31 de agosto 2012 - 00:00

Venecia: flashes sobre el retorno de Winona Ryder

Estrella indiscutible de los 90, luego de haber robado en una tienda de EE.UU. su carrera se truncó. Ayer reapareció en Venecia en un protagónico.
Estrella indiscutible de los 90, luego de haber robado en una tienda de EE.UU. su carrera se truncó. Ayer reapareció en Venecia en un protagónico.
Venecia - El punto destacado de ayer en la Mostra de Venecia fue la reaparición de Winona Ryder con «The Iceman», película de gángsters que la actriz ha presentado fuera de concurso en una tensa rueda de prensa en la que ha traslucido la fragilidad de una estrella con el brillo interrumpido. Ryder uno de los grandes nombres del cine de los años noventa gracias a films como «La edad de la inocencia» o «Eduardo manos de tijera», vio truncada su carrera en la última década cuando fue descubierta robando en unos grandes almacenes de Beverly Hills, lo que alarmó sobre su estabilidad psicológica. En la rueda de prensa, la tensión ante cada una de sus respuestas se tradujo en un silencio sepulcral, de la misma manera que se respiraba el drama cuando pedía que le repitieran alguna pregunta.

Mezclándose la posibilidad de que su regreso exhibiera su derrumbe y la fascinación por una sinceridad nerviosa inédita en un contexto plagado de lugares comunes, frases aprendidas y egos exhibicionistas, la actriz ha afirmado: «Ha llegado un momento en mi vida en el que mi prioridad es vivir bien. Sólo haré las películas que me compensen dejar mi día a día de lado».

«Soy actriz, y mi trabajo es meterme en la piel de otras personas. Había cierto paralelismo entre el engaño del personaje y la labor de interpretación», ha reflexionado, sin poder evitar que sus respuestas fueran reinterpretadas como reflexiones sobre su periplo personal. Ryder se ha referido indirectamente al parate de su carrera al reconocer que con este papel, por primera vez y a sus 41 años, interpreta a una madre de familia.

En la competencia oficial, la infidelidad conyugal que desemboca en tragedia y la efímera popularidad que puede dar Internet fueron los temas de las dos propuestas en el festival . El incontrolable poder de los reality shows y las redes sociales para manipular a una opinion pública fácilmente influible es el tema de «Superstar», la historia de un hombre simple que de repente es catapultado a imprevista fama por la aparición de su foto en Facebook, repetida al infinito por miles y miles de foto-celulares.

Martin Kazinski (Kad Merad) es un abúlico cuarentón que transcurre apaciblemente su vida ocupándose de minusválidos. Un día, yendo al trabajo, es asediado por los pasajeros del subterráneo que lo acribillan con sus celulares que envían simultáneamente su retrato a la red, convirtiendo a su vida en un infierno. De aquí al reality show hay un solo paso, franqueado en compañía de una periodista (Cécile de France) de la que se enamorará perdidamente. La fama repentina y la adoración del público se transforma rápidamente en hastío y Martin debe aprender a volver al anonimato.

El film, sin embargo, debió hacerle frente a un problema coyuntural nada menor: «Superstar» es el tercer film en 2012 que describe el mismo fenómeno después de «Reality» del italiano Mario Martone y especialmente de «A Roma con amor» de Woody Allen, donde a Roberto Benigni le pasa casi lo mismo.

Al director Giannoli, en la rueda de prensa posterior a la proyección, se le preguntó por esta circunstancia, y reconoció que en efecto «hay una similitud», pero su admiración por el Allen le impide acusarlo de plagio: «La novela que me inspiró la película se publicó en 2005 y yo la rodé el año pasado. Simplemente, mi película se hizo seis meses antes que la de Woody Allen, y tenemos el mismo agente en Estados Unidos. Les comento los hechos, pero no añado nada más. Soy un gran admirador suyo».

También se vio ayer en Venecia «Izmena» (Traición), quinto largometraje de Kirill Serebrennikov, aclamado director teatral y televisivo y premiado en Roma, Karlovy Vary y Locarno pero que hasta ahora no había recibido una invitación de parte de un festival clase A como Venecia. «Izmena» tiene una narración ambigua y elíptica y una fotografía que a veces cae en una estilización extrema sobre una cardióloga abrumada por la infidelidad de su marido que la impulsa a revelar la relación clandestina también al marido de la mujer. Entre los dos se crea una alianza que los liberará de los cónyuges infieles pero los encerrará en una trampa erótica que desembocará en tragedia.

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