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“Arlt cambió la literatura, y a ese cambio trato de sumarme”
Sobrino de Ricardo Piglia, el autor de “Las fieras”, “Poesía estupefaciente” y “Cría terminal vuelve a incursionar en el mundo imaginario de un personaje oscuro a lo largo de un “infierno vital”.

Maggiori. Acaba de editar una nueva novela-ensayo, “Egotrip”.
P.: Caprano documenta donde está su mujer, hija, su amante, una estafa y varias traiciones, y un viaje, un escape; hasta se encuentra con los nazis, los indígenas de la Patagonia, el horror.
G.M.: Esa es la historia que me regaló Caprano. Una épica menor que termina siendo una pequeña odisea posmoderna. Se ve involucrado en cosas espeluznantes. Va hacia un mundo oscuro que subyace, el del terror, género en que busca inscribirse la novela. El genocidio para arrebatar tierras a pueblos originarios, el haber recibido a nazis, y genocidas que fueran figuras prominentes en Bariloche, como Priebke, un mundillo que sigue teniendo influencia, que funciona como un mito pero que tiene un trasfondo real. Eso es parte de lo que atraviesa Caprano en su odisea en busca de la verdad.
P.: ¿Como en "Entre hombres" juega con el policial, en "Egotrip" lo hace con otro género menor, revisando, rearmando, el género de terror?
G.M.: Hay recursos que ofrecen los géneros menores. Por ejemplo el modo de cortar tensiones. En un momento de tensión límite salta de la diégeisis de la trama, pasa a otra cosa para retomar lo anterior más adelante. Eso puesto en otro tipo de relato lo vuelve difícil de etiquetar para la crítica que busca clasificarlo, que considera que resulta más fácil, más cómodo para el lector, si se diga que el libro pertenece a tal o cual género. Esto pasa mucho en nuestra literatura. Se sostienen modos. El problema es que hay continuidad de líneas, no lucha y mutación. Si no se apuesta es por cómo está el sistema literario. Hay una cantidad impresionante de autores, algunos muy buenos, que han salido últimamente. Pero no se genera un quiebre con la continuidad que se viene dando. Hay mucho epigonismo. Y eso es una encerrona que tiene que ver en cómo está estructurado el mercado editorial, y la vida del escritor en cuanto a lo económico, y con el sistema de talleres que es parte de la supervivencia de los escritores. Esto produce la escuela del epigonismo, todos escriben parecido a tal. Tratar de generar algo distinto, una nueva lectura, cuesta mucho. Más desde el lado del crítico que del lector, aunque también, para asimilar el cambio. Se está acostumbrado a esas estructuras. De algún modo las editoriales independientes están ayudando a dar accesos a voces diferentes que salen de la habitual uniformización.
P.: ¿En qué está ahora?
G.M.: En un policial que vengo trabajando en paralelo con "Egotrip", pero con ritmo más pausado, y en una serie de ensayos que vamos a ver como resultan. Tengo en eso, en lo familiar, un listón muy alto. En periodismo cultural hace poco estuve escribiendo para la Universidad Diego Portales de Chile un perfil de la poeta Marosa de Giorgio.
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