El último censo habitacional, realizado en 2023, confirmó que el país comenzó un proceso de reducción en la cantidad de habitantes, mientras que estimaciones oficiales proyectan una composición mucho más envejecida, con niños que representarían menos de 10% de la población hacia 2070 y mayores de 60 años que alcanzarían el 40%.
Uruguay enfrenta un escenario de desafíos y oportunidades ante el cambio demográfico
Ante las presiones en el sistema previsional y el mercado laboral, la consultora Exante analizó la transición y llamó a "no ser fatalistas".
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Estimaciones oficiales proyectan una composición mucho más envejecida en Uruguay, que obligará al sistema previsional a adaptarse.
Tras la reforma de la seguridad social impulsada por el gobierno de Luis Lacalle Pou hace más de dos años, el sistema previsional enfrenta desafíos al contar con menos personas en edad de trabajar y más beneficiarios de pensiones. Según un análisis realizado por la consultora Exante, la presión sobre el régimen se combina con la caída de la población activa y la disminución de las horas totales trabajadas.
Sólo en las últimas dos décadas, las horas habituales por ocupado se redujeron en más de cuatro horas semanales, al tiempo que la tasa de actividad ya se ubica en máximos históricos, lo que acota los márgenes de compensación. Sin embargo, la economista y socia de Exante, Tamara Schandy, advierte a Ámbito que “no debemos ser fatalistas”, pero sí asumir que la nueva etapa demográfica obliga a rediseñar políticas públicas, estrategias empresariales y formas de organización del trabajo.
“No hace falta un país grande para ser próspero”
Schandy define que "no hace falta un país grande para ser próspero" y remarca que la reducción poblacional no implica necesariamente una dificultad, siempre y cuando haya una capacidad de adaptación. “Los cambios demográficos no son un problema en sí mismos, pero sí generan desafíos y oportunidades que tanto el sector privado como el sector público deben gestionar”, sostiene.
La baja de la población en edad de trabajar y el cambio en el mix de edades limitarán el crecimiento de las horas trabajadas, un factor que puede reducir el dinamismo económico. Sin embargo, Schandy recuerda que la experiencia internacional da cuenta de espacios de oportunidad como que haya más participación femenina en el mercado, bajar el desempleo estructural y mejorar la inserción laboral de los jóvenes.
Actualmente, las personas mayores de 50 años representan más de un cuarto de las horas trabajadas en la economía nacional. La experiencia en muchos países donde la transición hacia una sociedad más envejecida comenzó hace ya una década, como en Japón, “el mayor empleo en edades avanzadas no se correlaciona con mayor desempleo juvenil”.
Ante el envejecimiento, más costos en cuidado y salud
Para Schandy, el país todavía tiene margen para extender la vida laboral, pero no es la única manera de equilibrar la oferta de trabajo. Según la economista, la clave también está en generar políticas de cuidados que permitan más participación de las mujeres, así como revertir el “muy elevado” desempleo juvenil.
Otro de los puntos que destaca la especialista es que el envejecimiento no desafía únicamente al sistema previsional. En este sentido, advierte que el país deberá prepararse también para un fuerte aumento del costo de los servicios de salud y de cuidados, una presión que se vuelve más compleja porque el país envejece con niveles altos de pobreza y desigualdad, a diferencia de países que transitan esta etapa siendo “ricos”.
Una mejor asignación del gasto público y un mejor aprovechamiento de los activos estatales serán claves para poder hacerle frente a la nueva composición etaria de la población, según Schandy, con el foco en más inversión por alumno en educación y mayor desarrollo de infraestructura.
Por otra parte, los cambios etarios también transformarán la demanda de bienes y servicios. Con un país que tendrá casi 40% de mayores de 60 años, los sectores de salud, vivienda, equipamiento del hogar y alimentación ganarán peso. Schandy recuerda que los hogares mayores exhiben un gasto per cápita más elevado en estos rubros.
La incidencia de los movimientos migratorios
El censo de 2023 identificó más de 100.000 inmigrantes llegados durante la última década, lo que ayudó a neutralizar un saldo migratorio que históricamente fue negativo. Aunque las proyecciones oficiales asumen que la migración “no moverá la aguja”, Schandy sostiene que las autoridades deberían proponerse atraer más personas. “Para un país de población reducida, una sociedad abierta al mundo es cada vez más imperativa”, sostiene.
Las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) muestran que Montevideo perderá 150.000 habitantes, mientras que Canelones y Maldonado continuarán ganando población. “Eso tiene implicancias para la demanda de bienes y servicios que enfrentan las empresas privadas, pero también para los requerimientos de servicios públicos, de infraestructura y de vivienda en las diferentes zonas del país”, señala la economista.


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