25 de abril 2025 - 09:29

El dólar busca su equilibrio en el nuevo esquema cambiario

En los primeros días del nuevo régimen cambiario, el dólar oscila con fuerza, atrapado entre la presión del gobierno por anclarlo al piso de la banda y un mercado que busca un equilibrio esquivo.

El Ejecutivo apuesta por anclar el tipo de cambio al piso de la banda para evitar la inflación y acumular reservas, pero la pregunta es si ese valor es sostenible o incluso deseable para una economía que necesita competitividad y crecimiento. 

El Ejecutivo apuesta por anclar el tipo de cambio al piso de la banda para evitar la inflación y acumular reservas, pero la pregunta es si ese valor es sostenible o incluso deseable para una economía que necesita competitividad y crecimiento. 

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Desde la unificación cambiaria anunciada el 14 de marzo de 2025, el dólar en Argentina ha emprendido una búsqueda volátil de su nuevo nivel de equilibrio dentro de una banda de flotación administrada. Los primeros días del esquema, que marcó una nueva flexibilización del cepo cambiario, han estado marcados por oscilaciones bruscas, reflejo de un mercado que intenta reconciliar las expectativas de los agentes económicos con las políticas del gobierno de Javier Milei.

El Ejecutivo apuesta por anclar el tipo de cambio al piso de la banda para evitar la inflación y acumular reservas, pero la pregunta es si ese valor es sostenible o incluso deseable para una economía que necesita competitividad y crecimiento. En un contexto de liquidaciones agropecuarias estacionales y respaldo global, el dólar se encuentra en el centro de un delicado acto de equilibrismo.

Una danza volátil: el dólar en busca de su nuevo piso

Un posible nuevo esquema cambiario, filtrado el 14 de marzo en el marco de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), desató una tormenta en el mercado. La incertidumbre llevó a un incremento en la demanda de dólares y a una retracción de la oferta, forzando al Banco Central de la República Argentina (BCRA) a vender más de 2.000 millones de dólares en menos de un mes para contener la presión. Con la implementación formal del régimen, que permite al dólar fluctuar dentro de una banda donde el BCRA compraría en el piso y vendería en el techo, los agentes económicos comenzaron a recalibrar sus estrategias.

Los primeros días del esquema son volátiles. El dólar se disparó en la jornada inaugural, pero pronto la oferta superó la demanda, empujándolo hacia la parte baja de la banda. Sin embargo, en esta semana, el tipo de cambio rebotó, acercándose nuevamente a los niveles iniciales. Esta volatilidad refleja un mercado en transición: la demanda anticipada de marzo se disipó, mientras que la oferta, previamente retraída, comienza a fluir.

A medida que el dólar se aproxima al piso de la banda, los incentivos cambian. Las importaciones se abaratan, el carry trade pierde atractivo y la compra de divisas se vuelve más tentadora. Este comportamiento, combinado con la estacionalidad de las exportaciones agrícolas, plantea un desafío crítico: encontrar un tipo de cambio que estabilice la economía sin sacrificar su competitividad.

La apuesta del Gobierno: el piso de la banda a toda costa

El gobierno de Milei ha hecho de la apreciación cambiaria su prioridad inmediata, buscando anclar el dólar al piso de la banda para evitar una aceleración inflacionaria y fortalecer las reservas internacionales. Para ello genera los incentivos necesarios:

  • Endurecimiento monetario: El BCRA se abstuvo de intervenir en el mercado de pases, lo que disparó las tasas de interés en las primeras dos jornadas post-unificación, enviando una señal de disciplina monetaria.
  • Incentivos fiscales: Milei confirmó un aumento de las retenciones a las exportaciones agrícolas a partir de julio, una medida diseñada para alentar al sector agropecuario a liquidar divisas en el corto plazo.
  • Flexibilización de capitales: Se relajaron las restricciones para inversiones offshore.

Los resultados iniciales han sido positivos por el momento. El mercado de Contado con Liquidación (CCL) se comprimió, el riesgo país disminuyó y los activos argentinos registraron ganancias significativas medidas en dólares. Sin embargo, la obsesión por el piso de la banda plantea interrogantes sobre su sostenibilidad y conveniencia para la economía en su conjunto.

¿Un piso que sirve a la economía argentina?

Si bien la estrategia del gobierno busca estabilidad, forzar el dólar al piso de la banda podría no ser óptimo para la economía argentina. El tipo de cambio debe reflejar la productividad media de la economía. Un dólar demasiado bajo podría erosionar la competitividad de las industrias locales, desincentivar exportaciones y complicar la apertura comercial que el gobierno promueve. Por el contrario, un tipo de cambio demasiado alto, provocaría una aceleración inflacionaria en el corto plazo, el mercado necesita encontrar un equilibrio que no destruya ninguna variable.

El sector agropecuario se encuentra en el centro de esta tensión. Los próximos 45/60 días serán fundamentales, ya que marcan el pico estacional de liquidación de exportaciones, especialmente de soja. Esta oferta debería presionar al dólar hacia el piso de la banda, pero los productores enfrentan un dilema. La combinación del valor del dólar con el de la soja podría incentivar al sector a acopiar parte de la producción a la espera de conseguir mejores precios. Si los exportadores optan por retener sus granos, la oferta de divisas podría no ser suficiente para sostener el tipo de cambio en el nivel deseado por el gobierno, obligándolo a intervenir antes de llegar al piso de la banda para cumplir con las metas de acumulación de reservas acordadas con el FMI.

Este riesgo pone de relieve la fragilidad del equilibrio actual. Un dólar en el piso de la banda podría beneficiar al gobierno al reducir la inflación y acumular reservas, pero a costa de incentivar las importaciones dañando la producción local. El valor del dólar debe servir a la economía local, permitir a las industrias seguir produciendo y competir mientras se abre la economía e ingresan productos importados.

Implicaciones para Inversores: navegando la incertidumbre

Para los inversores, la búsqueda del dólar por su nuevo equilibrio ofrece oportunidades, pero también riesgos. La compresión de la curva de rendimientos de los títulos en pesos, como las Lecap y Boncap, llevó al Ministerio de Economía (Mecon) a ofrecer instrumentos de mayor duración en la subasta del 24 de abril. Sin embargo, solo pudo lograr renovar el 70% de los vencimientos que sumados a la renovación del 75% de mediados de mes hará que el Tesoro vuelque al mercado cerca de $3.900 millones que no pudo rollear.

Un equilibrio en juego

Aún, con las restricciones cambiarias para las empresas que se mantienen, el mercado necesita encontrar su equilibrio dentro del nuevo esquema cambiario. El mismo no necesariamente reflejará los deseos del gobierno, forzarlo hacia valores no sostenibles podría generar un beneficio político en el corto plazo pero un daño económico en el mediano plazo.

En su búsqueda de un nuevo equilibrio bajo el esquema cambiario, el dólar encarna los desafíos de una economía argentina en recuperación. Con múltiples objetivos en juego —fomentar el desarrollo, impulsar el crecimiento y contener la inflación—, el tipo de cambio debe ser un catalizador, no un obstáculo. La clave para hallar ese valor óptimo radica en permitir que el mercado opere con la menor interferencia estatal posible, dejando que la oferta y la demanda, moldeadas por las liquidaciones agropecuarias y las dinámicas globales, definan un nivel que impulse la competitividad sin desatar presiones inflacionarias.

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