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“Me gusta bucear en lo sensible, pero sé que hay un riesgo”
Periodista: ¿Lo sorprendió que "Los dueños del mundo", que había salido como literatura juvenil, al tener una edición para adultos se convirtiera en best seller?
Eduardo Sacheri: Había aparecido inicialmente en la colección para jóvenes Serie Roja de Alfaguara, y si bien fue un libro muy difundido en escuelas, mis lectores habituales en su mayoría no lo conocían porque en algunas librerías había ido a parar directamente a la mesa de literatura juvenil. Yo no escribo para. Para jóvenes, para adultos. No es algo que me formule. No me pregunto este libro a quién va dirigido. Escribo cuentos, novelas, guiones. Y me parece que a quien le gustan mis otros libros éste también le puede gustar. Insistí bastante en la editorial para que saliera como mis otros libros, con la misma estética. Bueno, así salió, y así otros lectores pudieron descubrirlo.
P.: En "Los dueños del mundo" está la solidaridad entre amigos, la nostalgia de algo perdido, el fútbol como metáfora, el amor no declarado, temas de otras historias suyas.
E.S.: Y es, además, mi libro más autobiográfico. Sus cuentos son historias de mi infancia apenas exageradas, apenas rozadas por la literatura. El libro nació de cosas que le contaba a mis hijos andando por Castelar. Surgió de algo que suelen hacer los padres. Saben, acá en la estación de trenes, nos pasó un día... Y allá había un baldío donde.. Así surgió. Por tanto tienen mucho de mis temas, y por añadidura de mi vida. Si, en mis otros libros, parto de una ficción que busco que se vuelva verosímil, en "Los dueños del mundo" se trata sobre todo de enmascarar la verdad. Como menciono a mis amigos, a la gente y lugares de mi barrio, me dio un poco de pudor que la referencia fuera demasiado directa, porque no todos guardamos la misma memoria, y no todos nos enorgullecemos de los mismos pasados. A lo mejor a mí me provoca una profunda alegría recordar una aventura, y por ahí otro la pasó mal y es algo que prefiere olvidar. Para evitar que algún amigo de mi niñez me llame y se quiera pelear conmigo, cambié todos los nombres. Ahora tienen la libertad de reconocerse o no.
P.: De los dieciséis cuentos del libro, ¿cuál le conmovió escribir?
E.S.: "Colectivos". No porque su trama me movilice sino porque habla de mi padre. En mí infancia que pasara un colectivo era un suceso, y que hubiera un choque, una película de acción. Mi papá se llevaba muy mal con los colectiveros. Hubiera pasado lo que hubiera pasado, el colectivero era siempre el culpable. Lo condenaba preventivamente. Discutía, se peleaba. Y como era mi héroe absoluto, me encantaba ver al odontólogo, siempre de blanco, siempre correcto, diciendo malas palabras y queriendo pelearse, era impactante. Una intención distinta está en "El mejor gol de mi vida", que es un pobre penal en el anochecer. Me divirtió mostrar que uno tiene las hazañas que puede, y que algo es algo. En otro cuento está el amor por la hermana de un amigo en tiempos en que había tabúes por todos lados Lo primero que busqué fue no caer en la nostalgia. Mucho es lo que ha cambiado, pero eso no supone un valor. Los chicos de hoy tendrán otras aventuras, otros recuerdos imborrables. Acaso, más allá de estar rodeados de nuevas tecnologías, le pasen cosas parecidas. Y tal vez a los 50 sientan que su mundo fue reemplazado por otro que no terminan de entender.
P.: ¿Con cuál de sus libros relaciona estos relatos?
E.S.: Con mis primeros libros, con los cuentos de "Esperándolo a Tito" y de "Lo raro empezó después", que tiene una cosa muy barrial. Si bien hay algunas historias de fútbol, que los relacionarían con "Te conozco, Mendizábal", que fueron aquellos cuentos que se leían por radio, y que me hicieron conocer por mucha gente, en estos cuentos busqué explorar otro espacio en la tradición del relato de infancia, sin caer en el posmodernismo de la literatura del yo.
P.: La recuperación del barrio estuvo en "Luna de Avellaneda", ¿usted tuvo algo que ver?
E.S.: Cuando Campanella empezó a planear esa película, después de "El hijo de la novia", estaba pensando, según me dijo, en tomar algunos cuentos míos y convertirlos en un largometraje. Acaso por eso hay un lejanísimo perfume a mi narrativa. Digo lejanísimo porque después la historia fue para otro lado, para la historia de un club. Nos conocimos con Juan José cuando me invitó al estreno de "Luna de Avellaneda" y me dijo lo de mis cuentos. Me contó que tenía la sensación de que compartíamos un mismo universo, y estaba seguro de que íbamos a laburar juntos alguna vez. Creo que porque hay una sensibilidad común, porque nos gusta contar ciertas historias pequeñitas, de ciertos héroes desvalidos y bastante defectuosos, es que nos llevamos bien con Campanella. Es lo que hace que hayamos trabajado como trabajamos con "El secreto de sus ojos" y después con "Metegol", y que tengamos la idea de seguir trabajando juntos en el futuro.
P.: Hay en ese universo narrativo, en su caso, un cierta sensibilidad contenida.
E.S.: Espero que sea contenida. Me gusta bucear en lo sensible pero a sabiendas de que siempre hay un riesgo. Cuando uno se anima a lo sensible debe tener en cuenta que la frontera entre lo sensible y lo sensiblero es un riesgo que uno tiene frente a sí. Me gusta pensar que lo que hago apela a la sensibilidad, pero no me gustaría que fuera sensiblero.
P.: ¿Tiene algún proyecto para cine?
E.S.: Estamos empezando con Campanella un guión nuevo. Repito: empezaaando... En este caso sería un guión original, no sería tomado de una novela mía preexistente, con lo cual estamos en esa etapa de pelotear ideas, del me gustaría ir por allá, no mejor por acá, hablemos de tal cosa, ¿no te parece mejor tal otra?. Es algo muy lindo y muy anárquico también. El avance es muy lento, pero vamos yendo.
P.: Obviamente, las películas debieron ayudar a la difusión internacional de sus libros.
E.S.: El éxito que tuvo "El secreto de sus ojos" y el Oscar a la película significó una vidriera gigantesca para mis libros. Primero para "La pregunta de sus ojos" y después para todos los demás. Es fantástico que tus libros empiecen a viajar, a traducirse, que los veas en otros idiomas, que a veces te enfrentes a la portada de un libro tuyo y no sepas en dónde está tu nombre. Mis libros están ya en unos 25 idiomas, pero en coreano, en árabe, en japonés o en chino no sé donde dice Sacheri, pero no importa, lo que me importa es que alguna persona que vive una realidad totalmente diferente a la mía se tope con una historia que empezó acá, en Castelar.
P.: ¿Ahora en qué viene trabajando?
E.S.: Estoy poniéndole punto final a una novela. Estuve trabajando durante los últimos doce meses de forma muy intensa, muy a fondo, con jornadas extenuantes, día tras día, y diez, doce, catorce horas diarias. Ahora la estoy terminando con la idea de publicarla en algún momento de este año.
P.: ¿Puede adelantarnos de qué se trata?
E.S.: Es una novela de corte policial, alejándome de la cosa futbolera o suburbana de "Papeles en el viento", y de la cosa más íntima que tiene "Ser feliz era esto", por nombrar mis última novelas. Es este caso voy por el lado del policial, con la idea de no repetirme demasiado. Y si se podría pensar que existe una relación con "La pregunta de sus ojos", es sólo en que comparten un género, el policial; no hay otro punto de contacto. Pero no está el escenario judicial. No se trata de un crimen sino de un robo. Pero hay una investigación, una búsqueda, una venganza, esas cosas que construyen a veces los policiales.
P.: ¿Buscó hacer su aporte a la moda de la novela negra?
E.S.: Si bien hay desarrollos que han renovado la novela policial, como el desplegado por la novela negra nórdica que es muy buena y está recontra de moda, en mi caso es la idea de ir saltando de casillero en casillero para no quedar encasillado, buscar alejarme de mi libro anterior. Esa es mi preocupación fundamental. Bueno, no son tantos los casilleros y uno es siempre el mismo, así que la pretensión de diferenciarse tiene un alcance relativo. Venía de un papá y una hija conociéndose ("Ser feliz era esto"), y el barrio y el fútbol ("Papeles en el viento"), quería pasar a otro tipo de historia, imponerme un desafío como narrador. Por lo pronto trata de varios hombres y de una mujer. Hacía tiempo que no había una historia de amor por ahí por el fondo y me gustó recuperar eso. Y sumar acción y suspenso, pero a la criolla. Son chambones como cualquiera, ni muy inteligentes, ni muy sólidos, ni muy sagaces, ni muy valientes.
P.: ¿Tiene idea de cómo se va a llamar su nueva novela?
E.S.: Todavía no. Soy pésimo para ponerle título a los libros. Así como hay autores a los que el título les sirve como disparador, como trampolín, como base y como todo, a mí me ocurre al revés. Mis libros en la computadora se llaman con las palabras iniciales del primer capítulo. Así que lo estoy pensando.
Entrevista de Máximo Soto
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