29 de octubre 2002 - 00:00

El hemisferio es el objetivo

La integración continental es un proceso irreversible. En los próximos días se definirá la suerte de la región. En efecto, la Reunión de Ministros de Comercio en Quito marcará el inicio de las negociaciones en materia de acceso a mercados en el continente. En particular, se ingresa en la etapa final del proceso, donde los países del Area de Libre Comercio de las Américas discutirán ofertas concretas en materia de bienes industriales, agrícolas, inversiones, servicios y compras gubernamentales.

La Argentina no puede ni debe desoír esa realidad. Por el contrario, la integración hemisférica es una pieza muy importante de la política comercial argentina basada en una estrategia multipolar, esto es, negociaciones simultáneas en distintos escenarios. Debemos entender el ALCA no sólo como un generador de oportunidades comerciales, sino como un mecanismo capaz de favorecer el desarrollo y contribuir a la paz y la seguridad de la región, fortaleciendo, asimismo, su posición en el escenario internacional.

Claro está, ello no implica desestimar el Mercosur. El planteo «ALCA o Mercosur» es un falso dilema. Ambos procesos son complementarios -no excluyentes-. Un Mercosur sólido potencia los réditos que nuestro país puede obtener de las negociaciones simultáneas en el ámbito bilateral, regional y multilateral.

Mucho se ha opinado sobre la conveniencia para la Argentina y el Mercosur de negociar en el ALCA. Los temores y las críticas se originan en el hecho de que incluye actores de tamaño y desarrollo económico muy superiores a nuestro país. Esos actores son, sin embargo, los que ofrecen, al mismo tiempo, mayor potencialidad en términos de acceso a mercados. La mejor manera de relacionarse con ellos cuando uno es un actor intermedio -como la Argentina- es a partir del desarrollo de reglas de juego estables -incluyendo mecanismos eficientes de solución de controversias- que permitan evitar la discrecionalidad de estos países.

En términos comerciales, el hemisferio constituye el principal socio de nuestro país, absorbiendo casi 60% de nuestras exportaciones y abasteciendo casi 55% de nuestras importaciones. Las dudas surgen porque junto a las oportunidades que se abren en los mercados casi inexplotados para nuestro país (el bloque de América del Norte o el de la Comunidad Andina) existen también amenazas derivadas de las pérdidas de preferencias en nuestros actuales socios comerciales, fundamentalmente en el Brasil y Chile. En ese caso, el desafío es lograr que el acuerdo redunde en un mayor bienestar general para los argentinos, derivado de ganancias concretas generadas a partir de incrementos en el ingreso y para reducción del desempleo.

Una participación eficiente en el proceso ALCA requiere negociadores capacitados y un análisis realista de las oportunidades que ofrece esta negociación y de los intereses argentinos involucrados en ella. En esta línea, estamos trabajando a través de tres vértices: capacitación y desarrollo de información para los negociadores, trabajo coordinado con el sector privado y comunicación permanente con el sector académico.

• Impacto

La Cancillería ha realizado estudios de impacto de la negociación hemisférica, tanto en términos generales como sectoriales, que permiten a sus negociadores contar con herramientas de análisis de la potencialidad del acuerdo ALCA; ha convocado al sector privado a remitir sus aportes y comentarios sobre las ofertas que, en materia de bienes agrícolas, industriales, servicios, inversiones y compras gubernamentales, debe presentar nuestro país, y ha organizado reuniones académicas para deliberar sobre el futuro de las negociaciones comerciales que lleva adelante la Argentina.

Las estimaciones realizadas por el Centro de Economía Internacional (CEI), de la Secretaría de Comercio Internacional, señalan que una disminución efectiva de los aranceles aplicados por los países del continente implicaría para la Argentina un crecimiento del Producto Bruto Interno de 3,5%, un incremento de sus exportaciones de 14% y un incremento de importaciones de 12%. En otro orden, las simulaciones también señalan que el ALCA generaría beneficios macroeconómicos significativos a través de la diversificación de los destinos de exportación, disminuyendo la dependencia que tiene la Argentina del mercado brasileño.

Es preciso, también, ser plenamente conscientes de que, en estos procesos de relacionamiento, no hay ganadores y perdedores absolutos. No obstante, en términos sectoriales el escenario ALCA es el único -comparado con otras alternativas de integración en las que participa nuestro país- que registra un crecimiento de exportaciones en todos los rubros.

En la mesa de negociaciones no están presentes solamente las barreras arancelarias, sino también las restricciones no arancelarias, que son las que mayor discriminación generan -por parte de los países desarrollados de la región- en contra de nuestros productos exportables. Es positivo entonces que el ALCA también incluya un complejo conjunto de regulaciones y normas técnicas; estándares sanitarios y fitosanitarios, medidas de defensa comercial (derechos antidumping, compensatorios y salvaguardias), subsidios a las exportaciones agrícolas, medidas de ayuda interna, créditos a la exportación y producción, programas de apoyo a productores y exportadores, entre otras, que constituyen una importante restricción a las exportaciones. Sólo un tratamiento integral de estos temas garantizará un acceso a mercados efectivo a nuestros exportadores.

Por último, también cabe hacerse la pregunta inversa: ¿cuál es el costo de no participar? Implica no sólo quedarnos afuera de un proceso que inexorablemente logrará resultados y del cual pueden derivar oportunidades para la Argentina y el Mercosur, sino que también, aun cuando la Argentina no participe del ALCA, la concreción de la integración del resto de los países significaría igualmente la pérdida de preferencias.

En definitiva, el ALCA puede ser visto como una amenaza o una oportunidad. Como se ha demostrado, las precondiciones favorables están dadas. Una firme negociación como la realizada en los últimos meses entre la Argentina y los Estados Unidos permitirá inclinar la balanza hacia las oportunidades. Para ello, la definición de la posición argentina se elabora como resultado de un trabajo conjunto del sector público y privado, complementado con los aportes del sector académico, el Parlamento y las organizaciones no gubernamentales, en la búsqueda del consenso necesario para seguir adelante en este proceso. En segundo lugar, la estrategia de negociación debe partir, necesariamente, del Mercosur, no sólo como ámbito de elaboración de propuestas de negociación, sino también como marco para la evaluación de las oportunidades derivadas del proceso hemisférico.

Nuestro país negociará bajo la aplicación efectiva de tres principios: el
single undertaking, por el cual «nada está acordado hasta que todo esté acordado», garantizando así que nuestros intereses están representados; la coexistencia de los acuerdos subregionales que nos permitirán mantener, en la medida en que nuestro acuerdo interno sea más profundo que el hemisférico nuestra preferencia Mercosur, y el reconocimiento de las diferencias en los niveles de desarrollo y tamaño de las economías.

(*) Secretario de Comercio Internacional

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