2 de febrero 2009 - 20:54

Gana un Goya y se lo roban durante los festejos

Albert Solé, ganador por Bucarest. La memoria perdida
Albert Solé, ganador por "Bucarest. La memoria perdida"
"Si alguien tiene algún Goya al mejor documental y no es suyo, por favor que entre en razón y lo devuelva, porque es algo irreemplazable", suplicaba hoy la presidenta de la Academia del Cine español, Ángeles González-Sinde.

Y es que, ganar un Goya es difícil y cuando se logra, la alegría de los galardonados es infinita, como se pudo apreciar en la ceremonia de entrega celebrada el domingo por la noche en Madrid: llantos, gritos, risas, nervios... Perder uno de esos bustos, y encima nada más haberlo ganado, debe ser algo horrible para el premiado.

Eso, precisamente, es lo que le ocurrió al cineasta Albert Solé, que en la 23 edición de los reputados galardones se llevó el Goya al mejor documental por "Bucarest. La memoria perdida", una película que repasa la lucha de su padre, el catalán Jordi Solé Tura, uno de los padres de la actual Constitución española y ex ministro de Cultura.

El documental no sólo muestra la lucha política de Solé Tura contra el franquismo desde el exilio, sino también el combate contra una enfermedad tan cruel como el alzheimer.

El busto del pintor, que tanto significó ganar para Solé, no llegó a su casa, sino que se perdió por el camino. Tras la gala en el Palacio de Congresos de Madrid y en una noche fría y lluviosa madrileña, Solé se fue de fiesta, a celebrar como era debido haber ganado la estatuilla.

En los Goya, como en los Oscar, es habitual que los equipos de las películas más importantes organicen fiestas privadas en locales de moda de Madrid. Es lo que hizo el de "Los crímenes de Oxford", de Álex de la Iglesia, que se había llevado tres galardones (mejor montaje, mejor música original y mejor dirección de producción). Y a esa fiesta en una discoteca de una de las zonas de marcha de Madrid se unió Solé.

El cineasta dejó su preciado busto en el guardarropa y, cuando acudió a recogerlo, el galardón ya no estaba donde lo había dejado. Al parecer, la chica del guardarropa se lo había dado a "un chico de gafas". "Es mío, por favor, y me ha costado mucho ganarlo", suplicaba el director desolado.

"Albert Solé tiene un disgusto del diez", corroboró la presidenta de la Academia. "Apagamos las luces y que lo devuelvan, no haremos preguntas", dijo González-Sinde al rogar la devolución.

Los Goya están esculpidos por José Luis Fernández desde 1987. Son trabajosos y costosos de realizar y ninguno es igual a otro. Aunque la Academia del Cine no ha dado nunca a conocer su valor material, se estima que éste puede situarse en torno a los 1.000 euros. No es mucho, pero en estos tiempos de crisis económica que corren, a lo mejor su venta puede ayudar a solucionar algún papel.

"Si alguien tiene algún amigo que de la noche a la mañana tiene un Goya al mejor documental, y nunca ha hecho un documental, por favor que le haga entrar en razón y lo devuelva", insistió González-Sinde. Y es que, el valor sentimental del Goya es impagable.

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