El cardenal Gherard Ludwig Müller se refirió a la muerte del papa Francisco como el cierre de una era, y además criticó los acuerdos realizados con países comunistas o donde se profesa el Islam. El alemán es uno de los referentes del ala tradicionalista de la Iglesia.
El cardenal Müller aseguró que la Iglesia "no es una organización internacional humanitaria y social"
El alemán es uno de los referentes del ala tradicionalista, al tiempo que aseguró que la muerte del papa Francisco es el cierre de una era.
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El cardenal alemán apuntó contra el Islam, el comunismo y la homosexualidad, entre otros temas.
“Se ha acabado un capítulo en la historia de la Iglesia. Claramente el último juicio corresponde a Dios, no podemos juzgar a las personas. Pero si hablamos de su pontificado, hay opiniones distintas”, señaló Müller en una entrevista. Su declaración resume el tono crítico que mantuvo hacia el liderazgo de Francisco, especialmente desde su posición dentro del ala conservadora de la Curia.
Críticas al pontificado de Francisco: la mirada de Müller
Müller, quien fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se ha consolidado como una figura referencial para los sectores que cuestionan al papa argentino. Tras su fallecimiento, el cardenal participará en el próximo cónclave como uno de los electores, ya que aún no ha cumplido los 80 años (tiene 77).
Entre las decisiones más cuestionadas por Müller se encuentra el acuerdo con el gobierno chino que permite el nombramiento conjunto de obispos, a pesar de la ausencia de vínculos diplomáticos formales: “Se debe llegar a acuerdos con estos potentes dictadores pero no podemos traicionar los principios de nuestra fe, no podemos aceptar que comunistas ateos, enemigos de la humanidad, escriban nuestros libros de catequismo o lleven a las iglesias imágenes de Xi Jinping. No podemos aceptar que los comunistas nombren obispos”, defiende.
Tampoco comparte la apertura del papa hacia la bendición informal de parejas homosexuales, alegando que esta práctica genera confusión y deberá ser revisada por el futuro pontífice: “El documento aprobado en el pontificado de Francisco quería ayudar pastoralmente a estas personas pero no se debe relativizar la doctrina católica del matrimonio”.
Otro punto de tensión para el cardenal es la inclusión de laicos con derecho a voto en el Sínodo de Obispos, ya que considera que esta medida desdibuja el papel tradicional de los prelados: “Los obispos tienen una autoridad que no se debe confundir con la posibilidad de todos los bautizados de hablar. Es un simposio, legítimo, pero no es un sínodo (…) Lo equivocado es confundir la iglesia con una organización política”.
La asignación de cargos de liderazgo vaticano a mujeres también ha sido objeto de reparos por parte de Müller, aunque aclaro que “el problema no es la mujer, sino que un laico llamado a presidir lo que antes era una congregación, que antes era la expresión de la autoridad del Colegio Cardenalicio”.
Respecto al diálogo interreligioso impulsado por Francisco, en especial con el Islam, Müller se muestra más escéptico: “Podemos dialogar con ellos: respetan ciertos principios de la ética natural y creen en Dios a su manera. Pero debemos preguntarnos cómo es posible que alguien que cree en Dios, creador de todos los hombres, pueda asesinar en su nombre. Diálogo sí pero evitar toda forma de relativismo”, afirmó.
De cara al futuro cónclave, el cardenal enfatiza la importancia de recordar la esencia espiritual de la Iglesia frente a los intentos de secularización: “Esto agrada a mucha gente secularizada, la élite, los oligarcas, que querrían un papa como un símbolo de su religión. Pero el papa no es símbolo de una religión secularizada”, y remarcó que la iglesia “no es una organización internacional humanitaria y social”.
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