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Casero: “No somos tan liberados como creemos”
En teatro acaba de finalizar dos temporadas con "El secreto de la vida", dirigido por José María Muscari y de recorrer algunas provincias con su unipersonal "Al palo", con libro y dirección del músico y dramaturgo Sebastián Irigo, que presentará en el Teatro Bar Dorian (Pueyrredón 2476) los dos últimos sábados de octubre y los dos primeros de noviembre. Dialogamos con él:
Periodista: ¿Es una especie de autobiografía?
Nazareno Casero: Yo diría de exorcismo. Cuento episodios de mi vida que tal vez uno debería ocultar, pero que en este caso se narran y exacerban. Eso generó una gran empatía con el público.
P.: ¿De qué habla en este espectáculo?
N.C.: Hago un repaso de algunos momentos cruciales, desde mi primer autoerotismo, mis primeras pérdidas amorosas y otras experiencias...
P.: ¿Por ejemplo su viaje a China? ¿Por qué fue allí?
N.C.: Tenía una novia que se había ido seis meses a trabajar a China con la idea de volver. Pero en la mitad del viaje me dijo que pensaba seguir viajando. Y yo le respondí: "están todas tus cosas en mi casa". Después pensé: voy para allá a ver qué pasa. Y al llegar me di cuenta de que ya no pasaba más nada. Me parece una buena excusa viajar por alguien. Un viaje es la mejor plata invertida y todavía lo hace más atractivo cuando no podés hacerte entender por la gente del lugar. Eso desarrolla el sentido de supervivencia.
P.: ¿Habla mucho de sexo en el espectáculo?
N.C.: Hablo de decisiones sexuales. El sexo todavía es un tema tabú o acá, al menos, sigue generando risas nerviosas y bastante vergüenza. No somos tan liberados como creemos. El hecho de que uno sea bastante irrespetuoso con el sexo no quiere decir que lo tenga asumido.
P.: ¿Se ocupa de las diversidades sexuales?
N.C.: No. Porque lo que le también da fuerza al espectáculo es que sean historias mías o que por momentos se genere la duda sobre si es verdad o no lo que cuento. Yo empecé a trabajar desde chico. Entonces cuento algunas de esas experiencias y un poco de la relación con mis padres, que siempre ha sido muy buena. Me han criado con mucho cariño y no tengo nada que reprocharles. Es más, tuve la suerte de que fueran bastante atípicos como padres.
P.: Su personaje en "Historia de un clan" estaría en las antípodas de su grupo familiar
N.C.: No es fácil el papel que me tocó, pero ha resultado sencillo por las indicaciones que tuve desde la dirección y la producción. Eso me permitió disfrutar del trabajo. Es un papel en el que se puede quedar en offside fácilmente: si un malo no es creíble, la gente lo detecta enseguida.
P.: Usted declaró que le gusta hacer de malo.
N.C.: Sí. Porque me hizo poner en juego emociones que tal vez uno tiene, y ni se entera porque las ha reprimido. Cosas de la gente que vive en ciudades o que no está contenta con algunos aspectos de su vida. Investigué poco en los hechos reales. Primero porque de Maguila, mi personaje, no hay testimonios ni documentos y también porque el director, Luis Ortega, nos pidió que no dependiéramos de los expedientes, sino que dejáramos volar la imaginación. Veo a mi personaje como una víctima que se convirtió en victimario, empezó a disfrutar de su nueva posición y se convirtió en una mala persona.
P.: ¿Habla de política en el unipersonal?
N.C.: Ni siquiera me meto con la actualidad. Es mi vida y la narración me atraviesa cronológicamente; entonces hay momentos en que rozo la actualidad y en otros no. Ya hay mucha gente hablando de eso.
P.: Pero siempre lo interrogan sobre su postura política.
N.C.: Debe ser porque quieren algún título. Como mi padre en algún momento generó bastante polémica con sus declaraciones, vienen a mí para ver qué digo.
P.: ¿En su programa de radio tampoco habla de la actualidad?
N.C.: Sí, pero desde otros ejes. Meto temas míos: noticias sobre China, hechos absurdos; hablo sobre casos paranormales, conspiraciones, temas que yo pueda tomar con seriedad y a la vez descontracturar un poco las noticias.
Entrevista de Patricia Espinosa
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