16 de septiembre 2025 - 09:53

El empleo industrial enciende una luz amarilla

La producción industrial creció en julio, pero el empleo registró la peor caída interanual desde la pandemia, según los últimos datos del INE.

El empleo industrial cae mientras el sector crece, y enciende una luz amarilla.

El empleo industrial cae mientras el sector crece, y enciende una luz amarilla.

Foto: Unsplash

Los últimos datos del INE sobre el sector industrial muestran un aumento interanual del 4,2% en julio en la producción física, que fue del 2,1% si se deja a un lado la refinería (que estaba detenida el año pasado). Sin embargo, en el empleo del sector se registró una caída de casi 3% interanual en dicho mes, según el Índice de Personal Ocupado (IPO), que elabora el Instituto. Es la mayor caída interanual desde la pandemia y puede estar reflejando un contexto de competitividad para la industria que se está volviendo más adverso. Cuando las empresas enfrentan problemas de costos o competencia tienen, en general, cierto margen de maniobra para hacer ajustes. Pero cuando comienza a afectarse la plantilla, el asunto suele ser más serio.

Al analizar este tipo de cuestiones en base a las series de tiempo que se van actualizando en las estadísticas oficiales, nos enfrentamos a un dilema recurrente: los últimos datos son los más frescos y los que pueden estar mostrando la realidad de manera más actualizada; pero al mismo tiempo pueden incorporar a una circunstancia excepcional que esté fuera de la tendencia. Teniendo en cuenta esto, tomamos el referido IPO y calculamos el trimestre móvil (gráfica), como indicador que muestre un equilibrio razonable entre tendencia y datos recientes. Se observa con bastante claridad que la caída en el empleo industrial se ha agudizado en los últimos meses y está llegando a un mínimo desde la pandemia.

Ciertos sectores son los que explican en mayor proporción la caída. En textiles, vestimenta y curtiembres, sigue la baja en el empleo, en una tendencia que viene hace tiempo. Más recientemente se ha dado una retracción en sectores vinculados a la industria química, agroquímicos y plástico. Además, hay una fuerte caída en el empleo de la industria automotriz, que bajó drásticamente cuando cerró Yazaki. Y hay otros sectores que si bien no reflejan -al menos por ahora- una retracción en el empleo, exhiben problemas.

Personal ocupado en la industria
El empleo industrial registró su peor caída interanual desde la pandemia.

El empleo industrial registró su peor caída interanual desde la pandemia.

Competitividad

Más allá de algunos regímenes y reglamentaciones que pueden tener un cierto efecto de parcial protección, la mayor parte de la industria uruguaya está expuesta a la competencia, en el mercado local y -obviamente- cuando exporta. Con este escenario, el aumento de los costos locales y la política monetaria contractiva, que impacta en el tipo de cambio, han agudizado los problemas. El salario en dólares en Uruguay subió más de 5% en el último año y marcó un nuevo récord histórico; son pocas las industrias que pueden sostener ese aumento con avances de productividad, en especial cuando la tendencia viene desde hace años. Las que no lo logran, enfrentan un problema para sostener los puestos de trabajo.

A este problema se suman capítulos de conflictividad laboral que, si bien es difícil dimensionar su incidencia, terminan no solo desestimulando nuevas inversiones, sino provocando la pérdida de puestos de trabajo, directa o indirectamente.

Con este contexto, en los últimos meses se han sucedido episodios de dificultades en diversas plantas industriales, algunas importantes. El más notorio e impactante por la dimensión en términos de puestos de trabajo fue el mencionado caso de Yazaki, en Colonia y Las Piedras, que dejó sin empleo a más de 1.000 trabajadores, luego de 20 años de actividad en Uruguay; la mayor parte de esos trabajadores fue a seguro de paro y ahora el Ministerio de Industria (MIEM) pidió una extensión del seguro, por tres meses más. Pero también ha habido problemas en la industria frigorífica y la industria láctea, así como en algunos sectores de panificados y otras industrias.

Las situaciones son disímiles. En el caso de Yazaki es notorio que la firma dejó de operar en Uruguay y Argentina, pero va a ampliar su producción en Paraguay, que se está convirtiendo en un lugar atractivo para la inversión industrial (algo que Uruguay debería tener en cuenta); los costos y la conflictividad también hicieron lo suyo para la decisión. En el caso de la industria láctea, han tenido problemas industrias medianas o pequeñas, por dificultades de mercados, escala y costos, con plantillas de trabajo mayores a las que el negocio puede sostener; así, Claldy, Coleme, Calcar, han transitado o transitan procesos de ajuste, con diversa suerte.

En la industria frigorífica, también hay particularidades. La producción ganadera y la exportación de carne están en un momento excepcionalmente bueno; pero las plantas frigoríficas tienen costos laborales, energéticos, etc., que en muchos casos duplican o más lo que pagan sus competidores en Brasil o Paraguay. Es un ejemplo claro de que el problema no es de la producción en general, sino del eslabón industrial y sus trabajadores, cuya productividad (medida ampliamente) no logra sostener los empleos. De tal manera que el sindicato -luego de impulsar el año pasado un conflicto radical, en base a una plataforma de reclamos salariales insostenibles- ahora aboga por el mantenimiento de los puestos de trabajo. Haberlo pensado antes.

En los últimos días, las cámaras empresariales de la industria frigorífica han vuelto a plantear la necesidad de habilitar las importaciones de ganado en pie, para aumentar la oferta para procesar. Argumentan que es de estricta justicia, en la medida que también se libere la exportación en pie. La dificultad es que ciertos mercados importadores de carne (la exportan los propios frigoríficos) pueden poner reparos.

En el caso de la industria del panificado hay una tendencia inexorable, que refleja los problemas de competitividad y precios relativos de este rubro: las importaciones de panificados, pastas y productos similares, han subido de 50 a 100 millones de dólares anuales en 5 años, y la tendencia sigue al alza. Con este contundente aumento de la oferta importada, no debería extrañar que algunas panificadoras estén en problemas, aunque las empresas del rubro buscan adaptarse, innovar con nuevos productos y generar valor con otras opciones.

Perspectivas

El sector industrial, a través de sus principales voceros, enfrenta recurrentemente el desafío de reclamar al gobierno -de cualquier signo- por las condiciones de competitividad; y no siempre tienen eco: los integrantes de los equipos económicos esgrimen que la industria uruguaya tiene que abrirse más e innovar más, y rechazan -con más o menor vigor- los reclamos.

No está mal exigir más a los empresarios, pero puede suceder como en la fábula del pastor y el lobo: advertencias permanentes que, cuando verdaderamente hay una amenaza, no las creen. El asunto puede ser complicado porque el empleo industrial -se sabe- remunera claramente por encima del promedio, además de articular y vertebrar otros negocios en la economía, en insumos, servicios profesionales, logística, etc. En cierta medida, puede ser un alerta temprano de problemas más generales en la economía. Hasta ahora el mercado de trabajo se ha mantenido firme y en niveles mejores que el año pasado en la tasa de empleo. Pero en la industria la situación es de retroceso.

Desde el MIEM se está elaborando una agenda sectorial con participación de otros ministerios, la Cámara de Industrias (CIU) y el PIT-CNT, entre otros actores. La prospectiva y los planes de desarrollo son bienvenidos, pero incorporo algo de sano escepticismo: si la conflictividad no se maneja de otra manera, y si el gasto estatal sigue creciendo, mientras hay dificultades para incorporar criterios de productividad en las negociaciones salariales, es difícil lograr avances significativos.

En el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), por su parte, hay expectativas de nuevas inversiones industriales en la medida que Uruguay ha quedado poco expuesto a los castigos arancelarios de Donald Trump. Brasil, por el contrario, ha sido impactado y puede haber inversiones que lleguen desde el país vecino. El sector industrial es dinámico, con sectores que avanzan y otros que retroceden; pero el último dato general de empleo industrial enciende una luz de alerta.

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