grandes problemas en la Argentina de hoy para el desarrollo del seguro son la volatilidad y la alta inflación.

Los balances de las compañías están muy castigados por la inflación, que dificulta la garantía de cobertura para reparación de daños, sobre todo patrimoniales, pero también de Responsabilidad Civil y de otros tipos, como los de cauciones, ante la concreción de un riesgo cubierto. Y es que los montos de las coberturas no llegan a cubrir las necesidades del asegurado en el momento de un siniestro porque una inflación de dos dígitos mensual (que fue del 12,7% en septiembre, por ejemplo) se come su poder reparador del daño y los costos en dólares son desafiantes para quien debe reponer insumos que no se fabrican en el país en muchos casos, sumado a las dificultades para ingresarlos por las trabas a las importaciones que existen.

Las primas resultan insuficientes por más que las compañías las actualicen, pero también enfrentan el problema de bolsillo que padece el aportante de prima, que sufre el impacto de la inflación en sus ingresos y no puede afrontar, en muchos casos, los ajustes reales que deberían tener las cuotas de su cobertura. Entonces, se produce un efecto tenaza perjudicial para la industria: asistimos a una competencia por tarifas para no perder volumen por parte de muchas compañías ante las dificultades de pago, que se combina con una mayor necesidad de capital ante una creciente inflación para evitar caer en una situación de infraseguramiento.

Esos problemas que padecen las empresas para garantizar un resultado técnico positivo se compensan, en la mayoría de los casos, con el resultado financiero, pero este último incluye el ajuste por inflación y hace ya un tiempo que la escalada inflacionaria, que se acentuó con la devaluación posPASO, hizo que no acompañara.

Mucho se habla de la necesidad de una mayor conciencia aseguradora para impulsar el desarrollo de la industria en el país como un elemento dinamizador de la actividad, por un lado, a través de la cobertura de riesgos, y por el aporte al sistema del mercado de capitales como fuente de financiamiento de la economía real, por otro.

Pero el panorama actual es muy complejo y agrega el desafío de enfrentar una situación de inestabilidad, que es muy hostil para una industria que se basa en la previsión de parámetros de riesgo futuros que deben ser lo más proyectables posibles para garantizar su correcto funcionamiento. En un contexto con pocas certezas en materia económica eso se hace doblemente complejo. A lo difícil que resulta anticiparse a la realidad y lo fortuito ya en condiciones habituales, la inestabilidad económica, y sobre todo la aceleración de precios, hacen muy difícil garantizar condiciones de cobertura eficientes hacia adelante.

Un “momento bisagra” para la industria del seguro

El condimento electoral mencionado agrega incertidumbre, pero, se presenta, sin dudas, como la posibilidad de un “momento bisagra” para la Argentina en general, pero para la industria del seguro en particular. Y es que quien gane las elecciones debería tener la suficiente conciencia de dimensionar las posibilidades que le abre el seguro al desarrollo económico local. La industria que nació como respuesta a un sentimiento de solidaridad mutua ante los riesgos de asaltos a los que se veían expuestos las caravanas y barcos en Basilea hace unos 4.000 años que hizo que, entre todos los comerciantes asumieran el costo de eventuales daños, hoy tiene la oportunidad de cumplir un rol similar en la Argentina que se viene. Asimismo, sería positivo rever las regulaciones que hoy limitan las posibilidades de inversión de las empresas de seguros para ampliarlas en pos de no perder de vista el fin de proteger los fondos de lo asegurados con esos instrumentos y que no sean únicamente respaldo del sector público.

El sector está en condiciones de desarrollar un mayor mercado y consolidar los segmentos que ya son fuertes, como Autos y Motos. Hace falta fijar anclajes de largo plazo, como los beneficios fiscales, pero también reforzar los problemas que trae la flexibilidad de primas y las falencias en los servicios al cliente. Será clave, además de un inicio de mejora de las condiciones económicas que se espera que encare el próximo gobierno, trabajar en una agenda conjunta entre el sector público y el asegurador con foco en la educación financiera, la conciencia aseguradora, el desarrollo de productos fáciles y adaptados al cliente y herramientas de inversión que garanticen la solvencia del sistema de coberturas.

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