23 de octubre 2015 - 00:00

Casero: “No somos tan liberados como creemos”

Nazareno Casero: ““Hay que evitar el hippismo en este medio porque también es un negocio, y para que funcione hay que cuidarlo”.
Nazareno Casero: ““Hay que evitar el hippismo en este medio porque también es un negocio, y para que funcione hay que cuidarlo”.
 Nazareno Casero (29) se ufana de ser un actor responsable. "Me enseñaron a ser respetuoso y profesional. Pueden decirme que no gusta lo que hago, pero no que llego tarde", dice. Y también pragmático: "Hay que evitar el hippismo en este medio porque también es un negocio, y para que funcione hay que cuidarlo. Si no después es muy difícil volver". Atribuye la lección a su padre, el actor y cantante Alfredo Casero, que fue artífice de su debut actoral en "Cha cha cha", uno de los programas cómicos más renovadores de la televisión argentina. Luego, el joven Casero tomó vuelo propio con rapidez. "Tal vez estuve en el lugar indicado, en el momento indicado", acota. Desde su aparición en "Buenos Aires viceversa", el film de Alejandro Agresti donde interpretó a un chico de la calle, se ha destacado en varias películas ("Aballay", "Crónica de una fuga", entre otras). Trabajó en numerosas tiras televisivas y continúa haciendo radio junto a Iván de Pineda, además de ser una de las figuras de la miniserie "Historia de un clan" que se emite por Telefé.

En teatro acaba de finalizar dos temporadas con "El secreto de la vida", dirigido por José María Muscari y de recorrer algunas provincias con su unipersonal "Al palo", con libro y dirección del músico y dramaturgo Sebastián Irigo, que presentará en el Teatro Bar Dorian (Pueyrredón 2476) los dos últimos sábados de octubre y los dos primeros de noviembre. Dialogamos con él:

Periodista: ¿Es una especie de autobiografía?

Nazareno Casero:
Yo diría de exorcismo. Cuento episodios de mi vida que tal vez uno debería ocultar, pero que en este caso se narran y exacerban. Eso generó una gran empatía con el público.

P.: ¿De qué habla en este espectáculo?

N.C.:
Hago un repaso de algunos momentos cruciales, desde mi primer autoerotismo, mis primeras pérdidas amorosas y otras experiencias...

P.: ¿Por ejemplo su viaje a China? ¿Por qué fue allí?

N.C.:
Tenía una novia que se había ido seis meses a trabajar a China con la idea de volver. Pero en la mitad del viaje me dijo que pensaba seguir viajando. Y yo le respondí: "están todas tus cosas en mi casa". Después pensé: voy para allá a ver qué pasa. Y al llegar me di cuenta de que ya no pasaba más nada. Me parece una buena excusa viajar por alguien. Un viaje es la mejor plata invertida y todavía lo hace más atractivo cuando no podés hacerte entender por la gente del lugar. Eso desarrolla el sentido de supervivencia.

P.: ¿Habla mucho de sexo en el espectáculo?

N.C.:
Hablo de decisiones sexuales. El sexo todavía es un tema tabú o acá, al menos, sigue generando risas nerviosas y bastante vergüenza. No somos tan liberados como creemos. El hecho de que uno sea bastante irrespetuoso con el sexo no quiere decir que lo tenga asumido.

P.: ¿Se ocupa de las diversidades sexuales?

N.C.:
No. Porque lo que le también da fuerza al espectáculo es que sean historias mías o que por momentos se genere la duda sobre si es verdad o no lo que cuento. Yo empecé a trabajar desde chico. Entonces cuento algunas de esas experiencias y un poco de la relación con mis padres, que siempre ha sido muy buena. Me han criado con mucho cariño y no tengo nada que reprocharles. Es más, tuve la suerte de que fueran bastante atípicos como padres.

P.: Su personaje en "Historia de un clan" estaría en las antípodas de su grupo familiar

N.C.:
No es fácil el papel que me tocó, pero ha resultado sencillo por las indicaciones que tuve desde la dirección y la producción. Eso me permitió disfrutar del trabajo. Es un papel en el que se puede quedar en offside fácilmente: si un malo no es creíble, la gente lo detecta enseguida.

P.: Usted declaró que le gusta hacer de malo.

N.C.:
Sí. Porque me hizo poner en juego emociones que tal vez uno tiene, y ni se entera porque las ha reprimido. Cosas de la gente que vive en ciudades o que no está contenta con algunos aspectos de su vida. Investigué poco en los hechos reales. Primero porque de Maguila, mi personaje, no hay testimonios ni documentos y también porque el director, Luis Ortega, nos pidió que no dependiéramos de los expedientes, sino que dejáramos volar la imaginación. Veo a mi personaje como una víctima que se convirtió en victimario, empezó a disfrutar de su nueva posición y se convirtió en una mala persona.

P.: ¿Habla de política en el unipersonal?

N.C.:
Ni siquiera me meto con la actualidad. Es mi vida y la narración me atraviesa cronológicamente; entonces hay momentos en que rozo la actualidad y en otros no. Ya hay mucha gente hablando de eso.

P.: Pero siempre lo interrogan sobre su postura política.

N.C.:
Debe ser porque quieren algún título. Como mi padre en algún momento generó bastante polémica con sus declaraciones, vienen a mí para ver qué digo.

P.: ¿En su programa de radio tampoco habla de la actualidad?

N.C.:
Sí, pero desde otros ejes. Meto temas míos: noticias sobre China, hechos absurdos; hablo sobre casos paranormales, conspiraciones, temas que yo pueda tomar con seriedad y a la vez descontracturar un poco las noticias.

Entrevista de Patricia Espinosa

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