29 de enero 2024 - 13:35

Roberto Schroeder, CEO de Bodega Familia Schroeder: "Lo más dañino para nuestra actividad es la inflación"

Las bodegas argentinas tuvieron un 2023 para el olvido. Las ventas internas de vino cayeron 6,3% y las exportaciones retrocedieron 25,7%, según el INV.

FAMILIA. Roberto Schroeder (derecha) con su hijo Herman, tercera y cuarta generación en la gestión de Bodega Schroeder.

FAMILIA. Roberto Schroeder (derecha) con su hijo Herman, tercera y cuarta generación en la gestión de Bodega Schroeder.

El 2023 fue un año para el olvido en la industria vitivinícola argentina. Las ventas de las bodegas en el mercado interno cayeron 6,3% y las exportaciones retrocedieron 25,7%, en ambos casos comparadas con las cifras de 2022, según las estadísticas del Instituto Nacional Vitivinícola (INV).

Detrás de estos resultados pobres para el sector en conjunto se conjugaron elementos múltiples, que van desde las condiciones del clima hasta las restricciones cambiarias, pasando por un factor clave: la inflación.

Durante una entrevista con Ámbito, Roberto Schroeder, CEO de Bodega Familia Schroeder, coincidió con este diagnóstico. Y lo resumió en la siguiente frase: “Lo más dañino para nuestra actividad es la inflación”.

La bodega está en San Patricio del Chañar, Neuquén, en una de las zonas vitivinícolas más australes del mundo. Fue fundada en 2001 por Herman Heinz Teodoro Schroeder, hijo de inmigrantes alemanes pioneros en la Patagonia. Leonardo Puppato es el enólogo que diseña los vinos de la bodega desde 2002.

Este es un resumen del diálogo con el empresario Roberto Schroeder.

P: Las estadísticas oficiales confirman que 2023 fue un mal año para el sector vitivinícola en general. ¿Cómo lo vio usted?

Roberto Schroeder: Definitivamente, 2023 se complicó. En la primera parte del año el sector vitivinícola fue un sector favorecido, dado que es exportador. Eso nos permitía no tener importaciones trabadas. Al principio nos pudimos seguir equipando con un dólar que tenía un grado de subsidio, si bien también hay que decir que nos liquidaban más baratos los dólares de exportación.

P: ¿Y qué pasó después?

RS: En la segunda parte del año, cuando no había dólares fue cuando realmente sufrimos las restricciones para importar. Tenemos muchos insumos importados como papel de etiquetas, corchos, herramientas de la industria, etc. Se hizo difícil importar y pagar algunos insumos clave. Los proveedores habituales acompañaron un poco, pero luego no fue así y toda la actividad se vio afectada como no habíamos conocido antes.

P: ¿Qué otros factores macroeconómicos influyeron?

RS: La inflación, que es lo más dañino para nuestra actividad. Yo hubiera preferido antes que una corrección del dólar exportador tener una inflación razonable. Porque es lo que genera todas las distorsiones.

Encima tuvimos inflación en dólares que no podíamos exportar porque no se podía trasladar a los clientes del exterior, porque los perdíamos.

La inflación es un problema estructural que se suma a los problemas normales de la actividad, como la competencia, menor producción, o el clima. Hay mucho vino en el mundo, nadie necesita el nuestro específicamente. Si por algo tuviste la oportunidad de conseguir un cliente, hacer una alianza de varios años, puede suceder que si le aumento 10% en dólares el precio, como me impacta en mis costos, el cliente se va. Y no lo encuentro más.

P: ¿Cómo influyó la cuestión climática en 2023?

RS: El 2023 arrancó con un tema de la naturaleza, que fue una helada muy intensa, que provocó que tuviéramos una producción efectiva que fue un 25%/30% inferior a la prevista. Igual, debido al contexto económico, la helada tuvo impacto dispar, según como se mire. Para un año que no hubo tantas ventas, tal vez no fue tan malo como si hubiera llegado en un escenario de alta demanda. Pero definitivamente, eso provocó un aumento del costo kilo uva que no fue sencillo trasladar.

P: ¿Cuál fue el impacto directo para su bodega?

RS: Como resultado de todo eso, 2023 fue un año donde vendimos menos que lo proyectado. Hasta noviembre de 2022 habíamos pensado crecer un 20% en el año siguiente. Pero la realidad fue que crecimos sólo un 5% en vinos tranquilos. Y caímos un poco en espumantes.

No fue sólo un tema nuestro. En la industria en general se vendió igual o menos que en 2022. El 50% de las ventas se da en el último trimestre del año. Y en 2023 esto estuvo muy flojo por la caída del consumo. El consumidor empezó a recortar sus gastos por los productos que no le resultan imprescindibles.

P: ¿Y ahora advierte algún cambio en el contexto?

RS: Las perspectivas para este año son mejores. La importación está tendiendo a regularizarse, con las diferentes medidas que se anunciaron, como los bonos Bopreal, que dan alguna certeza de cuándo le vamos a poder pagar a los proveedores del exterior. En cuanto a las retenciones, la propuesta de subirlas a 8% la terminaron quitando, no sé si por una negociación política, pero la realidad es que no tenían razón de ser en una actividad como la nuestra. Con todo esto mejora el panorama. Todavía no se siente en el bolsillo, pero da cierta esperanza.

P: ¿Qué expectativas tiene la bodega para 2024?

RS: Tenemos planeado crecer 15% sobre los números del año 2023, que es recuperar parte del terreno perdido. Tanto en el mercado interno como externo. La bodega nombró una nueva directora comercial para ambos mercados, para relanzar nuestra estrategia de ventas con objetivos nuevos. Queremos hacer más viajes para trabajar con nuestros clientes del exterior y generar nuevos.

P: ¿Cómo se captan los clientes en el exterior?

RS: Las ferias son la manera más directa de ganar nuevos mercados. La más importante y convocante de Occidente es ProWein que se hará en marzo en Alemania. Hay otra importante en China, pero ahí las expectativas son diferentes. En el frente externo también nos genera expectativas positivas la intención oficial de cerrar convenios Mercosur-Europa, que nos podría ayudar a bajar los costos para acceder a clientes de Europa. En eso nos suele ganar Chile, que es competitivo y tiene mejores condiciones de acceso. En una reunión con empresarios en la que estuve hace poco, la canciller Diana Mondino aseguró que en febrero se estará firmando el acuerdo con Europa.

P: ¿Cómo viene el día a día de la bodega?

RS: El año recién empieza. Pero en 2023 hicimos un par de lanzamientos. Uno fue la presentación de una etiqueta exclusiva para venta en el hotel Llao Llao. Y el otro fue la etiqueta Patrimonio, que va al mercado externo, para un club de vinos muy importante de Estados Unidos, donde está nuestro principal cliente del exterior. Este fue un trabajo especial de nuestra enología, de corte, que llevó varios años. También venimos de recoger durante el año pasado muy buenos resultados en concursos internacionales. Nuestro Pinot Noir y el Malbec de Patagonia tienen mucho prestigio mundial. Por ejemplo, el Saurus Pinot Noir y el Saurus Select Pinot Noir recibieron la Medalla de Oro en el Mondial du Pinot; y este Select también gano el oro en Mundus Vini, en Alemania.

P: ¿Prevén ampliarse en el negocio del enoturismo?

RS: Neuquén no es un destino enoturístico. Pero el turismo extranjero creció. Muchos turistas de Brasil que vienen en auto a Bariloche paran acá y visitan la bodega y comen en nuestro restaurante Saurus y hacen la visita a la bodega. No es algo masivo, pero es algo a lo que le prestamos atención. Hay que promover esto en conjunto con la provincia. Podemos beneficiarnos del rebote de Mendoza, ya que el que fue alguna vez allá, está abierto a conocer otras propuestas de calidad. Nosotros tenemos el proyecto de sumar hospedaje en la bodega para poder ofrecer una experiencia completa. Recientemente nos hicimos cargo de proyectos abandonados en la zona de San Patricio del Chañar. Tenemos la idea de poner en marcha un hotel a menos de dos kilómetros de la bodega. Es una inversión que será beneficiosa para nuestra bodega, pero también para toda la región del Chañar.

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