«La suma de los días» de Isabel Allende. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 2007. 362 págs.
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A Isabel Allende ya no le preocupan las burlas de los críticos, ni la reticencia de buena parte de sus colegas que no ven con buenos ojos su facilismo literario. Y uno se pregunta por qué habría de importarle cuando sus libros se venden como pan caliente, incluso en los Estados Unidos -su país de adopción- y ella misma está más que satisfecha de haberse convertirse en una celebridad.
Mientras muchos escritores siguen escondiéndose como si su vida peligrara, la escritora chilena hace exactamente lo opuesto, utiliza su escritura para hablar de sí misma y de su entorno familiar sin ningún pudor, dispuesta a ventilar a los cuatro vientos sus dudas, conflictos y secretos más íntimos. En este caso los únicos que quedaron a salvo de sus infidencias (porque ellos se lo han pedido) son dos de sus hijastros; aún así la escritora no se priva de anunciar su condición de drogadictos y de contar con todo lujo de detalles la tremenda historia de su otra hijastra (adicta a la heroína) de la que hace tiempo perdieron el rastro.
Tanta franqueza resulta algo incómoda al principio. ¿A qué viene, por ejemplo, esta necesidad de explicarle al lector que su decisión de escribir «La suma de los días», respondió a una sugerencia de su agente literaria Carmen Balcells, que viendo que Allende no tenía nada en vista para publicar, le ordenó: «Escribe unas memorias, Isabel»?. Igual, el consejo fue acertado, porque estas nuevas «confesiones» son apenas el condimento de una atrapante saga familiar, iniciada hace trece años con «Paula». En esta segunda parte de sus memorias, la autora sigue dialogando con aquella hija adorable que murió a los 28 años. De todos modos, se trata de un libro muy vital que pinta con gracia y buen ritmo los conflictos de una familia mixta, de chilenos y norteamericanos, que lucha por mantenerse unida a lo largo de dos décadas.
La autora de «La casa de los espíritus» introduce al lector en su paradisíaca mansión en San Francisco, California, haciéndolo partícipe de su vida cotidiana y de la pintoresca fauna de empleados, parientes y amigos de los amigos que forma parte de su mundo.
Allende se centra en los placeres y dificultades de vivir en pareja (está casada en segundas nupcias con un abogado norteamericano al que dice adorar) y en su fuerte vocación de madre y abuela; pero también se vale de las anécdotass de sus allegados para ampliar este curioso entramado de relaciones humanas, en las que abundan las peripecias amorosas (incluso lésbicas) y las familias atípicas.
Son muchas y variadas las historias de vida que recorren estas páginas y todas ellas confluyen muy naturalmente dando cuenta del paso del tiempo y de la transformación que ha sufrido nuestra sociedad con respecto a muchos temas y a la que van sufriendo sus protagonistas, ya sea por mérito propio o por los golpes del destino.
En suma, un libro que en general se lee con interés pero del que disfrutarán especialmente las mujeres.
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