18 de mayo 2023 - 11:03

El FMI pone al BCU entre la espada y la pared por el control inflacionario

El organismo internacional sugirió mantener "una postura monetaria estricta" y no intervenir en el tipo de cambio. Incertidumbre respecto a las acciones sobre el atraso cambiario.

El FMI pidió que Uruguay mantenga una política monetaria estricta para el control de la inflación.

El FMI pidió que Uruguay mantenga una política monetaria estricta para el control de la inflación.

Uruguay debe mantener “una postura monetaria estricta”, según los resultados de la evaluación anual 2023 del Fondo Monetario Internacional (FMI), con el objetivo de seguir reduciendo las presiones inflacionarias en la economía del país. Sin embargo, este pedido choca con las recientes decisiones del Banco Central del Uruguay (BCU) en pos de actuar sobre el atraso cambiario, por lo que la entidad se enfrenta a una decisión: ¿control de inflación o fortalecimiento de la competitividad?

El directorio ejecutivo del FMI concluyó su evaluación anual de la economía uruguaya y compartió las principales consideraciones a través de un comunicado de prensa. Las novedades no fueron demasiadas —los principales puntos ya habían sido adelantados en evaluaciones parciales previas, sobre todo la desaceleración que tendrá el crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) del país, que llegará a solo un 2%—, pero los elogios fueron bien recibidos en función de continuar construyendo la confianza de los inversores internacionales.

Sin embargo, y más allá de la insistencia de mantener la solidez fiscal y controlar el nivel de deuda que tiene el país —ya advertido por el organismo internacional—, un punto puede causar preocupación en el gobierno: el pedido de mantener una política monetaria estricta para controlar la inflación. Es decir, sostener la política contractiva que caracterizó el accionar del BCU respecto de las tasas de interés durante el 2022 e inicios del 2023, también destacada por el FMI.

Esto, a primera vista, no parece ser algo negativo de por sí. Pero si se ubica en la coyuntura uruguaya particular, se da de lleno con el reclamo de los sectores industriales y exportadores, que piden la baja de las tasas para, así, intentar fortalecer un dólar que no logra repuntar y que arrastra consigo la competitividad del país en el mercado exterior.

Asimismo, el directorio ejecutivo del Fondo señaló que las intervenciones cambiarias solo deben limitarse a responder a condiciones de mercado desordenadas. Algo diferente a lo que realizó el Comité de Política Monetaria (Copom) en abril, cuando decidió bajar la Tasa de Política Monetaria (TPM) para intentar recuperar la cotización del dólar, dejando de lado los intentos de que la inflación se ajustara al rango meta.

¿Adiós a la búsqueda del equilibrio cambiario?

La sugerencia del FMI parece poner fin a la pequeña primavera del sector exportador que, en definitiva, tampoco fue tal. Lo cierto es que la baja de las tasas empujó levemente el valor de la moneda estadounidense, pero las mejoras en la calificación crediticia de Uruguay —primero por Standard & Poor’s y luego, todavía demasiado reciente como para evaluar su impacto real, por Moody’s— relativizaron esta apreciación debido al fortalecimiento del peso que tendió hacia la estabilidad del par.

Sin embargo, el organismo internacional pareciera limitar las futuras acciones del BCU en cuanto a política monetaria, luego de haber proyectado una baja de la tasa de interés hasta el 8% para fines de 2024. Esto, al menos, hasta que las presiones de precios y las expectativas inflacionarias converjan en los rangos meta. Es decir, hasta que la inflación baje del 6%.

Si se observa el último Informe de Política Monetaria (IPoM) del BCU, esto debería suceder a lo largo del 2024, particularmente en el segundo trimestre. Aunque los mercados financieros consideran que en el 2025 la inflación seguirá siendo más cercana al 8% —con una expectativa del índice interanual en 7,83%, según el informe “Evaluación de precios e inflación esperada por los agentes” del mismo Banco Central.

De todos modos, el escenario a corto plazo tampoco presenta una dicotomía tan marcada entre la política contractiva de las tasas y el fortalecimiento del dólar: las proyecciones de los analistas consultados por el BCU respecto de la valorización de la divisa estadounidense advierten una cotización de 41 pesos a diciembre, lo que significa un avance anual del 4,9% —bastante por debajo de la inflación y en claro retroceso real—; mientras que la autoridad monetaria del país decidió mantener congelada la TPM en 11,25% durante el próximo mes, por lo que la baja no pareciera ser, todavía, la prioridad ante cualquier tipo de crecimiento en las expectativas inflacionarias.

Por lo tanto, quedará por ver cómo evolucionan ambos indicadores —inflación y dólar—, y qué decisión tomará el BCU a partir de lo sugerido por el FMI.

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