Uruguay llegó a un punto casi final en su proceso de urbanización, pero ese cambio profundo en la distribución territorial de la población no vino acompañado de un aumento equivalente en la producción.
Uruguay se urbaniza, pero no necesariamente produce más
La expansión del empleo urbano se explica principalmente por actividades de servicios, con bajo impacto en el valor agregado.
El aumento de ocupados en zonas urbanas convive con un estancamiento del producto por trabajador desde 2019.
La hipótesis se desprende del Anuario Estadístico Nacional 2025 del Instituto Nacional de Estadística (INE), que confirma que el país es hoy uno de los más urbanizados de América Latina, aunque con resultados económicos moderados.
Según el relevamiento oficial, el 95,6% de la población reside en áreas urbanas, mientras que apenas el 4,4% permanece en zonas rurales. La tendencia es sostenida en el tiempo: en 1996 la población urbana representaba poco más del 91%, lo que implica un incremento superior a cuatro puntos porcentuales en menos de tres décadas. La concentración demográfica también es territorial: Montevideo y el área metropolitana reúnen cerca del 60% de los habitantes del país.
Empleo urbano en alza, pero con productividad estancada
Este proceso no solo es demográfico, sino también laboral. Más del 96% de las personas ocupadas trabaja en localidades urbanas, incluso en actividades tradicionalmente vinculadas al interior productivo. El empleo se expandió en las ciudades, pero esa expansión no logró modificar de forma sustancial la estructura productiva.
Los datos del Anuario muestran que el número de ocupados supera los 1,8 millones de personas, en niveles históricamente altos. Sin embargo, el crecimiento del empleo fue más rápido que el del valor agregado, lo que se traduce en un estancamiento del producto por trabajador. Desde 2019, la productividad laboral presenta variaciones mínimas en términos reales, pese a la mayor concentración urbana.
Servicios dominan el empleo, pero no empujan el crecimiento
La explicación está en la composición sectorial del empleo. Más del 70% de los trabajadores se desempeña en el sector servicios, particularmente en comercio, transporte, administración pública, salud y educación. En contraste, la industria manufacturera emplea menos del 10% de la fuerza laboral, mientras que la construcción muestra un comportamiento volátil y el agro, aunque clave para las exportaciones, tiene un peso reducido en el empleo total.
La urbanización, en este contexto, empujó el crecimiento de actividades intensivas en mano de obra, pero de baja productividad relativa, lo que limita su impacto sobre el crecimiento económico. El traslado de población desde zonas rurales hacia ciudades medianas y grandes no derivó en una expansión industrial o tecnológica capaz de absorber ese flujo con mayor valor agregado.
Menos población rural, pero sin "derrame" productivo urbano
Entre 2011 y 2024, la población rural se redujo en términos absolutos, mientras que las ciudades concentraron cada vez más habitantes. Sin embargo, el Anuario no muestra una mejora generalizada de los niveles de ingreso ni de la actividad económica en muchos departamentos altamente urbanizados, lo que sugiere que el fenómeno urbano no alcanza, por sí solo, para dinamizar la economía.
El informe del INE deja así una señal: Uruguay completó su transición urbana, pero no logró transformar ese proceso en un motor sostenido de crecimiento. Los problemas estructurales de la economía (productividad, escala, inversión y diversificación) persisten, ahora concentrados en entornos urbanos cada vez más densos.
La experiencia reciente muestra que el desafío no pasa por seguir moviendo población, sino por elevar el contenido productivo del empleo urbano y convertir la concentración demográfica en una ventaja económica real. Sin cambios en la matriz productiva, la urbanización corre el riesgo de consolidar una economía más concentrada, pero no necesariamente más próspera.


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