En el corazón de Palermo, Carmen se distingue dentro de la vibrante escena gastronómica porteña por brindar una culinaria singular: pastas frescas elaboradas en su pastificio a la vista y cocinadas con técnicas poco habituales en este universo, como el rescoldo, el kamado y el ahumado.
El restaurante de Palermo que reinterpreta la pasta con brasas y sabor ahumado
De la mano del chef y dueño Nacho Feibelmann, Carmen sorprende con un estilo único que combina la tradición de la pasta fresca con cocciones a las brasas, al rescoldo y en kamado. Una propuesta distinta, acompañada por un ambiente colmado de verde y flores que convierte cada visita en un momento inolvidable.
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Carmen, el restaurante de Palermo que reinterpreta la pasta con brasas y sabor ahumado.
Detrás del proyecto está el rosarino Nacho Feibelmann, quien saltó a la popularidad en MasterChef y hoy lidera este espacio con la premisa de reinterpretar la tradición desde la creatividad y el fuego. Su propuesta consigue algo destacable: platos reconocibles, cargados de memoria y de raíces, pero con una vuelta que los transforma en nuevas experiencias.
La carta da cuenta de esta identidad con preparaciones que sorprenden tanto en su técnica como en sus sabores. Entre las entradas, el gran raviolón frito con centro de yema, mozzarella, pesto y olivas negras es un clásico que combina texturas crocantes con un relleno cremoso y lúdico, mientras que las croquetas de hongos ahumados con salsa sweet chilli revelan cómo el kamado puede darle una intensidad única incluso a los vegetales.
Las pastas rellenas expresan al máximo la esencia de Carmen: la girandola de batata al rescoldo, un dulzor natural equilibrado con queso parmesano, castañas, manteca y menta; los fagotini de asado, con vacío y roastbeef cocidos cinco horas a baja temperatura con espinillo, servidos con passata de morrones ahumados y tomates orgánicos; los cappelletti de remolacha al rescoldo, rellenos de provolone y realzados con lima, o los tortelli de hongos al kamado, con ricota, provolone y beurre blanc. También están los infaltables gnocchi, que en Carmen se ofrecen con una amplia variedad de salsas, como beurre blanc, pesto, cacio e pepe o passata de tomates orgánicos y de morrones ahumados.
El recorrido en Carmen se completa con una propuesta de postres que reinterpreta clásicos con frescura y un toque casero: pavlova, tiramisú, el flan casero y el típico queso y dulce que se eleva con quartirolo, batata o membrillo y frutos secos.
Pero la experiencia en Carmen no termina en el plato. El ambiente se convierte en un valor agregado: el salón de ladrillos a la vista con cocina abierta transmite cercanía y energía; el patio interno se transformó esta primavera en un auténtico refugio verde, con una enredadera, plantas y flores que coparon cada rincón y crean la sensación de que el tiempo se detiene allí, y el deck sobre la vereda permite disfrutar del movimiento palermitano al aire libre. Cada espacio tiene su encanto y refuerza la idea de que aquí la mesa es un lugar para compartir sin apuro.
La hospitalidad también marca la diferencia. Feibelmann y el equipo de Carmen ofrecen un servicio cálido y atento, con detalles como el agua libre —con o sin gas— durante toda la comida, que sintetiza la filosofía de la casa: hacer sentir al comensal cómodo, bienvenido y parte de la experiencia. Esa combinación de técnica, producto, ambiente y calidez convierte a Carmen en una parada imperdible para quienes pasean por Buenos Aires y buscan vivir la pasta de una manera diferente.
En definitiva, Carmen propone un cruce entre lo familiar y lo innovador, entre la tradición de la pasta casera y el sabor profundo de las brasas. Un restaurante que invita a descubrir la cocina porteña desde un ángulo nuevo, con platos memorables, un entorno encantador y la certeza de que cada almuerzo o cena se transformará en un gran recuerdo.
Dirección: Gurruchaga 1428, Palermo.
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