En las últimas semanas se completaron los datos de la evolución del PIB en los países de la región correspondientes al primer trimestre, con crecimientos de 2,3% (Chile) hasta 5,8% (Argentina). Son desempeños positivos (en el caso de Brasil y Uruguay, por arriba de lo esperado: 2,9 y 3,4% respectivamente), pero con desafíos para todas las economías de la región para lo que resta de este año, por asuntos pendientes a nivel interno, y un panorama global entreverado.
PIB per cápita: el liderazgo regional de Uruguay y sus desafíos
Comparando la evolución del PIB per cápita, Uruguay no solo tiene el mayor en la región, sino que es el que más subió en los últimos años.
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El PIB uruguayo es el que más subió en los últimos años.
Más allá de la coyuntura, es interesante compartir una mirada más amplia de lo sucedido en los últimos años. Para eso tomamos el 2016 como punto de partida para comparar la evolución del PIB en las 4 economías. Ese año la región ya había tenido el impacto de la caída en los precios de los commodities (2014-15) y aún faltaban 4 años para la pandemia, lo que permite observar el desempeño de las economías previo a esa crisis.
Tomando las cifras hasta el 2024, Brasil y Chile se destacan como los países con un mayor aumento en su PIB. Ambos venían con una dinámica mejor antes de la pandemia, mientras Uruguay mostraba un crecimiento muy bajo y Argentina ya venía en caída (gráfica). Luego llegó la pandemia, que impactó duramente en la economía de todos los países, pero más en Argentina (el PIB cayó 10%), mientras Chile y Uruguay cayeron 6,1% y 7,4%. Brasil, en cambio, tuvo una caída bastante menor, aunque igualmente dura para su economía (-3,3%). Además, la gestión sanitaria del trance en el vecino norteño tuvo serios problemas.
La salida post pandemia también fue diferente según los países. Al que más le costó fue a Uruguay: su PIB recién superó el de 2019 en 2022, mientras el resto de los países ya logró equiparar el PIB pre pandemia en 2021. La evolución luego es también distinta según los países. Chile tuvo un impactante crecimiento en 2021 con un aumento de más de 11% en el PIB, para luego desacelerar. En Brasil el crecimiento fue más lineal y termina casi equiparando a Chile en 2024. Uruguay, en cambio, tuvo una post pandemia más accidentada: en 2022 el crecimiento fue robusto, pero la sequía y la crisis argentina lo frenaron en 2023, y lo alejaron de los dos países mencionados antes. Y Argentina -precisamente- entró en caída nuevamente en 2023 y 2024, quedando su PIB nuevamente debajo del de 2019, un rotundo y triste fracaso económico.
Es interesante observar que Uruguay -más allá de lograr mayores grados de libertad respecto a sus vecinos que los que tenía en los años 90- sigue evolucionando en un plano medio entre Argentina y Brasil. Y es claro también cómo Argentina (con su caída en 2023) “frenó” a Uruguay por el efecto combinado “cepo+dólar paralelo”, que abarató a niveles pocas veces vistos el mercado vecino para los uruguayos; los orientales se fueron a gastar en masa al otro lado del río, mermando el consumo local.
Las proyecciones para 2025 no plantean cambios significativos. El FMI prevé subas del PIB de 2% para Brasil y Chile, de 2,8% para Uruguay (más optimista que los locales) y del 5,5% para Argentina, que tendría una recuperación fuerte y se acercaría al resto de los países, aunque aún lejos.
Per cápita
Las comparaciones de la evolución del PIB son interesantes por tratarse de países de una misma región, con algunas cuestiones similares. Pero son economías con dinámicas demográficas y poblaciones muy diferentes. De manera que -en términos de cómo evoluciona el ingreso familiar o personal- es más ilustrativo analizar el PIB per cápita (el simple cociente entre el PIB y la población). En la gráfica adjunta se muestra la evolución del PIB per cápita medido en dólares, también con base 100 en 2016.
Allí Uruguay lidera, tanto en términos absolutos como en la variación en los últimos años. Con un PIB per cápita en 2024 de 22.693 dólares, supera los 17.015 de Chile, 14.362 de Argentina y 9.964 dólares per cápita de Brasil. En la medida que su población casi no crece (contrariamente a los otros países) en Uruguay todo aumento del PIB se traduce casi linealmente en un aumento del PIB per cápita. Así, tomando las cifras del FMI, Uruguay también lidera el aumento entre 2016 y 2014, con un avance de 36% en dicho período, claramente arriba del 24% de Chile. Es posible que haya cierto efecto cambiario en el dato (un dólar más flojo en el país, eleva el PIB en dólares) pero aún así la distancia es apreciable.
Este desempeño positivo implica también desafíos para Uruguay. Por un lado, porque su demografía le presenta riesgos y dificultades cercanas; sin ir más lejos, en el plano del financiamiento de la seguridad social y la presión que esta le genera al Presupuesto (la Caja de Profesionales es el capítulo más reciente, pero no será el último).
Por otra parte, en la medida que su población crece muy poco, la proyección de un mayor crecimiento y PIB a largo plazo dependerá de la productividad de la población y de cada empleo. Dicho de otra manera, el PIB no crecerá -salvo un imprevisto cambio- por sumar más gente al trabajo (como sucede, en parte, en otros países) sino porque sea más productivo cada habitante. Esto depende de la inversión y de la formación (educación, capacitación) de la población. En ambos planos Uruguay ha tenido limitaciones para articular una dinámica más virtuosa. La tasa de inversión no es suficiente y ahora baja, culminadas las grandes obras de UPM. Y en educación, el denominado sistema educativo tiene dificultades en su capacidad de respuesta ante los fuertes cambios en las modalidades de negocios y empleo, por los profundos cambios tecnológicos y -ahora- comerciales. Mejorar en esos planos es clave para seguir liderando.
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