Néstor Kirchner ya puede sentirse conforme con el gobierno de George W. Bush. A pesar de que canceló sin explicaciones coherentes para un país que es aliado extra OTAN las ejercitaciones aéreas Aguila III (con la Fuerza Aérea de EE.UU.), el Pentágono aceptó la participación de un navío de la Armada Argentina en maniobras navales con buques norteamericanos que se realizan en el Mediterráneo. En la página Web de la base Norfolk, la US Navy (armada norteamericana) reconoce y agradece que el destructor Sarandí forme parte del grupo de escolta del portaaviones nuclear Enterprise que comenzó el despliegue al Mediterráneo el 2 de octubre pasado. El contraalmirante estadounidense Jim R. Stavridis, comandante del Grupo 12 de Destructores que integra el Sarandí dijo que «éste es el primer despliegue de un núcleo de batalla de la era post Saddam Hussein». «Ellos (la Armada Argentina) nos enviaron un buque con una tripulación altamente entrenada a nuestro Grupo de Ataque, incluyendo dos helicópteros con excelente capacidad para blancos más allá del horizonte, una significativa serie de armas de superficie, una buena capacidad de defensa antiaérea, y la potencia del misil Exocet.» «Quizá lo más importante es que el contar con un aliado de la coalición adiestrándose y desplegándose con nosotros, también les brinda a todos nuestros buques norteamericanos la oportunidad de interactuar con un socio en todos los niveles de entrenamiento y adiestramiento, lo cual nos perfecciona mucho más cuando salimos a operar con otras marinas.»
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Por primera vez la Armada de un país latinoamericano -seleccionado por la marina de EE.UU.- forma parte de una escuadra naval que navegará en maniobras multilaterales durante seis meses junto a buques de Francia, Alemania e Italia. El dato -guardado en secreto por la situación de riesgo que impuso el conflicto iraquí- dejó atrás planteos del gobierno de Kirchner que recelan del orden económico internacional y de la hegemonía de EE.UU., explicables, eso sí, por la agenda política local cargada de elecciones hasta fin de año.
La participación en ejercitaciones internacionales ha sido un gran aliciente para las Fuerzas Armadas. Y para el gobierno nacional se convierte en una forma de halagarlas en medio de la crisis provocada por la revisión judicial de la represión de los años '70 y '80. Kirchner superó el temor a aparecer demasiado alineado con EE.UU. en la visita relámpago que hizo a George W. Bush a principios de su gestión. Para ese encuentro llevaba el dato de la misión del destructor ARA Sarandí en el Mediterráneo por si se requería -no sucedió- alguna muestra discreta de apego a alta política internacional. Siempre se puede decir para aventar presiones del ala más progresista que apoya al gobierno, que el ejercicio naval no es monopolio yanqui porque también participan tres países de la OTAN (Francia, Alemania e Italia) que además no comulgan; Francia es totalmente opositor, con la doctrina Bush respecto de la solución de conflictos.
• Mérito
Tanto Rafael Bielsa como José Antonio Bautista Pampuro reclaman para sí en reuniones cerradas el mérito de haber contribuido con el despliegue de la nave de guerra criolla. Pero ninguno se decidía a comunicar la noticia por temor a contrariar al Presidente en un tema tan sensible como lo es el vínculo con EE.UU. Es que ambos salieron escaldados en esta materia: el propio Kirchner rechazó de plano sus propuestas de dar inmunidad diplomática a las tripulaciones norteamericanas de los cazas F-16 que iban a participar del ejercicio Aguila III. El destructor Sarandí (en la foto con el número 13 pintado en el casco) es un navío tipo Meko 360 NATO, es decir construido con tecnología desarrollada por países de la Alianza Atlántica, tiene 225 hombres a bordo, fue el único que pasó el filtro de la Armada para esa comisión de seis meses. El resto de la flota sufre en puerto los estragos que causa la estrechez presupuestaria en el mantenimiento y aptitud de los mecanismos esenciales para una navegación y operación segura por tan largo plazo. La historia del ejercicio Solid Step (nombre código que le dio la marina de EE.UU.) en el Mediterráneo con el portaaviones Enterprise tuvo altibajos desde la firma de la Carta de Entendimiento en abril de 2001. Y eso que el costo de la operación del Sarandí --cercano a los nueve millones de dólaresse paga íntegramente con fondos IMET (sigla en inglés de International Military Education and Training) que administra el Departamento de Estado y aplica el Pentágono. El IMET es un programa de costo relativamente bajo y un elemento de la ayuda norteamericana de seguridad que anualmente, por medio de donaciones, provee entrenamiento a fuerzas amigas. El primer obstáculo que demoró las gestiones navales fue la estridencia verbal del entonces presidente interino Eduardo Duhalde contra la coalición aliada de EE.UU., Gran Bretaña y España que derrocó a Saddam Hussein.
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